Clay Shirky sigue siendo uno de los gurús de Internet. Profesor de la Universidad de Nueva York y responsable de su programa de telecomunicaciones interactivas, ha colaborado con múltiples publicaciones -como la revista Wired y The New York Times– escribiendo sobre los efectos de Internet en la economía y la sociedad. Muestra que la verdadera riqueza de Internet se fundamenta en la colaboración, de modo que los usuarios, con una pequeño esfuerzo, pueden aportar, al ser millones, grandes utilidades a todos los usuarios. Esa colaboración es desinteresada, gratuita y eficaz.
Todas estas características colaboran a la magia de Internet: que haya tantas cosas que nos interesan y sean de acceso gratuito. Este lema es también el centro de dos libros famosos sobre Internet: Wikinomics (1), de Tapscot y Williams , y La alquimia de las multitudes (2), de Pisani y Piotet, otros reconocidos expertos en la red.
Ha surgido también en Internet el crowdfunding, para financiar proyectos con pequeñas aportaciones, por ejemplo para hacer películas. Kickstarter es una de las páginas de Internet dedicadas a encontrar dinero. Como señala Rocío Ayuso, periodista, han logrado recaudar 15 millones de dólares entre sus usuarios desde su nacimiento en 2009.
¿Muchos contenidos o contenidos valiosos?
Pero ese modo de crear algo no siempre se puede trasladar sin más a toda la red; a toda creación cultural. Algunos emplean el término crowdsourcing en sentido amplio, de modo que cualquiera que usa Google o cuelga vídeos en YouTube, como dice Enrique Dans, los mejora. Dans es profesor de Sistemas de Información en IE Business School y colaborador habitual en prensa sobre los efectos de las nuevas tecnologías en personas y empresas. Entonces, ¿lo que importa es la acumulación de contenidos o que haya contenidos valiosos?
Aquí entra el siguiente lema: la democratización de la red de mano de la amateurización masiva. Se acabó el imperialismo de los medios, la arrogancia de unos pocos que controlan la información, dicen algunos. Pero, como señalan otros periodistas, una redacción, no es un mero conjunto de gente que escribe. Requiere mucho más, como el criterio para discriminar y jerarquizar la información, y aporta investigación y crítica a los poderes establecidos.
Los que critican el periodismo que se ha hecho desde las grandes empresas lo hacen desde un punto de vista del igualitarismo, aunque lo llamen democracia. Y abogan por que todos los que quieran cuelguen sus contenidos en la red. Eso sí, gratis y para todos. Con lo cual, ¿quién gana?, ¿qué es lo que gana? Ya se está haciendo, ya es posible colgar lo que se quiere y acceder a ello. Pero sigue siendo necesario, en algunos casos, cierta estructura -orgánica o jerárquica, colaborativa o del tipo que sea- para crear algo duradero y valioso. Una empresa periodística o cultural requiere una idea, un proyecto compartido, unos profesionales cualificados.
Las bazas de lo institucional
Clay Shirky rechaza en su conferencia la oposición “instituciones versus colaboración”: lo institucional como algo lento que impide la sencillez que ha logrado Flickr para organizar miles de fotos con el simple etiquetado por parte de los usuarios. Efectivamente, pero una gran biblioteca es más que etiquetar o catalogar bien los libros, pues realiza una función social democrática que distribuye cultura a todos, y necesita un proyecto y una organización.
Puede que el peso de lo institucional haya hecho difíciles o lentas ciertas acciones o haya impedido a veces otras imaginativas, pero ¿vamos a rechazar todo lo institucional porque tengamos otro producto online dúctil, ligero como Flickr? En vez de oponer ambos métodos, habrá que reconocer que en Internet lo institucional es adecuado para un tipo de acciones y lo colaborativo para otras. En Internet funcionan bien los sitios que aportan algo valioso para el usuario, sea la prensa institucional, los catálogos online de las bibliotecas públicas, las universidades online, Wikipedia, YouTube y muchos etcéteras. El tiempo nos dirá qué quieren los usuarios, dónde hacen clic y qué están dispuestos a pagar.
Un problema para muchas mentes
En sentido estricto, como modelo de negocios, el crowdsourcing es como una subcontratación masiva o un modo de sacar a concurso una tarea. Una empresa propone un reto o problema y una recompensa a quienes los solucionen. Hay varios casos explicados en Wikinomics que resultan asombrosos, como el de Linux o el de Goldcorp. En estos casos se destaca algo que se creó por la colaboración de varias personas y se ofreció de modo libre y gratuito a los usuarios. Aunque también es usual que en programación se mantengan foros para revisar los programas. Los productos no siempre son gratuitos. La diferencia es que Linux sí lo es.
El caso de Goldcorp, contado en Wikinomics, ocurrió en 2000. La empresa canadiense de explotación de minas de oro optó por compartir con todos en la red los datos de la empresa sobre yacimientos y obtener datos que les ayudaran a descubrir otros nuevos. Pasaron de guardar sus datos -algo lógico en este tipo de empresas y en otras muchas- a ponerlos a disposición de los internautas, de modo que éstos colaboraran en la búsqueda a cambio de un premio en metálico. Los participantes -consultores, militares, matemáticos, estudiantes- aplicaron matemáticas, física avanzada, gráficos informáticos y soluciones orgánicas. El concurso catapultó una empresa de 100 millones de dólares con bajo rendimiento a transformarla en un gigante de 9.000 millones.
Estos logros obtenidos como fruto de un concurso se han intentado trasladar a otro tipo de empresas. Muchas empresas han intentado contar con lo que los gurús de Internet llaman “inteligencia colectiva” o “sabiduría de las masas”. Es la unión de muchas personas que aportan su inteligencia y sus recursos para crear una amplia variedad de bienes y servicios gratuitos, que cualquiera puede utilizar, modificar y apropiarse. Este es el mensaje, pero ¿no hace falta una empresa que sustente la organización, que promueva el concurso, que discrimine en los cientos de datos que la multitud envía separando aciertos y errores?
Así lo hace InnoCentive, que conecta a las organizaciones en busca de solución a un problema con personas de todo el mundo que cobran un premio si la descubren. Por ejemplo, según cuenta en su web, la NASA quería encontrar un mejor modo de prever la actividad solar, y planteó la cuestión en InnoCentive. El premio fue ganado por un trabajador ya retirado que había estudiado las erupciones solares para la industria de telecomunicaciones. La NASA no sabía que se había hecho esa investigación.
InnoCentive cobra por el contacto entre las partes y también un porcentaje del premio. En este sitio, proponen problemas organizaciones como Boeing, Dow Chemical, DuPont, Procter and Gamble, Novartis o SAP
___________________________
NOTAS
(1) Don Tapscott y Anthony D. Williams, Wikinomics. La nueva economía de las multitudes inteligentes. Paidós, 2007.
(2) Francis Pisani y Dominique Piotet, La alquimia de las multitudes: cómo la web está cambiando el mundo. Paidós, 2009.