Disminuyen los casos de eutanasia legal en Oregón

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En Oregón (Estados Unidos), que con Holanda es uno de los dos lugares del mundo donde está legalizada la eutanasia, muy pocos enfermos la solicitan y, de ellos, menos de la mitad la llevan a efecto. Estos datos figuran en un análisis publicado en The New England Journal of Medicine (7-II-2002). Los autores son tres funcionarios del Departamento de Servicios Humanos del Estado.

En 1997, tras dos referendos, se aprobó en Oregón la Ley de Muerte Digna, que permite el suicidio con cooperación médica a los pacientes cuya esperanza de vida no sobrepase los seis meses (ver servicio 157/97). La petición ha de ser hecha por escrito y reiterada de viva voz dos veces, con al menos quince días de separación entre la primera y la segunda. Un médico debe confirmar el diagnóstico, así como informar al paciente de las otras opciones posibles, como los cuidados paliativos. Si se cumplen todos los requisitos y el enfermo se mantiene en su decisión, el médico puede recetarle una dosis letal de droga. El paciente ha de tomarla por sí mismo: a diferencia de Holanda, Oregón no permite que el médico provoque la muerte directamente.

Las solicitudes de eutanasia han subido año tras año desde que la ley entró en vigor. Hubo 24 en 1998, 33 en 1999, 39 en 2000 y 44 en 2001. Casi todos los pacientes (86%) tenían cáncer. Pero una cosa es pedir la eutanasia y otra ponerla en práctica. Solo 19 (43,2%) de los enfermos que la solicitaron en 2001 ingirieron las pastillas prescritas. De los 25 restantes, 14 murieron a consecuencia de la enfermedad y 11 seguían vivos al término del año. En 2001 se suicidaron además otros dos pacientes que habían obtenido la receta el año anterior.

Así pues, en 2001 hubo menos casos de eutanasia que en cualquier otro año, excepto 1998, y la proporción de solicitantes que efectivamente se suicidaron fue la más baja registrada hasta ahora.

En otro artículo publicado en el mismo número del New England Journal of Medicine, el Dr. Robert Steinbrook atribuye el descenso de los casos de eutanasia a la mejora de los cuidados paliativos. Según Steinbrook, medidas como «el control del dolor o de otros síntomas, remisión a centros de cuidados paliativos, consultar con otro médico o el uso de antidepresivos hicieron que se retractaran la mitad de los pacientes que habían pedido el suicidio asistido».

A la vista de ello, resulta significativo que en solo tres de los 21 casos de eutanasia registrados en 2001 interviniera un psiquiatra.

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