El hombre no es un mamífero como los demás

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Koichiro Matsuura, director general de la UNESCO, advierte que la clonación humana puede tener consecuencias muy peligrosas. Sus palabras están tomadas de un discurso que pronunció el pasado 10 de septiembre en la apertura de un coloquio celebrado en París, en la sede de la UNESCO, sobre el tema «¿Hay que prohibir la clonación humana?».

Matsuura aborda primero la llamada clonación «terapéutica», con la que se promete revolucionar la medicina regenerativa mediante el uso de células madre extraídas de embriones humanos. Pero los beneficios terapéuticos que se esperan no deben hacer que se descarten las cuestiones «en torno al estatuto del embrión» que plantea esta técnica. «¿Es lícito producir embriones a los que no se dejará desarrollarse hasta el final? ¿Y quién suministrará los innumerables óvulos necesarios para estas manipulaciones? El cuerpo de la mujer, en especial en los ambientes más desfavorecidos, ¿no será sometido a una nueva forma de mercantilización? El debate no está cerrado, y muestra la imperiosa necesidad de tener un estricto marco jurídico para las investigaciones sobre el embrión humano».

En cuanto a la clonación «reproductiva», hay otras cuestiones pertinentes. «Evidentemente, los clones humanos no serían monstruos. De otra parte, podrían recusar el proyecto normativo que los hizo nacer, y en todo caso deberían gozar de los mismos derechos que todo ser humano, y no ser objeto de discriminación u ostracismo alguno. Pero ¿puede darse por buena la visión del hombre y de la sociedad que entrañaría tal proyecto? Esta manipulación haría del clon el portador de un genoma escogido por sus determinadas características: ¡sería una forma de eugenesia cuyas desastrosas consecuencias psicológicas y sociales fácilmente podemos imaginar!

«La naturaleza da a cada uno de nosotros una identidad genética única. Renunciar a esta riqueza natural ¿no es abrir la vía a una artificial fractura genética entre humanos con genoma original y humanos con genoma clonado?».

Por eso, Matsuura subraya la necesidad de oponerse a «la voluntad de instrumentalizar la genética con fines dudosos, sean comerciales, ideológicos o prácticos». Así pues, «sigue plenamente vigente la prohibición formal e incondicional de la clonación reproductiva, propugnada en la Declaración universal sobre el genoma y los derechos del hombre elaborada y aprobada por la UNESCO en 1997 [ver servicio 162/97], y que la Asamblea General de la ONU hizo suya en 1998. La prohibición está justificada según todos los puntos de vista: médico, jurídico y moral».

Matsuura recuerda que la UNESCO prepara «una declaración sobre los datos genéticos, cuyo uso, si no se hace dentro de un marco normativo serio, podría derivar hacia consecuencias espantosas». «También se nos pide que reflexionemos sobre la posibilidad de elaborar una norma internacional sobre bioética». Pues -termina diciendo Matsuura- «el hombre no es un mamífero como los demás».

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