Más dinero no equivale a mejor calidad de enseñanza

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En el discurso del estado de la Unión, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, prometió aumentar el próximo año en un 20% el presupuesto de educación. Sin embargo, no está demostrado que eso baste para mejorar los resultados académicos.

La educación se ha convertido en la «máxima prioridad» del segundo mandato del presidente estadounidense. Por eso el presupuesto de educación aumentará paulatinamente hasta llegar a 60.000 millones de dólares en el año 2002. Sin embargo, un estudio de Eric Hanushek, de la Universidad de Rochester, citado por The Economist (15-II-97), afirma que emplear más dinero no significa por sí solo mayor éxito escolar. Tesis que ya defendió la Fundación Carnegie (ver servicio 58/95).

El estudio forma parte de Does Money Matter?, un libro sobre la incidencia de los recursos económicos en los resultados escolares. Hanushek comparó en Estados Unidos el incremento del gasto por alumno desde 1970 con los resultados de los exámenes nacionales, National Assessment of Educational Progress, del mismo periodo. La conclusión es que mientras el gasto por alumno prácticamente se ha duplicado en la enseñanza primaria y secundaria, los niveles de lengua y matemáticas han empeorado. Hanushek analizó también otros estudios sobre la materia: el 27% observaba resultados positivos tras el aumento del gasto, el 7% resultados negativos y el resto no concluía nada.

Hanushek propone mejorar la gestión económica para no introducir sin motivo reformas que encarecen la educación (nuevos libros de texto, ordenadores, etc.), pero no mejoran los resultados. Es cierto que algunas escuelas progresan cuando aumenta su presupuesto, pero también hay otras que dan enseñanza de calidad con menos dinero.

Un buen ejemplo son las charter schools, escuelas promovidas por padres y profesores, gestionadas por ellos y con estatuto de autonomía, pero supervisadas y parcialmente financiadas por el Estado (ver servicio 176/94). Estas escuelas reciben una asignación por alumno equivalente a la de las escuelas públicas, pero no reciben las ayudas que tienen las públicas para cubrir otros gastos, como los de mantenimiento o construcción. Parece que la autonomía y la implicación de padres y profesores en torno a un proyecto educativo es más decisivo que el presupuesto. Las charter schools se están multiplicando en vista de los buenos resultados de los alumnos, muchos de ellos inmigrantes y más pobres que la media de los alumnos de la escuela pública. En la actualidad hay 500 escuelas de este tipo en 25 Estados, en las que estudian más de 100.000 alumnos. Y se espera que en los próximos años se abran otras 3.000.

También hay ejemplos del otro extremo. El colegio Newark (Nueva Jersey) tiene los peores resultados del Estado, a pesar del elevado presupuesto por alumno: 9.500 dólares, el más alto del país.

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