Los problemas del anonimato de los donantes de gametos

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El Parlamento británico lleva debatiendo desde hace meses una reforma de las leyes que regulan la fecundación artificial. La propuesta más llamativa y espinosa ha sido el permiso para intentar crear embriones híbridos humano-animal. Después de que la Cámara de los Lores rechazara un veto a este permiso -veto promovido por Lord Alton-, y aunque la ley todavía no ha sido definitivamente aprobada, la autoridad competente, la Human Fertilisation and Embryology Authority (HFEA), ha dado luz verde a dos proyectos que tratarán de crear ese tipo de embriones (ver Aceprensa en Internet, 18-01-2008).

El procedimiento que se seguirá es el de usar óvulos de vacas, sustituyendo su núcleo original por el núcleo de una célula adulta humana. Los investigadores, en cualquier caso y por ahora, tienen prohibido implantarlos en úteros.

La prensa internacional sólo ha dado cuenta de esta parte de la reforma, pero hay otras cuestiones importantes relacionadas con el proceso. Por ejemplo, los problemas que se pueden derivar del anonimato de los donantes de gametos. Lord Alton ha desvelado durante el debate el caso de una pareja de británicos que se casaron sin saber que eran hermanos gemelos. Procedentes de diferentes familias de adopción e ignorantes de su vínculo familiar, se casaron. El matrimonio fue declarado inválido cuando se conoció el parentesco.

Casos semejantes podrían darse con la fecundación artificial, pues la ley británica aseguraba hasta 2005 el anonimato de los donantes de gametos. En el caso de una mujer que recurra a un donante de esperma, el certificado de nacimiento sólo exige el nombre de la madre y reserva a ésta la decisión de revelar a su hijo que nació por fecundación artificial. El cambio legal de 2005 permite que, cuando el hijo cumpla 18 años, pueda saber quién es su padre biológico, pero exime a este de toda responsabilidad legal o económica con respecto a aquel.

Donantes demandados

La ley no ha amparado a Andy Bathie, un bombero que donó esperma a una amiga lesbiana para que pudiese tener un hijo que mantener junto a su pareja. Después la mujer se separó de su pareja, y reclamó el apoyo económico del donante. La Child Support Agency (CSA) consideró que estaba obligado a pagar, a pesar de que Bathie afirma que llegó a un acuerdo con la mujer para no tener que responsabilidades personales ni económicas. La CSA dice que la exención de obligaciones paternas por ley sólo se aplica a quienes realizan la donación a través de los centros con licencia para ello, lo que no hizo el donante. Después del eco mediático del caso, la CSA ha asegurado que revisará su decisión.

Un caso semejante ha tenido lugar en Estados Unidos, con victoria legal para el donante. Joel L. McKiernan donó esperma a una ex novia después de terminar su relación y con el compromiso mutuo de que él no tendría que encargarse de la manutención y educación de los gemelos nacidos por fecundación artificial con los gametos de ambos. Después de dar a luz, la mujer cambió de opinión y demandó al padre. El Tribunal Supremo de Pensilvania ha fallado recientemente a favor de McKiernan.

Está en preparaciónun estudio sobre las experiencias de personas nacidas de fecundación artificial con esperma donado. La autora, Elizabeth Marquardt, quiere llamar la atención sobre el hecho de que “nuestra cultura necesita un debate serio en torno a las implicaciones de las tecnologías empleadas para formar muchas de las familias alternativas de hoy en día, un debate que ponga los intereses de los niños en primerísimo lugar”, según explica. “No podemos dar por supuesto que los hijos de donantes se olvidan fácilmente de sus padres biológicos simplemente porque los adultos quieran”, dice.

Lo que preocupa a Marquardt es que “los niños de hoy están creciendo en una era en el que el concepto de paternidad es crecientemente flexible, concepto que a menudo sirve a los intereses de los adultos, sin que importen los niños”.

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