Retorno a los clásicos

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The Economist (18-V-96) resalta la actual recuperación del interés por los clásicos en la edición y en la enseñanza.

(…) De repente, de las rotativas sale una oleada, y no es exageración, de traducciones de clásicos. En los últimos meses, en Gran Bretaña, la editorial Penguin ha lanzado una nueva colección llamada «Poetas Traducidos»: los primeros tres autores son Virgilio, Horacio y Homero; Marcial llegará en junio, y Ovidio, Safo y Séneca, más tarde. Oxford University Press acaba de lanzar una nueva antología de versos clásicos traducidos, que se suma a la publicación de casi veinte nuevas traducciones de textos latinos y griegos desde 1993.

En Estados Unidos, Harvard University Press saca al mes media docena de reediciones de la «Biblioteca Clásica Loeb», colección de unos quinientos volúmenes de textos clásicos originales con traducción paralela; también está produciendo cinco o seis nuevas traducciones al año. La cosecha de 1996 incluye una traducción revisada de la Odisea, una nueva de Sófocles, la primera parte de las obras completas de Eurípides (Penguin compite con su propia edición), otra edición de Marcial y la primera novela griega que se conserva, Calírroe, de Caritón (…).

Una pequeña editorial francesa, Arléa, ha obtenido un gran éxito con una colección llamada «Retour aux Grands Textes», formada por breves traducciones, en formato popular, de autores clásicos y de algunos otros, que se venden en estaciones ferroviarias y aeropuertos.

(…) Este renacimiento se explica, en parte -pero sólo en parte-, por la vuelta gradual a la enseñanza de los clásicos, después de varios decenios de baja. Lo cual es sorprendente. En Estados Unidos y en Gran Bretaña, el latín dejó de ser asignatura obligatoria en la escuela a finales de los años 60 (el griego había desaparecido mucho antes). Por un tiempo, los clásicos conocieron una rápido decadencia. En el momento más bajo, a mediados de los 70, en las escuelas norteamericanas sólo había 20.000 alumnos que estudiaban latín.

Pero (…) ha habido una nueva oscilación del péndulo. Ahora, en Estados Unidos estudian latín entre 50.000 y 60.000 alumnos de 12 a 18 años y unos 90.000 de 7 a 12 años.

(…) En Gran Bretaña, la Asociación de Profesores de Lenguas Clásicas ha preparado un plan para reintroducir el latín en 400 escuelas primarias. En Francia, Jacqueline de Romilly, miembro de la Academia Francesa, fundó en 1992 una asociación para promover la enseñanza del latín y del griego. Romilly calcula que el número de estudiantes de lenguas clásicas ha crecido un 75% desde su punto más bajo, en los años 70; y de su libro Pourquoi la Grèce? se han vendido más de 60.000 ejemplares, cantidad enorme para una obra seria de no ficción.

El resultado es que ahora hay una nueva generación de estudiantes con cierto interés por los clásicos pero sin suficientes conocimientos, por lo general, para leer los originales. De ahí la necesidad de traducciones. (…)

(…) El aumento de estudiantes de lenguas clásicas explicaría un incremento gradual de las traducciones (…), pero no la actual irrupción. Tiene que haber algo más que atraiga a los lectores. Lo más probable es que sea la sintonía entre los temas clásicos y las preocupaciones del presente. En las obras de los poetas épicos (Homero, Virgilio) y de los trágicos (Esquilo, Sófocles) destacan dos temas que no hace mucho estaban pasados de moda y hoy vuelven a ser intensamente tópicos: qué significa ser un héroe y la influencia del azar en la historia.

Hace una generación, estaba intelectualmente mal visto dar mucha importancia a los individuos en la historia: había que explicar los hechos humanos por la lenta acción de fuerzas impersonales -por ejemplo, el capital, el mercado de trabajo o la demografía-, acción en teoría implacable y predecible. Pero, aunque tales fuerzas efectivamente influyen, recientes transformaciones imprevistas -el final del apartheid, el hundimiento del comunismo, la guerra en la antigua Yugoslavia- han hecho tambalearse la confianza en esa manera de explicar la historia. Ya no convence esa forma de verla como un proceso lento e inexorable, a semejanza del movimiento de las placas tectónicas: la suerte influye y las contingencias importan; los individuos no son intrascendentes.

(…) Lo excepcional no es el reciente resurgimiento de los clásicos, sino la precedente decadencia. ¿Significa esto que los lectores vuelven a la gran tradición clásica? No parece. En comparación con siglos anteriores, este renacer es de segunda mano: mientras en otros tiempos los lectores redescubrían y reinterpretaban los clásicos mismos, ahora redescubren traducciones. En este sentido, los grandes escritores de Grecia y Roma se han recuperado sólo en parte de la decadencia de los años 60. Pero en el caso de Homero o en el de Virgilio, esa caída no fue más que un mero episodio sin gran importancia.

La poesía de Homero ha sobrevivido no a uno, sino a dos hundimientos totales de civilizaciones: primero, el que hubo entre los primeros rapsodas y el periodo clásico griego, varios siglos después; segundo, el posterior a la disolución del imperio romano. Ningún escritor en inglés -ni en francés ni en alemán- ha tenido aún que pasar la prueba de sobrevivir a un solo desastre semejante. Si el caso de Homero sirve de indicio, los clásicos perdurarán.

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