Javier Muñoz, fundador de Jana: “Es un error identificar el mundo del arte con el del famoseo”

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Javier Muñoz, fundador de Jana: “Es un error identificar el mundo del arte con el del famoseo”

En el año 2000 Javier Muñoz fundó Jana, hoy Escuela Internacional de Artes Escénicas que ha recibido 46 Premios Nacionales y tiene más de 3.000 alumnos entre sus sedes de España, México, Estados Unidos y Perú. En septiembre comienzan un Grado Superior de Arte Dramático en Madrid.

A Muñoz siempre le atrajo mucho el mundo artístico, pero comenzó su carrera en el financiero y acabó cambiando de rumbo profesional casi por casualidad. Con él hablamos de la tan temida frase “mamá, quiero ser artista”. ¿Hasta qué punto es real vivir una vida normal o formar una familia siendo actor, cantante o bailarín?

De pequeño, Javier Muñoz (Madrid, 1964) soñaba con ser aviador y volar por el mundo, pero una úlcera de estómago le puso pronto los pies en la tierra. Después pasó por veterinario, guitarrista… “Eran los años 80, la época en que empezaron los videoclips y a mí me fascinaban. También me encantaba el mundo del cine, el espectáculo y, en general, las historias que te llegaban hasta el fondo”.

Cuando llegó el momento de elegir carrera, sus padres le aconsejaron muy sensatamente que optara por unos estudios universitarios formales y practicara lo demás a modo de hobby, y “la verdad es que les hice caso, porque siempre han tenido mucho sentido común y me han aconsejado bien”. Estudió Económicas con la ilusión de que las asignaturas más pegadas al marketing le abrieran alguna puerta al mundo de la creación, “pero luego empecé la carrera y era todo Matemáticas, Estadística… Me crucé con un profesor de Finanzas que hizo que me fascinara la creatividad de esa disciplina y la elegí como especialidad”.

Como tantos otros, comenzó su carrera en un banco y después dio el salto al mundo de la empresa. En 1998 vivía en Valladolid y era el director financiero de una compañía del sector del metal. “Vendíamos máquinas para hacer papel, y a mí lo que me gustaba era bajar al taller y ver cómo se construían, los procesos, estudiar qué pasos podíamos ir informatizando… Me parecía súper creativo y me lo pasaba muy bien”. En sus ratos libres seguía componiendo y se compró un buen aparato de música para poder escuchar en estéreo todo lo que iba grabando.

Cambio de rumbo

Su carrera profesional parecía ya totalmente encauzada, pero el cambio comenzó a colarse en su vida sin que él se diera cuenta. “Había un par de colegios en las afueras de Valladolid que a mí me encantaban, Peñalba y Pinoalbar, y me dijeron que tenían algunos problemas de promoción, por si se me ocurría algo para ayudarles a darse a conocer más en la ciudad. Pensé que la mejor manera era a través de las artes y montamos una obra de teatro: Antígona tiene un plan”. Comenzaron los ensayos, pero aquello era bastante soporífero, así que se les ocurrió meterle unas cuantas canciones para que fuese un poco más divertida.

“El mundo del arte es trabajo: técnica de interpretación, técnica de canto, técnica de movimiento, trabajo en equipo…”

“Resulta que ese musical tuvo mucho éxito, continúa. No sé cómo, porque no había internet como ahora, sólo cintas de Betacam”. Una de ellas aterrizó en Telecinco, en manos de Emilio Aragón, al que le encantó, y llamaron al colegio para que fuera a representar Antígona en Madrid. “Fuimos con todos los alumnos, porque actuaban ciento y pico niños en ese musical, y así empezó todo”. Con el tiempo, Antígona tiene un plan acabó recibiendo dos premios nacionales MAX de las Artes Escénicas, y otras nueve nominaciones.

Aragón le animó a dedicarse a la producción de musicales, que entonces eran casi inexistentes en España. “Efectivamente, era una opción que a mí me gustaba mucho. Por eso siempre digo que la vocación profesional te acaba llegando, siempre y cuando la trabajes, claro. Mis padres tenían razón en que era un mundo complicado y tienes que tener un mínimo de madurez para poder entrar. Pero si es lo tuyo, acaba saliendo”.

Corría el año 2000 cuando Javier Muñoz dejó el mundo de la empresa y con lo que había ahorrado montó Jana Producciones. Como en muchos negocios, al principio las cosas no fueron fáciles; quebraron y volvieron a empezar. Ahora Jana, además de productora, es una Escuela Internacional de Artes Escénicas que cuenta con casi 3.000 alumnos en España, México, Estados Unidos, Perú y, pronto, Ecuador. “No sé cómo, pero los sueños que tienes de pequeño se pueden hacer realidad. El mío ya se está cumpliendo”.

Sin proponérselo Javier, ha montado un sistema educativo en Artes Escénicas que está funcionando en todo el mundo. A lo largo de estos años, Jana ha recibido 46 Premios Nacionales y más de un millón de espectadores han asistido a alguno de sus espectáculos: En nombre de la Infanta Carlota, Blancanieves Boulevard… Sus aulas son, desde hace tiempo, cantera de algunos artistas emergentes –actores, bailarines, cantantes– que están protagonizando los espectáculos más taquilleros de Madrid, desde Malinche a Pretty Woman; y sus alumnos más aventajados realizan intercambios con un programa de promoción de artistas de habla hispana en Broadway, impulsado por el mismísimo Lin Manuel Miranda.

Verdades y mitos en la carrera de los artistas

“Mamá, quiero ser artista” es una de las frases más temidas por cualquier padre o madre. Los que eligen ese camino en cualquier disciplina, no sólo los actores, saben que se enfrentan a un mundo complejo, en el que siempre hay que estar pendiente de buscar el siguiente proyecto. Pero “por mucho que estudiar Derecho y hacer una oposición sea más estable, hay gente que se ahoga con eso. En el mundo anglosajón siempre han dado mucha importancia a la formación artística desde el colegio, en cambio aquí se ha entendido como un hobby”.

Muñoz piensa que, en el fondo,esa sensación de disfrutarlo como un hobby y no como algo impuesto es muy necesaria. “A veces, la gente que estudia en los conservatorios sale diciendo que no quiere volver a tocar un piano en su vida, porque han recibido una formación muy estricta. El entrenamiento y el esfuerzo son necesarios, pero para mí es imposible ver la interpretación sin utilizar el verbo en inglés, play, que también significa jugar”.

“Queremos que ningún alumno sienta que tiene que hacer cosas que no quiere hacer, o que de alguna manera están por encima de su moral o su manera de pensar”

Eso no significa caer en el idealismo: “Cuando vienen aquí padres a contarme que su hijo pequeño sueña con ser actor y a ellos les da mucho miedo este mundo, yo lo entiendo perfectamente, porque lo conozco y sé que es difícil –señala Muñoz–. Pero si te dedicas profesionalmente a ello tienes las mismas posibilidades de ganar dinero que con cualquier otra carrera. A través de las artes puedes llegar al mundo de la educación, de la creación, de la producción de películas y eventos. Tienes muchas salidas muy interesantes porque hoy en día, sí que hay industria –aquí, en español– para poder dedicarse a ello”.

La viabilidad económica no es lo único que preocupa a las familias; también esa imagen de soledad y desenfreno que suele ir asociada a la vida de los artistas. “Ese no es el mundo del arte, es el mundo del famoseo. Y es un error identificar esos dos mundos. El mundo del arte es trabajo: técnica de interpretación, técnica de canto, técnica de movimiento, trabajo en equipo…”

De hecho, en los vídeos y folletos de Jana que incluyen testimonios de alumnos, muchos de ellos hablan del concepto “entorno seguro”. “Lo dicen por dos cosas. Por un lado, queremos que ningún alumno sienta que tiene que hacer cosas que no quiere hacer, o que de alguna manera están por encima de su moral o su manera de pensar. Se respeta a todos. Por otro lado, aquí nadie tiene miedo a fallar, nadie se va a reír de nadie si alguien no puede hacer una cosa, porque a Jana se viene a aprender. Si alguien se cae, le ayudamos entre todos a levantarse”.

Una apuesta profesional más segura

A partir de septiembre, Jana comenzará a impartir un Grado Superior en Arte Dramático, equivalente a un grado universitario. “De esa manera, si el alumno el día de mañana tiene problemas para encontrar trabajo de actor o cambia de opinión y prefiere crear su propia compañía o dedicarse a la docencia, tiene las mismas posibilidades que cualquier otra persona en cualquier otro grado: hacer un máster, opositar, etc.”.

Pero, realmente, ¿cuánta de la gente que pasa por Jana vive del espectáculo después? “De los alumnos junior, entre 6 y 16 años (unos 500 cada curso), más o menos entre un 5% y un 10% trabaja en espectáculos de manera profesional”. Sin embargo, en un contexto donde la educación ya no pivota tanto sobre el conocimiento sino sobre competencias, “muchos adultos y niños vienen porque les gusta y les da herramientas útiles para la vida, como la autoestima o la capacidad de trabajar en equipo”. No en vano, en Jana imparten también cursos de improvisación a grupos de opositores, a personas que trabajan de cara al público…

Eso está muy bien, pero “nuestro sueño es que el 100% de los que cursen el grado superior tengan opciones de trabajar en esto. Tienes que tener un poco de talento, trabajar duro y un poquito de suerte a la hora de los castings”.

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