Las células madre adultas dan más resultados que las embrionarias

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Las posibilidades terapéuticas de las células madre adultas resultan, en muchos sentidos, mayores que las de las células madre embrionarias, afirma un artículo publicado en Technology Review (noviembre 2001), revista del MIT. El autor, Stephen S. Hall, resume las últimas investigaciones y concluye que las células madre adultas «tienen mucha más versatilidad biológica y son capaces de diferenciarse en muchos más tipos de células de lo que nadie había pensado».

En principio, las células madre embrionarias son mejores, porque pueden dar lugar a cualquier tipo de tejido. Pero, aparte de que su uso implica la destrucción de embriones humanos, presentan un ligero riesgo de provocar procesos cancerosos. Las células madre adultas tienen menor capacidad de diferenciarse. A cambio, son más seguras y «parecen mejor programadas para lograr precisamente lo que se busca» en un caso determinado, dice un investigador citado en el artículo.

El hecho es que, hoy por hoy, los estudios con las células adultas llevan la delantera. «En el implacable crisol de los ensayos clínicos -escribe Hall-, donde las posibilidades terapéuticas se enfrentan a la variable realidad del cuerpo humano, las células madre adultas ya están siendo puestas a prueba, mientras que para empezar a usar células madre embrionarias en seres humanos faltan quizá de tres a cinco años».

Como recuerda el artículo, se han encontrado células madre en diversos tejidos del organismo adulto (piel, hígado, páncreas…), aunque la médula ósea es la fuente más abundante. Según Darwin J. Prockop, de la Tulane University, estas células «parecen formar parte de un sistema natural de regeneración, de modo que cuando un tejido resulta dañado, migran desde la médula ósea en grandes cantidades».

Es posible, además, que ciertas células madre de la médula ósea, llamadas mesenquimáticas, resuelvan el problema del rechazo. La empresa norteamericana Osiris ha descubierto que tales células -capaces de formar hueso, cartílago, músculo, tendones y algunos tejidos más- están desprovistas de los marcadores moleculares que desencadenan el rechazo, e incluso parece que segregan una sustancia que inhibe la respuesta inmunológica. Si esto se confirmara, se dispondría de una fuente de células madre de uso universal: no haría falta que procedieran del mismo paciente.

Curiosamente, señala el artículo, los progresos logrados con las células madre adultas han recibido poca publicidad, en comparación con lo mucho que se habla de las posibilidades de las células embrionarias. Hall cree que la causa de esto es extracientífica: «Para muchos investigadores, ha llegado a ser casi políticamente incorrecto hablar con llano entusiasmo de los estudios sobre células madre adultas: no porque no sean prometedores, sino porque tales elogios inevitablemente son armas en manos de los contrarios a la investigación con células embrionarias».

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