En sus primeros años, las redes sociales funcionaban como espacios para interactuar con amigos, familiares, conocidos. Eran un lugar para verlos y ser vistos por ellos, así fuera a través de un filtro. Ahora, los algoritmos, el contenido creado con Inteligencia Artificial, la publicidad y la autopromoción las han transformado en otra cosa: plataformas de consumo de contenido, a las que se acude para matar el aburrimiento. Vibes y Sora2, las nuevas redes creadas para compartir exclusivamente vídeos elaborados con IA confirman el cambio de concepto.
Hubo un tiempo en el que las personas entraban a Instagram, Facebook o Twitter para ver en qué estaban sus amigos, y para compartirlo ellos también… qué ensalada iban a comer, qué pensamiento se les había cruzado por la cabeza, qué canción acababan de escuchar. Entonces, Facebook tenía como lema “te ayudamos a conectar y compartir con las personas que hacen parte de tu vida”. ¿Su misión? “Las conexiones de verdad, los amigos reales”, como compartió el mismo Mark Zuckerberg en un post de 2006.
Ahora, esos días de publicar contenido de forma espontánea y casual, para estrechar lazos sociales, han quedado atrás. “Lo de los amigos ha bajado bastante”, declaró Zuckerberg en abril de 2025 ante un juzgado que investigaba su compra de Instagram y Whatsapp. “Facebook, en concreto, se ha convertido más en un espacio de entretenimiento y descubrimiento general”, concluyó el fundador de la plataforma. Según los datos que proporcionó al jurado, el tiempo que los usuarios pasan viendo contenido de sus amigos había bajado en Facebook de un 22% a un 17% desde 2023. En Instagram, de un 11% a un 7%.
Tienes el mismo público objetivo que los influencers
El resto del tiempo invertido en esas plataformas se pasa o bien en los mensajes directos y los chats privados, uno de los servicios de las redes en los que aún se tiene contacto con conocidos, o bien en los “feeds”: es decir, mirando el contenido que arroja el algoritmo (publicaciones de cuentas populares, publicidad, y, ahora, el contenido creado con inteligencia artificial). Para comprobarlo, basta con abrir cinco minutos una de estas aplicaciones y revisar cuánto tarda en aparecer un post de algún conocido.
El tiempo que los usuarios pasan viendo contenido de sus amigos ha bajado en Facebook de un 22% a un 17% desde 2023.
Ante la avalancha de contenido de influencers y marcas profesionales, al usuario “de a pie” se le abren dos opciones. La primera es resignarse a ser un espectador pasivo más, parte de la audiencia de esas cuentas. La segunda es convertirse ellos mismos en creadores de este tipo de contenido, y orientar las publicaciones no a sus seres queridos, sino al algoritmo mismo, o a una audiencia general. Esto, sin tener los recursos de los “posters” profesionales y siendo conscientes de que no satisfacer estos estándares implica, necesariamente, caer en el olvido.
Cada persona que postea se convierte así en un mini-influencer, curando su marca personal. Hay reglas implícitas de cómo ordenar un carrusel (o “photo dump”) y qué incluir en él (una foto en grupo divertida, tal vez un selfie, una foto de la naturaleza para que se note que pasas tiempo afuera, una que muestre que tienes hobbies…). Según Freya India, periodista enfocada en la cultura digital, “nos hemos convertido en personajes de televisión; nuestras memorias, en episodios; nosotros mismos, en entretenimiento. Nos hemos convertido en el contenido sin sentido”.
La era post-redes sociales
Pocos aguantan lo que esto implica; la mayoría se asienta en el papel de “audiencia”. Según una investigación llevada a cabo por el Financial Times y la consultora de datos GWI, la cantidad de personas que dicen utilizar plataformas de redes sociales para mantenerse en contacto con sus amigos, para expresarse o para conocer a gente nueva ha caído significativamente –más de un 25%– desde 2014. En cambio, el número de quienes dicen usarlas para “matar el tiempo” ha aumentado al menos un 15%. Datos proporcionados por la BBC señalan que casi un tercio de los usuarios de las redes sociales publican menos que hace un año.
El hartazgo general respecto a cómo están funcionando estas plataformas se manifiesta también en el tiempo de uso. Según el análisis del Financial Times, en el que se recogieron datos sobre los hábitos digitales de más de 250.000 adultos en 50 países a lo largo de 10 años, este ha bajado un 10% desde 2022. A finales de 2024 era más o menos de 2 horas y 20 minutos. La primera cohorte en empezar a cortar el tiempo de uso fue, ni más ni menos, la Generación Z.
Mientras muchos de los jovenes que crecieron en el ecosistema digital de las redes buscan más conexión humana y más autenticidad en los contenidos, los magnates de Silicon Valley insisten en la otra dirección.
Estos datos coinciden con que, en los últimos años, han surgido cada vez más iniciativas entre la gente joven para recortar el uso de las pantallas, en general, y de las redes sociales en particular. Una de ellas es Appstinence, un movimiento que empezó en Harvard –la misma universidad en la que nació Facebook– para ayudar a jóvenes a crear un plan de consumo digital y reducir su tiempo en redes sociales. Este es liderado por estudiantes y se propone “revertir la atrofia social y degradación moral de toda la generación”, según señalan en su página web.
Por su parte, Seàn Killingsworth, de 22 años, fundó el movimiento Reconnect en los campus universitarios de Estados Unidos para crear “hábitats de conexiones humanas”, es decir, espacios libres de móviles para pasar una hora con otros estudiantes sin la tentación de mirar a la pantalla. La idea, reportada en el New York Times, nació tras haber identificado una necesidad en su generación: “Los centennials necesitamos la normalidad que nunca hemos tenido”. Esta iniciativa justamente busca recuperar el tiempo de conexión humana que se está perdiendo cuando se pasan alrededor de dos horas viendo, ya no lo que hacen amigos y seres queridos, sino los posts y videos que les ofrece el algoritmo.
Una nueva forma de ver a tus amigos: la IA
Mientras mucha gente, especialmente los jóvenes que crecieron en el ecosistema digital de las redes, busca más conexión humana y más autenticidad en los contenidos, los magnates de Silicon Valley insisten en la otra dirección. A mediados de septiembre, Meta anunció la creación de “Vibes”, un canal para crear videos cortos con Inteligencia Artificial, y luego compartirlos a través de reels y stories de Instagram y Facebook. OpenAI, por su parte, a finales de septiembre lanzó Sora2, la primera red social para compartir contenido creado exclusivamente con esta tecnología.
Esta plataforma –a la que hasta el momento solo se puede acceder por medio de una invitación– tiene un interfaz idéntico a Tiktok, el mismo algoritmo de recomendación y sus mismas opciones para interactuar con tus amigos, enviarles contenido y seguirlos. La diferencia es que, para publicar, el usuario ya no tendrá que grabarse a sí mismo o producir su propio video. En vez, podrá crearlos con Inteligencia Artificial, utilizando su imagen, y la de sus amigos. Con un simple prompt, cualquiera podrá crear clips de quien quiera, bailando con un perro, saltando de un paracaídas… o robando un supermercado, como fue el caso del primer clip de esa plataforma en hacerse viral. ¿El implicado? Ni más ni menos que Sam Altman, el CEO de OpenAI.
Los riesgos que introducen estas plataformas para el ecosistema digital son evidentes. Al fin y al cabo, sirven para crear deepfakes en cuestión de clicks. Además, pueden acelerar el fin de las redes sociales y la interacción humana a través de internet tal como las conocemos. José Luis Orihuela, profesor de Comunicación Multimedia y Estrategia Digital de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, señala en declaraciones para Aceprensa que es probable que una saturación de contenido creado con IA las vuelva cada vez más impersonales y monótonas. Aún así, el ser humano tiende a lo real y a lo auténtico. Por eso, según este experto en cultura digital, “seguramente surgirán, como contrapartida, redes sociales libres de IA para recuperar un poco de la autenticidad que han ido perdiendo en los últimos 20 años”.