La difícil independencia de la prensa checa

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Con la caída del comunismo, la prensa checa recobró la libertad de palabra. Pero la conquista de la independencia está resultando una tarea difícil. Y cuatro años después de la «revolución de terciopelo», gran parte de la prensa nacional y regional está en manos de grupos extranjeros. Para frenar esta tendencia, empieza ya a hablarse de limitar más la participación de capital extranjero, mientras que algunos periodistas y editores han constituido una asociación en favor de una prensa libre.

Pasado el periodo de euforia tras la libertad recobrada, las duras realidades económicas empezaron a imponer su ley. Mientras que el poder adquisitivo de los checos disminuía, los periódicos tuvieron que duplicar su precio de venta para hacer frente al aumento de costes. Las publicaciones creadas con poco dinero a partir de la antigua prensa comunista han tenido que buscar capitales extranjeros para sobrevivir.

Grupos periodísticos de Europa Occidental han visto ahí la oportunidad de extender su campo de acción a un precio bajo y se han decidido a invertir. Así, el grupo alemán Passauer Neue Presse (PNP), asociado con dos antiguos responsables del grupo de prensa comunista, ha comprado casi toda la prensa regional, diaria y semanal. El grupo suizo Ringier, además de lanzar diversos títulos de prensa especializada, ha creado el diario sensacionalista Blesk (el más difundido del país, con 450.000 ejemplares) y ha comprado el más importante semanario de información general (Reflex). Además acaba de lanzar un nuevo diario vespertino para Praga y está en negociaciones para entrar en el capital del diario de los intelectuales, Lidové Noviny.

A su vez, el grupo francés Hersant (bien implantado ya en Polonia con siete diarios regionales y en Hungría con un diario nacional y una revista de televisión), dispone del 49% del capital del primer diario de información general checo, Mlada Fronta Dnes (400.000 ejemplares).

Esta irrupción del capital extranjero, aunque esté dictada por consideraciones más económicas que ideológicas, no deja de inquietar en la República Checa. El pasado junio, la oficina de defensa de la competencia anuló la venta de 11 títulos al grupo alemán PNP por «situación dominante en el mercado». La actual ley de prensa sigue un criterio muy liberal y permite que un grupo controle hasta el 30% del mercado. Ahora, el jefe de la oficina va a proponer al gobierno que la participación extranjera en las empresas periodísticas no pueda superar el 50% del capital.

Movidos también por el afán de defender la independencia de la prensa, algunos periodistas, intelectuales y editores han fundado una Asociación para la libertad de prensa, que se propone hacer frente al creciente dominio del capital extranjero y al poder que conservan antiguos dirigentes comunistas de la prensa y la televisión.

También inquieta al gobierno checo la entrada de extranjeros en la televisión, en este caso por motivos más bien políticos. A finales de enero, el organismo independiente encargado de regular la televisión autorizó la creación de una cadena privada de ámbito nacional, la primera de la Europa ex comunista. La licencia fue concedida a Televisión Independiente Checa, que tuvo que competir con otros 25 licitantes, entre ellos un grupo en el que participaba la CNN. El nuevo canal -que se sumará a los dos estatales ya existentes- es propiedad, en un 75%, de Central European Development (CED), una compañía de capital mayoritariamente norteamericano fundada en 1990 por un ex embajador estadounidense en Hungría.

Para fundar su cadena, CED se alió con seis socios checos, todos próximos al presidente Havel y a los partidos de centro-izquierda. Éste parece ser el motivo por el que la concesión ha disgustado al gobierno de centro-derecha presidido por Václav Klaus. Desde que se otorgó la autorización, el gobierno y el partido de Klaus no han dejado de criticar la decisión, con la pretensión de que se revoque o los concesionarios renuncien.

A finales del pasado mes de mayo, el presidente del nuevo canal dimitió quejándose de presiones políticas por parte del gobierno. El partido en el poder alega, por su parte, que el canal autorizado es contrario a los «intereses checos».

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