La prensa gratuita adquiere carta de ciudadanía

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En 1995 nació en Estocolmo «Metro», el primer diario de información general gratuito, con un formato escueto y un contenido directo. Desde entonces la prensa gratuita se ha asentado en muchos países, dejando claro que no es sólo Internet la causa de la crisis de la prensa de pago «tradicional».

En España, los gratuitos madrileños «20 Minutos» y «Metro», con 2 y 1,7 millones de lectores respectivamente, solo son superados en difusión por el deportivo «Marca», con 2,5 millones, y por «El País», con 2,2 millones.

A estos se ha sumado el diario gratuito «Qué!», lanzado en enero por el grupo Recoletos. Aprovechando las rotativas en las que se imprime el diario «Marca», cuenta con ediciones repartidas en 13 ciudades de España. Recoletos, que no tiene ningún diario de información general, no ha querido hacer la guerra a los otros grupos de prensa sumando calidad a la gratuidad, y ha apostado por repetir la exitosa fórmula de «comida rápida», aunque con pocas calorías informativas.

El sector se ha ampliado desde abril con «Ahora», el primer gratuito que sale por la tarde en Madrid. Ahora tiene más contenido redaccional y análisis que los otros gratuitos. El rotativo está dirigido por Joaquín Vila, ex director de «La Razón», y su capital está repartido entre un grupo de empresarios, la mayoría andaluces, encabezados por José Enrique Rosendo. El periódico se repartirá al principio en restaurantes, hoteles, farmacias, universidades y edificios de oficinas de los distritos del centro de Madrid.

En Alemania, el grupo Axel Springer, editor del periódico de mayor tirada («Bild»: 3,8 millones de ejemplares diarios en 2004), parece haber vencido la batalla contra los gratuitos procedentes de Escandinavia que intentaron implantarse allí. El «20 Minuten» del grupo noruego Schisptedt sobrevivió sólo dos años, a partir de 1999, a la competencia de los gratuitos creados, también en Colonia, por Springer («Köln Extra») y por los grupos de prensa regional DuMont y Schauberg («Kölner Morgen»): una vez extinguido el gratuito escandinavo, dejaron de publicarse también los de las editoras alemanas. Por su parte, el jefe de «Metro», Pelle Toernberg, quiere «firmar las paces» y cooperar con Springer en Alemania porque, «si uno no está representado en Alemania, no está representado en Europa» («Le Monde», 7-04-2005). Springer sigue apostando por los periódicos baratos, pero no gratuitos, y después del éxito de «Fakt» en Polonia, quiere lanzar otro en algún país occidental.

En París «Métro» y «20 Minutes» han alcanzado 1 y 1,2 millones de lectores, respectivamente, situándose entre los más leídos de la capital francesa, solo por detrás de «Le Parisien», y por delante de «Le Monde». Al igual que en España, los gratuitos han conquistado un público que no era lector de diarios y, así, París ha pasado de una tasa de población mayor de 15 años lectora de diarios del 40% (una de las más bajas de las capitales europeas) a más del 50%, lo que no sucedía desde hace más de veinte años.

En Estados Unidos, los gratuitos han pasado desde 2001 del 1 al 4% en el mercado de diarios norteamericanos. La política del sueco «Metro» -presente en Montreal, Toronto, Filadelfia, Nueva York y Boston- es allí más comedida que en Europa: su tirada es de 600.000 ejemplares para las tres ciudades estadounidenses, y en la última de ellas se ha aliado con el «New York Times», propietario al 49% de «Boston Metro».

En EE.UU. ha surgido ya un «magnate» de la prensa gratuita, Philip Anschutz, un millonario tejano, conservador y cristiano. Después de comprar el «San Francisco Examiner» (el primer periódico de William Randolph Hearst, el ciudadano Kane de Orson Welles), ha lanzado una cadena de gratuitos con el mismo nombre. Frente a los 175.000 ejemplares del gratuito «Express», editado por el «Washington Post», Anschutz edita en la capital 260.000 del «Washington Examiner», y además pisando fuerte: más de la mitad de los ejemplares se distribuyen a domicilio, sin dejar de ser gratuitos.

A pesar de unos comienzos modestos, parece que también en EE.UU. habrá guerra entre prensa de pago y gratuita. Según James MacDonald, editor del «Washington Examiner», la suerte está echada: «la gratuidad es el futuro de los diarios. Dentro de diez años habrá muy pocos diarios de pago. Los medios continuarán diversificándose y la oferta será abundante. No hay razón para pagar por informaciones que se pueden obtener gratuitamente» («Le Monde», 15-03-2005).

Santiago Mata y Juan Ignacio Abollado

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