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Levi Strauss cierra fábricas ante el declive de los vaqueros

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Nacido hace más de cien años como prenda de trabajo, pronto popularizado entre los cow-boys, adoptado por los obreros en los años 30, el blue-jean se empezó a ver en las ciudades norteamericanas después de la última guerra mundial y en los años 60 se convirtió en símbolo para los jóvenes «rebeldes» del mundo entero. Pero los rebeldes han envejecido, y sus hijos -o nietos- no sienten tanta afición hacia la prenda-estandarte.

Las ventas de vaqueros están bajando, y nadie lo sufre más que la marca mítica de la mítica prenda, Levi Strauss, que va a cerrar once de sus 27 fábricas en Estados Unidos y cuatro de las de Europa. En este continente, el descenso de ventas fue del 8% el año pasado.

Parece que la crisis es, sobre todo, del prototipo del jean. Capean mejor el temporal otras marcas que han diversificado más sus productos, y ahora venden versiones menos ajustadas, hechas con tejidos más suaves que el del áspero 501, incluso lavado.

Al dar la noticia, Le Monde (12-II-99) pregunta a conocedores del negocio por la causa del declive de los vaqueros. El director general de Lee Cooper en Francia, empresa competidora de Levi Strauss, cree que «el jean se ha trivializado. Ya no es para los jóvenes un símbolo de oposición al orden establecido». Y si la rebeldía ha dejado de ser motivo suficiente para enfundarse en unos vaqueros, entonces «los fabricantes deben poner en sus productos un fuerte valor añadido», concluye el director general. El responsable de un negocio de confección señala: «Los adolescentes constituyen el grupo de referencia para la industria de la ropa. Y ellos no quieren vestir como sus padres o sus abuelos». Por eso sentencia: «La imagen que está ligada al jean clásico es reflejo de una época pasada».

Los vaqueros, pues, no se corresponden con los valores emergentes de la moda. Uno de ellos es la comodidad, según explica la directora de compras de una empresa de distribución: «La tela vaquera es bastante menos agradable de llevar que tejidos como los elásticos, la lycra, el hilo, el terciopelo o la malla; materiales que ahora son muy demandados».

Otros dudan que el carácter unisex del jean, estimado por feministas de otros tiempos, responda a las aspiraciones de las mujeres de hoy. Ahora, dicen, las mujeres buscan la diferencia. O sea, la uniformidad de los años 70 está démodée, como subraya Didier Seynave, director de marketing de una empresa especializada en la distribución de tejidos para la confección: «Ahora, la gente pide prendas para ellos mismos, no para sellar la pertenencia a un gran grupo, sino para componer su propio vestuario, en grupos pequeños». Esto supone que la demanda es cada vez más fragmentada y diversificada.

Pero advierte también que sería precipitado certificar la defunción de los vaqueros. Las modas suben, bajan, vuelven: nada asegura que el jean no pueda recuperar su auge.

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