Prejuicios periodísticos: un caso médico

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Michael Fumento -redactor científico en la revista Reason- comenta en Investor’s Business Daily (18-XI-96) el doble rasero con que la prensa ha presentado dos estudios que relacionan el aborto y el tabaco con el riesgo de cáncer.

Ha sido realmente mala la información que ha dado la prensa del reciente estudio que relaciona el aborto y el cáncer de pecho [cfr. servicio 147/96], en especial si la comparamos con la que se dio sobre estudios similares acerca del riesgo de cáncer de los fumadores pasivos.

Los cuatro autores del estudio, encabezados por el doctor Joel Brind del Baruch College de Nueva York, publicaron su trabajo en The Journal of Epidemiology and Community Health. Descubrieron que el aborto parece incrementar en un 30% las posibilidades de desarrollar cáncer de pecho. Estiman que cada año 5.000 mujeres estadounidenses desarrollan este tipo de cáncer de pecho a consecuencia de haber abortado.

Los medios de comunicación atacaron este estudio como pirañas. Algunos de sus titulares fueron: «Antiabortista acusado de crear alarma sobre el cáncer», «El vínculo aborto-cáncer puesto en duda», «Un discutido estudio relaciona aborto y cáncer», «Un estudio sobre el aborto, acusado de parcialidad».

La mayoría de los ataques se centraron en las opiniones pro-vida expresadas en público por Brind, como si esto fuera una justificación suficiente para echar por tierra un estudio contrastado por otros colegas, que se publicaba en un prestigioso semanario médico.

Descalificar a Brind sólo por sus opiniones no es admisible. Otro de los coautores del estudio, Vernon Chinchilli, defiende el derecho al aborto. El estudio ha recibido el visto bueno de partidarios del aborto como la doctora Janet Daling, una epidemióloga de Seattle. Daling lo defendió como «un buen trabajo de recogida de datos», y «muy objetivo, estadísticamente irreprochable».

Por contraste, consideremos la respuesta de los medios de comunicación ante un informe de 1991 sobre el riesgo de cáncer de los fumadores pasivos. Este informe también descubrió un 30% de aumento de riesgo.

Su autor, el doctor Stanton Glantz de la Universidad de California en San Francisco, también tenía fuertes prejuicios sobre ese asunto. En los años setenta creó la Fundación americana para los derechos de los no fumadores. Bastante antes de 1991 había calificado a las compañías tabacaleras de «bastardas».

Cualquier periodista que haya trabajado con noticias sobre el tabaco conoce el activismo de Glantz. Sin embargo, su estudio obtuvo un amplio eco sin críticas, con titulares como: «Más malas noticias para los fumadores pasivos» y «Los fumadores pasivos, expuestos a un asesino de masas».

El doble rasero va más allá. Noticia tras noticia se destacaba que el estudio de Brind había encontrado sólo un 30% de incremento de riesgo y luego citaban a algunos expertos que afirmaban que, dada la inexactitud de la epidemiología, un incremento del 30% podía no significar nada.

Esa es, de hecho, la creencia aceptada por los epidemiólogos, ya estemos hablando de los fumadores pasivos, del aborto, del cáncer de pecho o de cualquier otra cosa. Pero esta opinión generalmente aceptada no se sacó a relucir en el estudio sobre el tabaco.

Un estudio anterior de la Agencia para la Protección del Medio ambiente (APM) sobre los fumadores pasivos y el cáncer de pulmón descubrió un incremento del riesgo del 28%, mientras que en otro estudio posterior el incremento bajaba al 19%. Pero en ambos casos los medios de comunicación «decretaron» que los incrementos eran tan significativos que era innecesario consultar a cualquier epidemiólogo que pudiera decir lo contrario.

Los estudios sobre el aborto y el tabaco tenían otra cosa en común: eran artículos de revisión, es decir, se basaban en la compilación de estudios previos. El presentador de la cadena de televisión ABC, Peter Jennings, afirmó que el estudio de Brind «no es una investigación original, sino un análisis de 23 estudios anteriores» que eran «inconcluyentes». Así, «otros científicos dicen que el informe es defectuoso».

Pero el propósito de un artículo de revisión es unir estudios que por sí solos no son concluyentes, para ver si agrupados llevan a alguna conclusión.

Y cuando el artículo de revisión realizado por Glantz se publicó, así como los dos estudios de la APM sobre los fumadores pasivos, la ABC difundió los resultados sin mencionar ningún problema de los artículos de revisión ni criticar los estudios en ningún sentido.

Lo que hace todo este asunto más curioso es que los medios de comunicación están normalmente obsesionados con el cáncer de pecho. Publique un estudio que muestre una correlación entre el cáncer de pecho y la exposición a cualquier producto químico fabricado por el hombre, y los periodistas se agolparán a la puerta de su casa.

Pero el estudio del doctor Brind se enfrentó a una vaca sagrada y por eso los medios de comunicación, en vez de invadir su casa, le dieron en la cabeza.

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