La morosidad en los préstamos a universitarios en el Reino Unido es mayor de lo que esperaba el gobierno, y amenaza la estabilidad del sistema.

Una versión de este artículo se publicó en el servicio impreso 30/14 En 2012 el gobierno del Reino Unido encareció notablemente las tasas académicas, autorizando a las universidades a cobrar hasta un tope de 9.000 libras. Al mismo tiempo, todos los estudiantes pueden obtener un préstamo para pagar las tasas y no tienen que devolverlo hasta que consiguen un empleo con un cierto nivel de renta (21.000 libras en la actualidad). La idea era mejorar la financiación de las universidades y hacer que el graduado, que se iba a beneficiar en el futuro de mejores oportunidades laborales, devolviera lo recibido. Pero empiezan a surgir problemas. Nick Hillman, un antiguo consejero del actual ministro de Universidades, David Willets, ha expresado recientemente en The Guardian sus dudas sobre la sostenibilidad del nuevo modelo de financiación universitaria. Según Hillman, el porcentaje del dinero prestado que nunca será devuelto está a punto de alcanzar –si no lo ha rebasado ya– un punto en el que el nuevo modelo será aún más gravoso para las cuentas públicas que el anterior. Precisamente, la nueva normativa fue aprobada para revertir la situación de perpetuo déficit en las cuentas universitarias. Se pretendía cargar el precio de la educación sobre el propio estudiante, y así evitar que repercutiera en el contribuyente. Los alumnos chinos en programas de postgrado suponen ya el 25% del total Más préstamos no devueltosCuando se aprobó, se tuvo en cuenta que habría un porcentaje de los prestatarios que nunca podrían devolver el préstamo. De hecho, se establecía que se condonaría la deuda que no hubiera sido saldada a los 30 años de la concesión del crédito. Además, se establecían excepciones para ciertos trabajadores. Como línea general, solo se empezaría a devolver el préstamo cuando el salario del antiguo universitario superara las 21.000 libras anuales; una vez superado este umbral, se pagaría cada año un 9% de la cantidad adicional. El plan ya preveía que en torno al 25% del dinero nunca sería reembolsado. Sin embargo, como ha reconocido el propio Willets, los nuevos datos sugieren que la tasa de impago está llegando al 45%. En un sistema que distribuye cada año mil millones de libras en préstamos, este porcentaje supone un importante agujero para las finanzas públicas. Según información de The Guardian –que dice haber tenido acceso a un documento del BIS (Department of Business)–, el gobierno está pensando en reducir las becas a los estudiantes más desaventajados, aunque esta medida entraría en vigor en 2015. En concreto, pretende convertir parte de ellas en préstamos. Además, también recortaría un 2% el presupuesto dedicado a investigación universitaria. La tasa de impago de los préstamos está llegando al 45% ¿Subir o bajar las tasas?Los rumores sobre el fracaso de los préstamos a universitarios han reavivado el debate sobre las tasas. El Partido Laborista ha anunciado que está elaborando un proyecto de reforma integral de la financiación universitaria, aunque aún no ha concretado oficialmente su contenido. Previsiblemente, propondrá una bajada en el límite tope de las tasas, de las 9.000 libras actuales a 6.000. Además, en una segunda fase, se decantaría por eliminar del todo las tasas, y sustituirlas por un “impuesto a los graduados” (Graduate tax): el universitario tendría que pagarlo durante un número de años después de acabar su educación universitaria. Este método de financiación ya se ha discutido en el seno del partido laborista, pero hasta ahora nunca se ha abogado públicamente por él. Según sus defensores, libera a las cuentas públicas (al contribuyente) del peso de las deficitarias finanzas universitarias. De esta forma, el estudiante, y solo el estudiante, sería quien lo soportara. Sin embargo, los detractores del impuesto a la graduación consideran que puede generar otros problemas: por un lado, podría llevar a los estudiantes a terminar sus carreras en otros países, o a emigrar para no pagar el impuesto; además, al establecer un mismo precio para todas las carreras en todas las universidades, desincentivaría la competitividad entre ellas. En el bando opuesto al Partido Laborista están quienes defienden el actual modelo, o quienes incluso piden una nueva subida de las tasas para adecuarlas a los costes reales de la plaza universitaria. El vicerrector de la Universidad de Oxford, por ejemplo, ha reclamado recientemente más libertad para fijar las tarifas. Por su parte, Nick Clegg, líder del partido liberal-demócrata, ha defendido el sistema vigente, y ha señalado que la percepción de bancarrota en las cuentas universitarias está muy ligada a una coyuntura económica especialmente desfavorable. Si las cifras macroeconómicas mejoran, el actual modelo garantizaría la solvencia. De hecho, ha argumentado, a pesar de los pesimistas augurios de la oposición, el número de matriculaciones sigue creciendo. En la balanza final de las finanzas universitarias tiene un importante papel el número de estudiantes extracomunitarios, puesto que para ellos no existe un tope en las tasas, sino que se les puede cobrar el coste real. Según informa The Guardian, el número de alumnos chinos en programas de postgrado no deja de crecer, y ya suponen en torno a un 25% del total. Sin embargo, los de otras nacionalidades, como India o Pakistán, están bajando fuertemente.

Aumentan los préstamos universitarios no devueltos

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