Un enfermero alemán, acusado de matar a 29 pacientes

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El enfermero Stefan L., de 25 años, mató al menos a 29 personas en 18 meses en el hospital de Sonthofen en Baviera, según ha revelado la policía: la primera, el 2 de febrero de 2003, cuando sólo llevaba cuatro semanas empleado en el hospital. Estos asesinatos en serie no han «reabierto» ninguna polémica en Alemania, país donde la experiencia del periodo nazi enseña que se habla de matar por compasión para matar a los que resultan molestos.

Lo que llevó a la captura de Stefan L. -un índice de que estos crímenes no se persiguen con excesivo celo- fue que comenzaron a echarse en falta los medicamentos que empleaba para matar a los pacientes: barbitúricos, lenitivos del dolor y otros que producen parálisis respiratorias. Los medicamentos desaparecían cuando Stefan L. estaba de guardia. Al final, confesó haber matado a 10 enfermos «por compasión y para ahorrarles mayores sufrimientos sin sentido». Pero Stefan L. no era un médico capaz de decidir cuándo un tratamiento es inútil, sino un simple enfermero: tras exhumar 42 cadáveres, los forenses llegaron a la conclusión de que mató al menos a 29 personas (en otros 38 posibles casos los cadáveres fueron incinerados). Ahora se enfrenta a 6 acusaciones de asesinato, 22 de homicidio y uno de homicidio a petición.

En los seis casos calificados como asesinato, se trataba de enfermos no terminales. Uno de ellos era una mujer de 73 años en franca recuperación. Además, seis de los pacientes estaban conscientes cuando Stefan L. los mató, aunque este punto no ha sido utilizado por los peritos para distinguir los casos de homicidio de los de asesinato.

Frente a la idea de eutanasia por compasión, el director de la clínica, Andreas Ruland, se mostraba convencido de que Stefan L. «es un hombre con una gran energía criminal, que ha elegido concienzudamente a sus víctimas». No obró, pues, por compasión, sino que «manejó informaciones médicas para cometer sus crímenes sin despertar sospechas».

El doctor Karl-Heinz Beine, profesor de psiquiatría y psicoterapia de la Universidad de Witten/Herdecke, ha estudiado más de 20 casos de asesinatos en serie de pacientes de hospitales y asilos, y descarta la compasión como motivo de estos crímenes. «Raramente se encontraban estos pacientes en su fase terminal», asegura Beine, para quien el móvil de estos asesinatos refleja sobre todo la incapacidad del autor para soportar situaciones de sufrimiento. «Se trata de una autocompasión más que de una auténtica participación en el sufrimiento de las personas enfermas». Algo que encaja en el caso de Sonthofen, donde algunos compañeros del enfermero acusado declararon que su motivación fue más bien quitarse trabajo de encima. El Dr. Beine mostró también su sorpresa por el largo plazo de tiempo que pasa entre los crímenes y su investigación: cinco años para el caso del enfermero Roger A., que mató a 22 personas y ha sido condenado a cadena perpetua el 21 de enero.

Los autores suelen ser personas «inseguras de sí mismas» y con «conflictos prolongados no resueltos». Para Beine, si se quiere evitar estos crímenes en el futuro, es preciso lograr que en los hospitales haya una atmósfera que permita al personal clínico hablar abiertamente con sus colegas sobre sus dificultades para acompañar a enfermos terminales y los deseos de acelerar la muerte que se le pasen por la cabeza.

Santiago Mata

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