Los médicos italianos restringen la fecundación artificial

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El Consejo Nacional de la Federación de los médicos italianos ha aprobado unas normas deontológicas que restringen la fecundación artificial prácticamente a las parejas heterosexuales estables. Esta medida intenta hacer frente al vacío legislativo que existe en Italia sobre esta materia y que ha provocado numerosos escándalos en los últimos años.

A partir de ahora ya no se permitirá que una mujer de 63 años tenga un hijo gracias a la implantación de un óvulo fecundado artificialmente, como ocurrió en 1992; o que nazca un bebé dos meses después de la muerte de su madre, gracias a un embrión congelado y a la colaboración de una tía que aceptó llevar a término este embarazo insólito.

Las normas de la Federación, que agrupa a trescientos mil médicos, forman parte del nuevo Código de Deontología, y han sido aprobadas por abrumadora mayoría de los 140 delegados (sólo votaron en contra 14, que exigían reglas más severas). Los puntos centrales, en el apartado de fecundación artificial, se resumen en cuatro prohibiciones que nacen como resultado de «enfocar el problema pensando ante todo en el bien del niño»: se prohíbe practicarla en mujeres mayores de cincuenta años, así como en parejas lesbianas o después de la muerte del marido; también se excluyen todas las formas de maternidad subrogada, remunerada o no, en las que la mujer cede su útero para gestar hijos de otros.

Igualmente se prohíbe la selección genética por criterios raciales o intelectuales, y la explotación comercial de gametos y embriones.

Los médicos que violen estas normas serán sometidos a sanciones disciplinarias, que pueden llegar hasta la expulsión del cuerpo.

Esta normativa, acompañada de una petición para que el Parlamento legisle urgentemente sobre esta materia, ha provocado reacciones ampliamente positivas. Aunque no han faltado los comentarios contrarios, sobre todo de médicos que realizan algunas de las prácticas ahora proscritas: «Es un acto nazi-maoísta, pues está contra el progreso científico y social», afirmó un especialista en fecundación artificial de mujeres menopáusicas. También expresaron su contrariedad algunas de las «mamás-abuelas» que tuvieron hijos con este procedimiento. Actualmente hay por lo menos 120 clínicas privadas que se dedican a la procreación asistida, pero sin que exista ningún control sobre lo que hacen.

Algunos especialistas, aunque consideran que la normativa es positiva, han señalado que aborda sólo ciertos casos-límite, pero no toma en consideración los problemas «normales», como el destino de los embriones supernumerarios y todo lo referido a la conservación de embriones. La Conferencia Episcopal, por su parte, señaló que supone un paso adelante en la exigencia de respetar la dignidad de la vida, aunque se echa en falta «un planteamiento claro sobre la fecundación artificial, con el riesgo de que se reduzca todo a simple hecho técnico».

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