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Uno de los derechos humanos más importantes de nuestro tiempo

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En la visita ad limina de los obispos norteamericanos de Pensilvania y New Jersey, Juan Pablo II ha animado a los católicos a promover una legislación conforme con la dignidad del hombre. En el discurso, que el Papa entregó a los obispos el 11 de noviembre, alabó el esfuerzo de la Iglesia de los Estados Unidos por motivar a los laicos a participar en la vida pública.

El movimiento en favor de la vida, totalmente dependiente de la acción de los laicos que lo han dirigido y lo han apoyado de forma incondicional, merece vuestro apoyo y vuestra dirección constantes. Defender el derecho a la vida de los niños por nacer es una de las cuestiones de los derechos humanos más importantes de nuestro tiempo. (…)

Dado que no es lícito hacer nunca el mal para lograr el bien (cfr. Rom 3, 8; cfr. Veritatis Splendor, nn. 79-83), los católicos tienen el deber de promover una legislación que corresponda a la ley moral y tratar de reformar la legislación si no refleja la verdad de la dignidad humana y de su destino trascendente, siempre con medios legales y un debate racional. Como Conferencia Episcopal, con razón habéis afirmado que el respeto que salvaguarda la santidad y la dignidad de la vida humana es el criterio primario y decisivo que se debe tener presente a la hora de evaluar la política pública.

Pido a Dios que la sociedad acepte vuestro estímulo a «poner a los hijos y a las familias en primer lugar» y que apoye vuestros esfuerzos por «promover alternativas de vida al aborto», alentando la opción amorosa de la adopción y los programas de ayuda a las mujeres embarazadas, en especial entre los más pobres.

Los católicos deberían también manifestar su profunda preocupación por las graves amenazas contra la dignidad del hombre que plantean la eutanasia, el suicidio asistido y las demás acciones que ponen en peligro a los ancianos, los enfermos y los desamparados. (…)

Queridos hermanos, el desafío de proclamar toda la enseñanza de la Iglesia sobre la trasmisión responsable de la vida humana dentro del matrimonio es una parte integrante de nuestra misión profética como heraldos «de la verdad del Evangelio» (Ga 2, 14). (…)

Es preciso que ayudéis a vuestros sacerdotes a adherirse firmemente a esta enseñanza y a comprometerse a formar las conciencias de quienes han sido confiados a su solicitud pastoral, de acuerdo con la plena verdad del Evangelio.

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