Una temporada para silbar, primera novela traducida al castellano de Ivan Doig (Montana, 1939), supuso el descubrimiento de un magnífico escritor aferrado a la historia y las tradiciones de Montana, estado fronterizo con Canadá, atravesado por las Montañas Rocosas. Verano en English Creek, novela de 1984, tiene un aire biográfico, pues Ivan Doig también procede de una familia de rancheros escoceses y antes de ser profesor de universidad fue granjero y trabajó en el Servicio Forestal de Montana.
La acción transcurre en el verano de 1939, poco antes de que dé comienzo la Segunda Guerra Mundial, noticia con la que concluyen los recuerdos del narrador, aunque también se cuenta de manera muy resumida su vida después de ese verano y la de los personajes más importantes de la novela. El narrador es Jick McCaskill, quien muchos años después recuerda aquel verano, cuando estaba a punto de cumplir 15 años.
No es un verano cualquiera, pues comienza con un enfrentamiento familiar que será uno de los hilos narrativos de la novela: su hermano Alec se enamora de Leona, quiere casarse inmediatamente, entra a trabajar de cowboy y renuncia a los planes de sus padres, que querían que fuese a la universidad. La decisión de Alec provoca una fuerte división en la familia.
Pero el verano trae consigo también toda una serie de trabajos propios de granjeros y acontecimientos festivos, que dan lugar a excelentes escenas.

Ivan Doig cuenta todas estas cosas detalladamente, con un cierto aroma a elegía de un tiempo y unas tradiciones ya pasadas que el autor quiere rescatar. El tono costumbrista y sociológico está, sin embargo, siempre humanizado, pues la galería de personajes secundarios es fantástica. A este fin ayuda la curiosidad de Jick, siempre dispuesto a aprender historias. Jick es un joven bien dispuesto, preocupado por la situación que atraviesa su familia, generoso en sus ideales y respetuoso con las tradiciones que han dado forma a la vida de rancheros y granjeros de esa parte de Montana.
Ivan Doig valora los pequeños detalles de aquellas trabajadas vidas, pendientes del tiempo, del ganado, de las cosechas. El interés por la naturalidad se traslada a las relaciones humanas y familiares, narradas con realismo, sin ocultar los problemas y dificultades pero sin poner el acento en lo salvaje y bronco. Ivan Doig, como Norman Maclean y Wallace Stegner, entre otros, evoca sin estridencias aquellos años de la Depresión dejándose llevar por una agradable melancolía.