Gran Bretaña estrena ley sobre tejidos humanos

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El 1 de septiembre entró plenamente en vigor en Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte la nueva Ley de Tejidos Humanos (la ley escocesa es prácticamente idéntica). Algunos aspectos de esta ley rigen ya desde abril de 2006, fecha tope fijada por la directiva europea sobre células y tejidos humanos, que define criterios mínimos comunes para el control de las condiciones de circulación y almacenamiento de las células y los tejidos humanos, cuya donación debe ser voluntaria, anónima y gratuita, aunque sí se permite el reembolso de gastos al donante.

El Reino Unido va más allá de la directiva comunitaria en varios aspectos. En 1999 se supo que algunos hospitales habían almacenado más de 100.000 órganos o muestras de tejidos de pacientes muertos, sobre todo de niños, para la investigación, sin conocimiento de los familiares. El escándalo desató un encendido debate sobre los límites de la investigación médica que llevó a proponer medidas drásticas, finalmente atenuadas en el texto final.

La ley prohíbe la extracción y almacenamiento de cualquier tejido humano sin consentimiento previo, salvo excepciones como el pelo o las uñas de personas vivas. Analizar sin permiso el ADN de una persona para realizar, por ejemplo, una prueba de paternidad, puede suponer tres años de cárcel. También será necesario el consentimiento para exhibir partes del cuerpo humano en conferencias médicas o museos.

El consentimiento se establece también como criterio decisivo en la donación de órganos. En este caso, se trata de evitar que la familia de un donante fallecido, sacudida por su muerte repentina, impida que se lleve a cabo la donación. Según la Oficina de Transplantes del Reino Unido, esto sucede en uno de cada diez casos.

Como gran novedad, cuando la persona muerta no haya expresado su voluntad, se permite mantener sus órganos con vida para ganar tiempo mientras se consulta a su familiar más cercano. Según Adrian McNeil, director de la Autoridad para Tejidos Humanos, creada para supervisar el cumplimiento de la nueva ley, estas medidas aumentarán en 400 el número de donantes cada año, lo cual significa unos 1.200 órganos más a disposición de los enfermos que los necesitan, aunque otros expertos consideran que estas previsiones son demasiado optimistas. A día de hoy donan sus órganos 600 personas cada año en el Reino Unido, frente a las 1.000 que podrían hacerlo. Unas 400 personas mueren mientras tanto en espera de un órgano. Todo ello contrasta con los datos ofrecidos por varias encuestas, que muestran que alrededor del 90% de la población apoya la donación de órganos, aunque sólo un 22% deja registrada su voluntad.

Otro de los objetivos de la ley es impulsar el transplante entre personas vivas. Este tipo de donaciones suele realizarse entre familiares, pero los órganos no siempre son compatibles. En estos casos, se buscará a un enfermo en espera y a un donante en la misma situación entre quienes exista compatibilidad. Si el riñón de A, por ejemplo, no es compatible con B, su esposo, pero sí en cambio con X -una mujer a la que no conoce-, le cederá a ésta su riñón, y B podrá recibir el riñón de Y, el esposo de X, o de otro donante con el mismo problema de incompatibilidad.

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