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Los obispos de EE.UU. deploran el apoyo de Amnistía Internacional al aborto

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Los obispos católicos de EE.UU. han deplorado la reciente decisión de Amnistía Internacional de apoyar la legalización del aborto (cfr. Aceprensa 16-05-07) y han pedido a los católicos que en la defensa de los derechos humanos “colaboren más estrechamente con organizaciones que no se oponen al derecho fundamental a la vida desde la concepción hasta la muerte natural”.

La postura de los obispos se expresa en una declaración del presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. William S. Skylstad, hecha pública el 23 de agosto. La protesta no habrá extrañado a AI, ya que, según el comunicado, se produce “después de casi un año de diálogo con los líderes de AI”.

Los obispos consideran que el apoyo de AI a la legalización del aborto, “mina su credibilidad moral y la aparta innecesariamente de su misión. Al promover el aborto, AI divide a sus propios miembros (muchos de los cuales son católicos y otros defensores de los derechos del niño no nacido) y pone en riesgo el apoyo que le presta gente de muchas naciones, culturas y religiones que comparten un compromiso coherente con todos los derechos humanos”.

Este cambio de postura de AI respecto al aborto llevará a mucho gente, dicen los obispos, “a buscar alternativas para acabar con los graves atentados contra los derechos humanos”. Hay que seguir luchando contra la pena de muerte, los efectos de la pobreza deshumanizadora y seguir apoyando a los presos de conciencia. Pero, “trataremos de hacerlo de modo auténtico, trabajando más estrechamente con organizaciones que no se oponen al derecho fundamental a la vida desde la concepción hasta la muerte natural”.

Mons. Skylstad advierte que “para algunos, la decisión de AI podría parecer una postura compasiva respecto a las mujeres en situaciones difíciles de embarazo; pero se trata de una falsa compasión: el verdadero compromiso con los derechos de las mujeres nos exige trabajar tanto por ellas como por sus hijos no nacidos”.

Esta postura positiva supone “proporcionar apoyo y servicios a la mujer embarazada, avanzar en su educación y en su posición económica en la sociedad, y resistir todas las formas de violencia y estigmatización contra las mujeres. La Iglesia católica proporciona estos servicios a muchas mujeres en todo el mundo y continuará haciéndolo”, concluye Mons. Skylstad.

La declaración concluye pidiendo a AI que “vuelva a actuar de acuerdo con sus más nobles principios”, y reconsidere su política respecto al aborto.

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