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Licencia para vivir

publicado
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Para tener derecho a vivir, no se precisa más título que ser persona humana, dice Charles Moore en The Spectator (Londres, 23-IX-95). El autor critica las tesis del filósofo Peter Singer, que este mismo expuso en un número anterior de la revista.

A diferencia de la mayoría de los abortistas, Singer admite que el feto es «un ser humano vivo». Pero pasa luego a sostener que «eso sólo no basta para sostener que sea ilícito acabar con su vida». A falta de Dios, cree que «no es suficiente la mera pertenencia a la especie Homo sapiens para determinar si se elimina o se respeta una vida (…). Lo que importa es qué capacidades o características tiene el ser vivo». «Se podría aceptar -añade- que, así como el ser humano se desarrolla gradualmente en el terreno físico, también aumenta paulatinamente su relevancia moral».

La solución que propone Singer es, entonces, celebrar «una ceremonia un mes después del nacimiento, en la que el niño sea admitido en la comunidad. Antes de ese momento, no se le reconocerá el mismo derecho a la vida que tienen los adultos». El profesor Singer reconoce que ese periodo de un mes es bastante arbitrario (otros pueden pensar, con el rey Herodes, que sería mejor poner el límite en los dos años); de todas formas, la ceremonia serviría para hacer constar «el reconocimiento de que ese es un niño amado y aceptado por sus padres o por otras personas que han de cuidar de él». Cabe suponer que si ellos dictaminaran que el niño en cuestión es una criatura francamente desagradable, no tendría lugar el «reconocimiento» y el bebé no aceptado sería conducido a algún lugar para ser ejecutado.

(…) Si el profesor Singer está en lo cierto cuando afirma que la relevancia moral de una persona crece poco a poco, paralelamente al desarrollo físico, entonces no hay límite a la precariedad de nuestro derecho a la vida. ¿La decadencia física reduce la relevancia moral, al igual que el desarrollo físico la hace crecer? ¿Qué pasará con los ancianos, los paralíticos, los lisiados y los ciegos, con Stephen Hawking y Christopher Reeve? ¿Tendrán que permanecer alerta, por si la sociedad, actuando como una gran potencia respecto a un país débil, decide retirarles el «reconocimiento»? ¿Llegará un día en que la sociedad concluya que incluso el profesor Singer ya no puede desarrollarse más y, por tanto, debería dejar de ser «reconocido»?

(…) Singer dice que «el orden moral que defiende el Papa es una cáscara vacía, basada en una serie de creencias que la mayoría de la gente ha abandonado». Pero esos principios cristianos no son simplemente unas costumbres arcaicas, como los negros y anchos sombreros que usan los judíos ortodoxos. Son enseñanzas morales que presentan una idea de la dignidad de la persona. Es cierto que dependen de una metafísica, pero ¿no piensa la gente como Singer que el concepto de dignidad humana puede sobrevivir a la muerte de Dios? ¿No deberían decir algo más sobre lo que el hombre es, antes de afirmar con tanta seguridad si debería vivir o morir?

De modo no explícito, y tal vez no deliberado, Singer sostiene una noción del hombre que equipara poder con derecho. Su justificación del aborto se basa en que el feto, que en otro caso habría nacido, y a veces sus padres, carece de cierta cualidad que todo el mundo debería poseer y la sociedad tiene derecho a esperar en cada uno: es demasiado estúpido o enfermo, o sus padres son demasiado jóvenes o pobres.

(…) Para los que piensan como Peter Singer, la «especie Homo sapiens» no es un club suficientemente exquisito. Además de la «mera pertenencia», necesitas una especie de tarjeta Visa Oro que certifique que has alcanzado el requerido grado de desarrollo físico, madurez moral, alto valor neto, corrección política o cualquier otro criterio que determinen quienes tienen el poder de hacerlo.

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