Juan Pablo II y Clinton: diálogo sobre el aborto

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La audiencia de Juan Pablo II a Bill Clinton el pasado día 2 puso de manifiesto que persisten las diferencias entre la Santa Sede y la Casa Blanca a propósito del control de natalidad y el aborto. La entrevista entre el Papa y el presidente norteamericano tuvo como tema principal los aspectos éticos de la Conferencia sobre Población y Desarrollo que se celebrará en El Cairo en septiembre.

Había un gran interés por esta primera audiencia de Clinton con el Papa en el Vaticano, precisamente porque los planteamientos sobre el aborto, la contracepción y, en general, las políticas sobre población que han surgido en la preparación de esa conferencia de la ONU, han enfrentado directamente a la Santa Sede con la administración norteamericana, principal inspiradora del disputado proyecto de documento final. Sobre este tema habían hablado por teléfono el Papa y Clinton el pasado 22 de abril.

Al final del encuentro, de casi cincuenta minutos, Clinton dijo que «hemos dado algún paso adelante, pero permanecen las diferencias, especialmente en lo que se refiere a la contracepción». Señaló que la administración norteamericana, a diferencia de China, no propugna el aborto como medio de control de la natalidad. Pero considera que hay que frenar el crecimiento de la población mundial para llegar a un «desarrollo sostenido». La portavoz del presidente subrayó que el programa del gobierno propugna un aborto «legal, seguro e infrecuente», y que rechaza las conclusiones de la anterior Conferencia sobre Población, celebrada en México en 1984 (que en una de sus resoluciones excluye el recurso al aborto como medio de control de la natalidad). Actualmente en Estados Unidos se realizan 1,6 millones de abortos al año, lo que supone más de 350 por cada 1.000 nacidos vivos; más del 40% se realizan en mujeres que han sufrido ya uno o más abortos.

«El Santo Padre -dijo por su parte el portavoz del Vaticano- ha hecho un llamamiento a la responsabilidad de una gran nación como la americana, la cual en su origen y a lo largo de la historia ha propugnado siempre valores éticos que están en la base de toda civilización».

La sensación que dominaba entre los observadores es que, posiblemente, la delegación norteamericana en la Conferencia de El Cairo moderará su postura, al menos en el lenguaje. Queda por demostrar si cambiará o no alguno de sus planteamientos de fondo. Para la Santa Sede, esa postura se basa esencialmente en prejuicios ideológicos y en mitos como la «explosión demográfica», que no resisten un análisis serio de la situación mundial.

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