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El humo del tabaco y el de la marihuana

publicado
DURACIÓN LECTURA: 2min.

Contrapunto

Si exceptuamos la publicidad de las compañías tabaqueras, la imagen que transmiten los medios de comunicación sobre el hábito de fumar es hoy abrumadoramente negativa. Si no se trata de una información sobre los conocidos estragos que el tabaco causa en la salud, será una denuncia sobre las malas artes de los productores de tabaco para enganchar a los jóvenes, o un reportaje explicativo sobre los diversos modos de abandonar el tabaco. La única visión positiva de los placeres del cigarrillo que he encontrado últimamente se refería al hábito de fumar marihuana.

Un caso paradigmático puede verse en la información de El Mundo (16-I-97). En su suplemento de Salud de ese día destacaba un reportaje sobre cómo dejar de fumar, con la eficacia comparada de los distintos métodos. Su mensaje es que la terapia ayuda, pero para abandonar el tabaco hace falta fuerza de voluntad y motivación. En cualquier caso, el esfuerzo vale la pena, pues el riesgo que se corre es grave.

Pocas páginas después, los fumadores recobraban sus derechos. Claro que se trataba de los fumadores de porros. Una información desde EE.UU. celebraba que en el Estado de California fuera ya legal la venta y consumo de marihuana «con fines terapéuticos». La medida, aprobada por el 56% de los votantes en un referéndum celebrado con ocasión de las elecciones presidenciales el pasado noviembre, prevé que pueda venderse marihuana a quienes la necesiten por prescripción médica.

Los partidarios de esta medida aseguran que fumar marihuana alivia los sufrimientos de los enfermos de SIDA y de cáncer. Pero entre la propia clase médica son muchos los que discrepan de los supuestos efectos terapéuticos de la marihuana. Por la misma razón, podría hablarse de los efectos terapéuticos del tabaco, ya que mejora la capacidad de concentración y la memoria, y disminuye el estrés.

Es verdad que si a un enfermo terminal le ayuda el fumar marihuana, no hay por qué complicarle la vida. Al fin y al cabo, también se usa la morfina para combatir el dolor en esas situaciones. Otra cosa es que esa medida se presente como el primer paso en el camino hacia la aceptación social y legal del cannabis. Y eso es lo que transmitía esa información bajo el titular «El nuevo paraíso de la marihuana», donde se habla de los clubes de cannabis de San Francisco y se dice que el referéndum de California «puede tener un efecto de bola de nieve en el resto del país». En este caso, no se hace hincapié en cómo romper con la adicción, ni en la posible influencia que esta aceptación de la marihuana puede tener sobre los jóvenes. Quizá porque en este caso los que fuman son sobre todo enfermos de SIDA, y los clubes se encuentran en el corazón gay de la ciudad. Y es que hay humos y humos.

Ignacio Aréchaga

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