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Se aprueba la píldora abortiva en Estados Unidos

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La píldora RU-486 (mifepristona), usada para abortar dentro de las siete primeras semanas de gestación, podrá ser comercializada en Estados Unidos, tras obtener, la semana pasada, la autorización de la Food and Drug Administration (FDA). Este era un objetivo largamente buscado por las organizaciones abortistas, que esperan que así el aborto sea menos visible y, por tanto, menos polémico.

Para los abortistas de Estados Unidos, es importante que el aborto pueda realizarse fuera de las clínicas especializadas, donde se concentran las acciones de los pro-vida. En otros países donde la RU-486 está autorizada, se tiene que administrar en un hospital: cautela tomada por razón de los riesgos que implica la píldora (ver servicio 68/99). La FDA, en cambio, ha decidido permitir que la RU-486 se tome en la consulta de cualquier ginecólogo que tenga los conocimientos necesarios. Cosa que los abortistas celebran, pues de este modo -dicen- el aborto se convierte en un procedimiento rápido, sencillo y privado.

En realidad, como señala el Washington Post en un editorial (29-IX-2000), la píldora abortiva «no disminuye en modo alguno la complejidad moral del debate en torno al aborto», y tomarla «no es el procedimiento médico trivial que sus entusiastas a veces han imaginado». Además de la dosis (600 mg) de mifepristona, a las 48 horas la mujer tendrá que volver a la consulta para ingerir dos pastillas de 200 mg de misoprostol. Los efectos secundarios -dolores y hemorragias durante 9 a 16 días- la obligan a quedar bajo vigilancia médica, y al cabo de ese tiempo, el ginecólogo debe comprobar si el feto ha sido expulsado: si no fuera así, habría que realizar un aborto quirúrgico. En uno de cada cien casos, las hemorragias son tan graves que requieren enviar a la paciente al quirófano.

Por eso, la FDA exige que el médico tenga concierto con un hospital al que pueda remitir a las pacientes necesitadas de intervención quirúrgica. Además, a toda mujer que solicite la RU-486 habrá que entregar un folleto con información detallada sobre el procedimiento, los efectos secundarios y las posibles complicaciones.

La aprobación de la RU-486 en Estados Unidos ha sido un sinuoso proceso que ha durado más de diez años, impulsado solo por el interés de las organizaciones abortistas, no por la industria farmacéutica. Tras algunas tentativas, en 1993 la empresa propietaria de la patente, Roussel Uclaf (filial de Hoechst), renunció a comercializar la píldora en Estados Unidos, para no meterse en polémicas. Entonces cedió los derechos para Estados Unidos al Population Council, fundación dedicada a promover el control de la natalidad. En 1997, Hoechst abandonó por completo la producción de la RU-486 y transmitió gratis la patente a Édouard Sakiz, uno de los inventores.

Para iniciar los trámites ante la FDA, al Population Council le faltaba un laboratorio que produjera y vendiera la RU-486, pero no encontró ninguno que estuviera dispuesto. Por eso, en 1995, los promotores de la píldora constituyeron la empresa Danco Laboratories, cuyo fin exclusivo es fabricar ese único producto. El desinterés de las compañías farmacéuticas está justificado, dicen los analistas financieros. Según uno de ellos, citado en un despacho de la agencia Dow Jones (29-IX-2000), con la RU-486, unos laboratorios ya establecidos en el mercado arriesgarían su reputación a cambio de modestas perspectivas de beneficio.

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