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Una red para descubrir al vecindario

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Federico Bastiani, un italiano de 37 años, llevaba tres años viviendo en via Fondazza, en Bolonia, pero apenas conocía a sus vecinos. Acostumbrado a las intensas relaciones humanas del pequeño pueblo donde se había criado, le parecía que en su ciudad existía una gran frialdad, o incluso indeferencia, en el trato personal. Así que en 2013 decidió crear un grupo cerrado en Facebook con el nombre “residentes de via Fondazza”, y lo anunció con carteles pegados por la zona. Ese fue el germen del proyecto Social Street.

Actualmente existen más de 370 “calles sociales”, la mayoría de ellas en Italia, aunque ya se han extendido a lugares tan lejanos como Brasil, Reino Unido o Nueva Zelanda. En total involucran a más de 20.000 personas. El éxito se debe en gran medida a su simplicidad: cada grupo –formado siempre por vecinos de una pequeña zona– se organiza de forma completamente autónoma y diseña las actividades que mejor le convienen, desde salidas deportivas o encuentros culturales hasta meros aperitivos entre vecinos. El objetivo es recuperar el tejido ciudadano que, según Bastiani, ha caracterizado a las pequeñas poblaciones durante tanto tiempo.

A diferencia de otros proyectos similares como las comunidades de transición (poblaciones que se organizan para producir y consumir productos de forma ecológicamente sostenible), detrás de Social Street no hay ningún tipo de reivindicación ideológica. Se trata solo de fomentar las relaciones personales, aprovechándose de la plataforma que ofrece Facebook para organizar los encuentros: lo virtual al servicio del cara a cara.

“Mental Page” ofrece al usuario un espejo donde mirarse sin la presión de tener que gustar a otros

Hasta ahora el proyecto se ha financiado con las donaciones de los usuarios. Como explica Bastiani, quizá la plataforma como tal se pase de moda en un tiempo y acabe por desaparecer; sin embargo, si esto ocurriese al menos habría servido para conectar a muchas personas; además, cada comunidad podría seguir funcionando por su cuenta sin ningún problema.

Se puede decir que Social Street pretende despertar una necesidad en cierta forma inhibida por las redes virtuales al uso: la de las relaciones cara a cara con el prójimo (del latín proximus, cercano). Se ha dicho que nunca como ahora el ser humano es un “animal social”, y sin embargo no es infrecuente que el hombre moderno viva conectado con personas de las que le separan miles de kilómetros y aislado de otras con las que podría interactuar todos los días, y cuyas vidas podría mejorar fácilmente. Nada como la cercanía y el tiempo juntos para que cualquier relación pase de la superficialidad a la autenticidad.

Personalidad en construcción

Muchos perfiles de Facebook u otras redes sociales se construyen a modo de escaparate. La persona que está detrás selecciona unos cuantos rasgos o referencias “agradables a la vista”, quizá dictados por la corrección política o la simple moda del momento. Lo mismo puede decirse de los comentarios: en ocasiones detrás de algunos se percibe una cierta obsesión por el “like” o el retuit. El saberse delante de un público potencialmente inmenso, no limitado por barreras geográficas, puede generar un “apetito social” desmesurado, que coaccione la autenticidad y la profundidad personales. Contrarrestar esta tendencia es el objetivo de Mental Page, una iniciativa “anti-facebook”.

Mental Page es una plataforma para construir un “diario on-line” de uso estrictamente personal. Actualmente cuenta con más de 10.000 usuarios. Su creador, un español de 39 años llamado Lorenzo Pastor, ha sido uno de los emprendedores seleccionados para la campaña “Hechos de talento”, que pretende promocionar la innovación española en el extranjero.

La definición de Mental Page como diario ha de tomarse en sentido amplio: cuando uno se hace una cuenta se le ofrecen varias posibilidades. Una es la de redactar efectivamente algunas notas sobre cualquier tema. Otro apartado funciona como agenda. Pero lo más original respecto a otros servicios son secciones como “listas y prioridades”, “metas” o “control de crecimiento”. En ellas cada usuario fija unos propósitos para su mejora personal, que luego puede seguir y evaluar gracias a gráficas y tablas.

El objetivo de “Social Street” es recuperar el tejido ciudadano y las relaciones directas con los vecinos

Según Pastor, esta herramienta –a medio camino entre el diario y el examen de conciencia– pretende ser como un antídoto contra el exhibicionismo que caracteriza gran parte de lo que ocurre en las redes sociales. Tratar de parecer ingenioso o interesante a toda costa condena frecuentemente a la superficialidad. En un mundo virtual que gira en torno al botón “compartir”, y donde la privacidad solo se invoca cuando se trata de defenderla de una intromisión, Mental Page quiere rescatar el sentido positivo de la intimidad: cuidar la parte más profunda y reflexiva de uno mismo, y para eso fomentar primero la reflexión sobre las prioridades en la vida.

De alguna manera, se puede decir que las creaciones de Bastiani y Pastor comparten una misma intención: contrarrestar el anonimato y el “postureo” que tantas veces falsean las relaciones personales en la red; acercar el mundo virtual a la vida real. La primera es una apuesta por la proximidad y el cara a cara frente a los amigos virtuales que no exigen ningún compromiso; la segunda ofrece al usuario un espejo donde mirarse sin la presión de tener que gustar a otros.

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