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Mujeres con distintos intereses

publicado
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La tensión para conciliar trabajo y familia
Decir que no todas las mujeres que trabajan son iguales, que unas están más centradas en la carrera y otras en el hogar, es ya apartarse del típico discurso feminista que habla en nombre de todas las mujeres. Si se agrega que no pocas mujeres prefieren elegir trabajos menos destacados pero compatibles con la atención a la familia, algunos se rasgan las vestiduras. Y si quien lo dice no es un ama de casa engañada sino una socióloga de la London School of Economics, es signo de que en estos tiempos ya no se respeta nada.

Y no es que la Prof. Catherine Hakim quiera «volver a casa». Ella no tiene hijos y ha centrado su vida en la carrera profesional: durante años se dedicó a analizar las tendencias laborales para el Ministerio de Trabajo, y ahora es investigadora senior en el departamento de sociología de la célebre London School. Sus tesis se presentan en un libro que acaba de ser publicado y que esconde dinamita bajo un frío título académico: Key Issues in Women’s Work: Female Heterogeneity and the Polarisation of Women’s Employment.

Dos grupos de trabajadoras

Sus documentadas estadísticas confirman algo que se comprueba en la vida diaria: entre las mujeres que tienen un empleo, hay unas que dan primacía a la carrera profesional y otras cuyas vidas están centradas en el hogar y para quienes el trabajo remunerado es sólo un medio de apuntalar la economía familiar. Según Hakim, el lobby feminista ha batallado por los objetivos de las primeras, pero ha desatendido las preferencias de las segundas.

El segundo grupo tiende a ocupar empleos que son compatibles con sus responsabilidades domésticas en una familia joven, aunque estén relativamente peor pagados. Este hecho ha sido interpretado como una muestra de discriminación laboral según el género, que obliga a las mujeres a ocupar empleos estereotipados -como maestras o secretarias-. Pero la Prof. Hakim replica que «la cuestión es el trabajo, no el sexo del trabajador». De hecho, las estadísticas revelan que hay tantos hombres como mujeres en los empleos de cuello blanco bajos y medios.

Pero es cierto que, a diferencia de los varones, las mujeres casadas no tienen con frecuencia más opción que el trabajo a tiempo parcial. Pues hay tantos obstáculos para hacer compatible la carrera y la atención a la familia que sólo una minoría puede permitírselo.

En cuanto a las diferencias salariales entre hombres y mujeres, Hakim sostiene que la situación ha mejorado mucho en las dos últimas décadas. La tendencia secular a excluir a las mujeres de los puestos importantes cambió desde 1970 en adelante, y la brecha salarial entre hombres y mujeres se ha ido reduciendo. Las desigualdades se explican por diferencias en la cualificación profesional y por los distintos niveles que ocupan. Es verdad que las mujeres están discriminadas en la promoción, pero hay una distorsión estadística. Si más mujeres aspiraran a los puestos de nivel superior, la proporción de las que se consideran víctimas sería estadísticamente menor.

Nueva división del trabajo

También en contra de lo que suele pensarse, Hakim señala que no ha habido un gran aumento en el trabajo de la mujer a tiempo completo en el último siglo. Lo que ha crecido es el número de mujeres que trabajan a tiempo parcial, muchas de las cuales están centradas sobre todo en el hogar.

En Europa, dice Hakim, la división tradicional entre la mujer que lleva la casa y el marido que gana el sustento ha sido sustituida por la moderna división del trabajo, en la que la mujer aporta un ingreso suplementario, a menudo con trabajos a tiempo parcial (ver tabla). «Sólo entre los jóvenes se acepta la idea de papeles iguales y paralelos en el matrimonio».

Del estudio se desprende que no todas las mujeres tienen los mismos intereses. Por ejemplo, en la política fiscal en Gran Bretaña, la búsqueda de la igualdad ha llevado a que se trate a cada contribuyente, hombre o mujer, como un sujeto autónomo, sin tener en cuenta su situación matrimonial o sus responsabilidades familiares. Así, las familias mantenidas por un solo sueldo han salido perdiendo.

Los críticos del estudio han señalado que puede perjudicar la campaña en pro de la igualdad, al dividir a las mujeres en dos campos. Pero hay aquí una paradoja, como advierte la columnista Janet Daley en The Daily Telegraph (23-IV-96): «El feminismo se ha opuesto siempre a que se clasifique a las mujeres en un papel estereotipado, en vez de darles la libertad de que se definan por sí mismas. Sin embargo, la lógica política de su causa pide que hagan suyo un nuevo estereotipo, del que nadie podría apartarse. La política sexual impide ver a las mujeres como personas individuales, con sus variadas y personales necesidades». «Pero las mujeres no son una minoría étnica, ni una clase oprimida, ni una facción disidente. Son la mitad de la humanidad y, en muchos aspectos, tan diferentes unas de otras como lo son los hombres».

Juan Domínguez

Una economía para la familiaEl Consejo Pontificio para la Familia reunió en Roma del 6 al 9 de marzo a 60 expertos de todo el mundo en un simposio sobre «Familia y economía en el futuro de la sociedad». La reunión comenzó con una conferencia del Premio Nobel de Economía Gary Becker. Al final, los participantes recomendaron algunas estrategias para fortalecer la vitalidad económica de la familia.

– Las políticas familiares deben llevarse a cabo respetando los derechos y la autonomía de la familia, y sobre la base de un serio análisis económico, social y político.

– Las políticas económicas deben promover la libertad necesaria para poder casarse y fundar una familia. La legislación debería evitar la discriminación contra las parejas casadas en cuanto a impuestos, legislación social, empleo y provisión de vivienda.

– Debería ofrecerse a las mujeres condiciones económicas que les permitieran elegir libremente cómo quieren repartir su tiempo entre el trabajo y el cuidado de los niños y los miembros ancianos de la familia.

– El inestimable valor de las madres como las mayores formadoras de capital humano debería reconocerse y favorecerse en la legislación y en las políticas tanto del sector público como del sector privado.

– El trabajo de la mujer en el hogar puede y debe ser incluido en las estadísticas de la renta nacional, aunque sólo sea para demostrar la masiva contribución a la economía realizada especialmente por madres y amas de casa.

– Los horarios de trabajo y las vacaciones deberían ser flexibles para que las parejas tengan tiempo y recursos para criar y educar a sus hijos.

– Las políticas educativas no pueden elaborarse sólo desde una perspectiva económica, sino que deben buscar el desarrollo integral de la persona y de la sociedad. Esto implica una constante referencia a los valores morales personales y sociales.

– Los padres deben tener la libertad de elegir para sus hijos un tipo de educación que esté de acuerdo con sus propios valores.

– Para que los padres puedan elegir la educación, las familias deben quedar exentas de la carga financiera de la enseñanza. Algunos medios prácticos para lograrlo son: un sistema de cheques educativos, desgravaciones fiscales, becas privadas y préstamos para estudiantes universitarios.

– Las familias deberían participar directamente en la toma de decisiones sobre la educación de sus hijos en todas las escuelas. La participación de los padres en la educación puede realizarse a través de inversiones de los padres en los colegios, escuelas propiedad de los profesores y una administración descentralizada.

– Las familias han de poder participar voluntariamente como co-propietarias en empresas lucrativas, repartiendo los beneficios y el ahorro, de modo que puedan generar un capital básico que garantice su seguridad social.

– La legislación laboral y la política fiscal debería favorecer el crecimiento de empresas familiares, que contribuyen mucho al bien general de las comunidades y las naciones.

– Las políticas de población deberían tener en cuenta las realidades económicas y la necesidad de capital humano en cualquier economía en desarrollo. Conocidos ejemplos en Asia confirman la importancia de la familia y sus recursos humanos cuando los recursos naturales son limitados o no existen.

– Los sistemas de seguridad social a menudo necesitan una urgente reforma. No sólo no consiguen cubrir las necesidades familiares, sino que con el decreciente número de jóvenes y una población envejecida, los sistemas de seguridad social por reparto no pueden sostenerse. En algunos países están llegando incluso a la bancarrota. Esta urgente reforma exige un nuevo enfoque descentralizado, que no se organice en torno al Estado sino a los recursos y ahorros de la familia.

– La legislación debería apoyar el matrimonio y fortalecer su valor social, legal y económico, en parte por la perceptible contribución que las personas casadas aportan a la economía.

– La política fiscal no deberían discriminar a las parejas casadas, a los padres, a las familias numerosas y a aquellas que cuidan de enfermos y ancianos en casa.

– Los bancos y cajas de ahorro deberían apoyar el matrimonio y la vida familiar concediendo préstamos a un interés competitivo y ofreciendo ventajas a los casados.

– La legislación laboral debe ser reformada en algunos países para favorecer el empleo juvenil.

– En ciertas sociedades, las familias jóvenes conseguirían más fácilmente vivienda si se eliminasen los controles de alquileres.

Libro del IESE sobre empresa y vida familiarEl libro Empresa y vida familiar (1) recoge las ponencias y algunas comunicaciones presentadas en el IV Coloquio de Ética Empresarial y Económica que se celebró en el IESE el mes de septiembre de 1994.

En el prólogo, el Card. López Trujillo establece como premisa que «la desmedida búsqueda del éxito en los negocios, la carrera profesional, el prestigio o una mayor remuneración económica nunca han de llevar a descuidar la atención al cónyuge y a los hijos, ni mucho menos a sacrificar los valores familiares por otros bienes de inferior categoría».

Poniendo de relieve los temas que se tratan en el libro, señala: «Pienso que este volumen será de especial utilidad a los directivos, para que tomen conciencia en mayor grado de la importancia del nexo familiar en sus empleados, para reflexionar acerca de la influencia de la actividad empresarial en la vida familiar, y a la inversa».

En la primera parte del volumen, dedicada al desarrollo personal en el trabajo y en la familia, se analiza la influencia de la familia y la empresa en el desarrollo humano, por ser éstos los dos ámbitos de convivencia entre los que transcurre la mayor parte de la vida de las personas.

Jean-Luc Chabot enfoca la cuestión desde la antropología social haciendo una exposición de los contenidos del debate antropológico contemporáneo, que se ventila entre una ideología individualista atea y el renacer de una concepción realista del hombre. Jutta Burggraf, por su parte, profundiza en la concepción de la familia, siguiendo el pensamiento de Juan Pablo II. Explica cómo la familia, entendida como comunidad de personas, exige una responsabilidad compartida frente a todos los problemas que se presenten, contando con las características propias del hombre y la mujer. Después expone las repercusiones de esta visión en el trabajo del hogar, la educación de los hijos y la valoración del éxito profesional.

El síndrome del padre ausente

La segunda parte del libro analiza el tema de la armonización del trabajo con la vida familiar: más concretamente, con la dedicación a la familia y la educación de los hijos, que con frecuencia resulta conflictiva. Pablo Carreño, experto en sociología de las organizaciones y en desarrollo de directivos, y padre de familia numerosa, plantea la posible conflictividad empresa-familia, propone la necesidad de buscar un apoyo mutuo y analiza algunos enemigos internos y externos que actúan en el desajuste entre los dos ámbitos.

Desde la psiquiatría, Aquilino Polaino-Lorente aborda los problemas que se siguen de una dedicación excesiva al trabajo en detrimento de la familia. Enumera varias tensiones y conflictos que se dan con mayor frecuencia entre la familia y la empresa y que se explican en lo que él denomina «síndrome del padre ausente» y los «hijos apátridas»: la tensión entre la identidad, la adaptación y la estabilidad conyugal y familiar; la adaptación de las familias a los cambios que las empresas introducen en su seno, y viceversa; la tensión entre los roles profesionales y los roles del género; y la tensión entre la disponibilidad profesional y la dedicación a la educación de los hijos.

Desde su doble condición de madre de siete hijos y de directiva empresarial, Rosario Martín Gutiérrez de Cabiedes se ocupa de un tema importante y a menudo controvertido: la compatibilización del trabajo de la mujer con la maternidad y la dedicación a la familia. Entre otras cosas, señala que este reto debe ser asumido por las mujeres y que, desde la empresa, deben ponerse todos los medios para permitir que las mujeres puedan ejercer su maternidad sin que por ello tengan que abandonar sus aspiraciones sociales o laborales.

Lo que puede hacer la empresa

En la tercera parte del libro se pone especial énfasis en la actuación de las empresas. En el primer artículo, Antonio Argandoña explica cómo las interrelaciones entre empresa y familia están puestas al servicio del hombre, aunque con papeles diversos: la empresa ocupa un lugar destacado en el desarrollo de la humanidad; pero la familia es una institución anterior y prioritaria, de modo que debe ser la empresa la que sirva, de algún modo, a la familia o, mejor, sirva al hombre a través de la familia.

José Ramón Pin y Domènec Melé, por su parte, presentan y comentan los resultados de una encuesta entre directivos y antiguos participantes en programas del IESE, que opinan sobre la incidencia de la actividad empresarial en la vida familiar. A partir de los datos obtenidos, se observa la necesidad de ampliar las iniciativas empresariales en favor de la familia, y se insiste en el fomento de una cultura empresarial en la que estén presentes los valores familiares.

José Luis Álvarez, profesor del IESE, pone de relieve que el actual modelo de diseño de carreras profesionales lleva implícita la separación del mundo profesional y familiar. Frente a esta concepción, el artículo describe un conjunto de presiones sociales que cuestionan este modelo. A partir de aquí sugiere una serie de acciones y políticas que deberían considerar los responsables de recursos humanos en las empresas con el objetivo de armonizar mejor la vida profesional y familiar.

Para terminar, el libro recoge las intervenciones de altos directivos empresariales en una mesa redonda y el coloquio que siguió, sobre «Incidencia en la vida familiar de políticas y prácticas empresariales».

Joan Fontrodona________________________(1) Domènec Melé (coordinador). Empresa y vida familiar. Estudios Ediciones IESE. Barcelona (1995). 311 págs. 2.500 ptas.

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