Los regadíos son solo el 15% de las tierras de cultivo del mundo, pero proporcionan el 40% de la producción agrícola. El riego permite que las cosechas no dependan tanto de las condiciones climáticas y da mayor rendimiento. Lo malo es que, a diferencia de la lluvia, el agua de riego transporta sales, que pueden acabar arruinando los cultivos y haciendo estéril el suelo. Unos 10 millones de hectáreas de tierras de labranza se pierden cada año en el mundo por culpa de la salinización causada por el riego. Varios de los países más poblados de la Tierra -China, India, Pakistán, Estados Unidos o las repúblicas ex soviéticas- se encuentran entre los más afectados por este problema.
Por fortuna, unos investigadores de la Universidad de Toronto han dado con una solución. Han logrado un tomate trasgénico que puede cultivarse en terrenos muy salinos y a la vez mejora el suelo donde crece. En efecto, la nueva variedad resiste el riego con agua 50 veces más salina que lo normal porque aísla la sal en compartimentos celulares de los tejidos verdes. De este modo, el fruto no resulta afectado y además, la planta, al absorber una extraordinaria cantidad de sales, reduce la salinidad del terreno.
El equipo científico, dirigido por Hong-Xia Zhang y Eduardo Blumwald, ha conseguido este avance introduciendo en el tomate un gen de Arabidopsis thaliana, planta de la familia de la col. El gen en cuestión induce la síntesis de una proteína que permite a la planta aislar la sal. Se espera que el nuevo tomate pueda comercializarse dentro de tres años. Pero no será el único cultivo de su clase. Los investigadores han experimentado con el tomate porque se presta muy bien a la manipulación genética. Más adelante probarán con otros cultivos, empezando por la colza.
