Holanda: un enfermo de 80 años recurre a los tribunales para asegurar los cuidados médicos

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Amsterdam. En Holanda más de una vez los tribunales han resuelto casos en los que un enfermo había invocado el derecho a elegir la muerte. Ahora, por primera vez, un enfermo ha recurrido a los jueces a fin de que no se le retiren los medios necesarios para seguir con vida. El caso, que ha provocado un debate nacional, es revelador del clima creado por la aceptación de la eutanasia en la práctica médica.

El paciente tiene 80 años y se encuentra en estado terminal. Fue ingresado en junio en el Hospital de la Universidad de Utrecht y pasó seis semanas en cuidados intensivos, después de una operación en la que no le pudieron extirpar un tumor en el estómago. En el período postoperatorio aparecieron complicaciones. Cuando su situación se había estabilizado, salió de cuidados intensivos, pero le anunciaron que ante una recaída no volverían a ingresarlo en esta unidad.

Su hija Sophie Hankes, de 40 años, exigía que se hiciese todo lo posible por mantener en vida a su padre, de acuerdo con la voluntad que el paciente había manifestado al ingresar en el hospital. «Mi padre no quiere que nadie decida por él el momento de su muerte», afirmaba Sophie Hankes.

Para conseguir su propósito, recurrió a los tribunales. El Tribunal de Utrecht ha sentenciado que el Hospital Universitario está obligado a ayudar al enfermo en el trámite para encontrar otro hospital en el que puedan cuidarle, y que mientras tanto le ofrecerá los mejores cuidados. Pero los médicos no están obligados a mantenerle en la unidad de cuidados intensivos ni a practicarle tratamientos que consideren inútiles.

El caso ha dado lugar a un amplio debate. Al principio, los medios de comunicación presentaron el caso como el inverso de la eutanasia. Era la primera vez que alguien exigía por vía jurídica que se pusieran todos los medios para mantenerle en vida. Más tarde salieron a la luz otros puntos de vista, como la discriminación médica por razones de edad, que, aunque no cuenta con ningún apoyo jurídico, sí se da en la práctica.

En un informativo de TV, el Prof. Smallehout, catedrático de anestesiología, llamaba la atención sobre el peligro de que los hospitales funcionen cada vez más con criterios economicistas. «Hay una histeria de fusiones y como fruto aparecen grandes hospitales donde tienen una importancia enorme los cálculos, por ejemplo, la expectativa de vida de un paciente, lo que va a costar y si vale la pena o no mantenerle en vida». Al preguntarle el periodista si hablaba de teorías o realidad, contó que en un reciente congreso en Alemania se estaba hablando sobre la calidad de vida como elemento decisivo para anticipar la muerte. A su lado, un médico judío dijo con manos temblorosas: «Yo oí a Goebbels aquí en el año 42 hablar en esos mismos términos».

Al final el debate se desvió hacia la frontera entre el derecho del paciente a la vida y el del médico a negarse a aplicar tratamientos que no ofrezcan perspectiva de curación. El catedrático de Ética de la Universidad de Maastricht, Rob Houtepen, precisa que «en este debate sobre la actuación médica ante un enfermo en fase terminal, lo que está fuera de discusión es la calidad en los cuidados básicos que merece el paciente», como ha reconocido también el Tribunal de Utrecht. En cualquier caso, este episodio es revelador de la creciente desconfianza de algunos enfermos de edad avanzada, que temen que los médicos adelanten su muerte sin contar con su opinión.

Carmen Montón

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