El evolucionismo, abierto a la crítica científica

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En un artículo publicado en el «New York Times» en julio pasado, el arzobispo de Viena, Card. Christoph Schönborn, criticó el evolucionismo materialista que niega la existencia de finalidad y designio en la naturaleza (ver Aceprensa 93/05). Como el asunto ha seguido discutiéndose en Estados Unidos, la agencia Reuters (20 noviembre 2005) pidió al cardenal que explicara más su postura.

El cardenal aclara que sus críticas se dirigen no contra la «teoría de la evolución», que «es una teoría científica», sino contra el evolucionismo entendido como «una postura ideológica según la cual la evolución puede explicar por completo el desarrollo del cosmos». A la vez, Schönborn tampoco aprueba el creacionismo de algunos fundamentalistas protestantes. «La enseñanza bíblica sobre la creación no es una teoría científica», precisa; por tanto, «no es una alternativa a la evolución».

Como en su artículo de julio pasado el cardenal se refería a «los abrumadores indicios de finalidad y designio» en la naturaleza, se ha dicho de él que se alinea con los partidarios del «diseño inteligente». Schönborn aclara ahora que coincide con ellos en que la complejidad y organización de la naturaleza viva remite claramente a una inteligencia superior; pero, a diferencia de ellos, él no basa esta deducción en datos científicos, sino en el ejercicio común y filosófico de la razón.

Análogamente, sus objeciones al neodarwinismo son esencialmente filosóficas. Si la evolución es «una teoría científica, debe estar abierta a críticas científicas. Lo que yo critico es una especie de estrategia para inmunizarlo, como si fuera una ofensa a la dignidad de Darwin decir que hay algunas cuestiones que esta teoría no puede explicar. Hay como un veto a la discusión de la teoría, y a los críticos se los desacredita o discrimina por principio». En cambio, debería haber un «espíritu crítico y abierto, en sentido positivo, para que no se haga un dogma de la teoría de la evolución», que «tiene mucho a su favor, pero carece de respuesta para algunas preguntas».

Por ejemplo, el neodarwinismo sostiene que la vida surgió casualmente de la materia. Pero el cardenal Schönborn objeta: «¿Es razonable decir que el origen del hombre y de la vida se explica solo por causas materiales? ¿Puede la materia crear la inteligencia? Son preguntas que la ciencia no puede responder, porque no caen bajo el alcance del método científico». Esto no significa que la razón humana no pueda abordarlas. «El sentido común nos dice que la materia no puede organizarse a sí misma. Para ello necesita información, y la información es una manifestación de inteligencia».

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