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El entretenimiento no funciona en Internet

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En un reciente artículo, The Economist (19-VIII-2000) analiza algunos de los fallos de Internet como nuevo medio. Así, NBC Internet, creada por NBC como fuerte apuesta por la red, ha visto disminuir el valor de sus acciones en un 89% y planea despedir a 1 de cada 5 empleados. Internet ha generado, según el semanario, demasiadas esperanzas entre las cadenas de televisión y otros emporios del entrenimiento. El nuevo medio se presentaba como la oportunidad para llegar a más hogares y nuevos mercados antes inaccesibles, reducir costes y conseguir una publicidad más rentable. Pero Internet no ha estado a la altura de las expectativas, pese a las fuertes inversiones, que siguen creciendo.

«Hasta la fecha, el entretenimiento digital es un fracaso», declara Ted Leonsis, presidente de Interactive Properties Group, del grupo America On Line (AOL). Si tenemos en cuenta, considera The Economist, que AOL, la compañía más grande de Internet, compró Time Warner, la mayor empresa de entrenimiento del mundo, el pasado enero, la afirmación de Leonsis parece bastante sorprendente. Sin embargo, el interés de AOL en Time Warner no era por sus contenidos, irrelevantes por el momento para Internet, sino por el hecho de que entre el grupo de empresas adquiridas se encontraban dos de bienes de consumo de gran atractivo para el comercio electrónico.

El problema, según The Economist, es que Internet permite la transmisión de música y texto en condiciones óptimas, pero no del vídeo, que es la parte más importante de la industria del entretenimiento. El desarrollo de la banda ancha que demanda la difusión de imágenes ha ido más lento que lo esperado. En 1999, solo 1,5 millones de hogares norteamericanos (1,5% del total) contaban con conexiones de Internet de banda ancha. Por otro lado, las empresas de cable han sido muy lentas, por lo que solo un tercio de los hogares cableados tienen banda ancha. Es un círculo vicioso: como no hay contenidos, la gente no demanda conexiones de banda ancha; mientras no haya conexión, no hay mercado para los contenidos.

Las novedades en Internet tienen, según The Economist, el atractivo de lo nuevo, pero luego la demanda real no existe. Es posible que el hecho de que Stephen King «publicara» su última novela en la red, con el resultado de que 400.000 personas se la bajaran en las 24 horas siguientes, despierte la preocupación de las editoriales. Pero la realidad es otra: muchos no leyeron la novela, simplemente fueron atraídos por la novedad. A los consumidores les puede gustar la idea de conseguir libros gratis en Internet, pero a nadie le gusta leer algo medianamente largo en una pantalla de ordenador, ni tampoco imprimir 200 páginas, ni llevarlas sin encuadernación por ahí: el libro es más cómodo.

La dificultad final estriba, a fin de cuentas, en el modo de hacer dinero en la red. La música, por ejemplo, llega al aficionado internauta con una buena calidad, pero ¿cómo hacer que pague? Hay poca música en Internet porque hay pocos dispuestos a pagar por ella. En este sentido, The Economist insiste en la idea de pago por contenidos: el punto de resistencia que hace fracasar muchos negocios o iniciativas en la red. Cuando miles de nuevas empresas ofrecen todo en Internet gratis, la idea de hacer pagar a alguien por contenidos resulta muy difícil de mantener. Quizás, a medida que muchas de estas nuevas empresas se queden sin financiación, otras podrán empezar a cobrar por los contenidos.

Por otro lado, la publicidad no parece ser la solución. The Economist considera que si las cifras totales de facturación publicitaria crecen, es porque hay muchos nuevos sitios; pero eso no significa que la publicidad sea rentable: hace tres años, uno de cada cien navegantes se molestaba en hacer clic en la publicidad; hoy la proporción no llega al 0,4%.

La verdad, concluye The Economist, es que solo algunos productos funcionan: los que comportan poco tiempo, muchos datos o contenidos muy específicos. Así, las noticias triunfan en la red: un tercio de los estadounidenses las leen en la red al menos una vez a la semana. El Wall Street Journal, que descansa en una gran profusión de datos (cotizaciones, informes sobre resultados, etc.), cuenta con una modalidad de suscripción electrónica que está resultando rentable. La información deportiva, que exige rapidez y también es rica en datos, es otro contenido muy apreciado.

En cambio, para la mayoría de las grandes empresas de entretenimiento la vida no va a ser muy fácil en el nuevo medio. Algunos sitios web de entretenimiento general han desaparecido (Digital Entertainment Network), otros han aplazado su lanzamiento sin fecha concreta (caso de Pop.com, de Dream Works, la compañía de Spielberg). La buena noticia para los grandes del entretenimiento es que no van a tener mucha competencia en Internet. La mala es que, en cualquier caso, hacer dinero no les va a resultar fácil.

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