Uno de los más extensos estudios sobre las escuelas primarias de Estados Unidos ha concluido que la mejora de la enseñanza exige, no tanto gastar más dinero, como atender los aspectos básicos que tradicionalmente han sido la piedra angular de las buenas escuelas.
El informe, elaborado a lo largo de tres años por la Fundación Carnegie para el Progreso de la Enseñanza, no propone cambios radicales ni crear nuevos tipos de escuelas, a diferencia de lo que suelen hacer otros informes similares.
Tampoco espera que las mejoras resulten del aumento de recursos económicos. Más bien, invita a los educadores a adherirse a soluciones que, durante generaciones, han dado buenos resultados. Según el informe, una escuela primaria modélica se caracteriza por crear fuertes vínculos con los padres y los líderes de la comunidad; da grandes responsabilidades a los profesores; desarrolla especialmente la capacidad lectora y lingüística en todas las clases; pone en relación las distintas asignaturas dentro de una visión de conjunto, y se preocupa de inculcar virtudes cívicas, como la honradez, la compasión o el respeto mutuo.
El estudio recomienda que la escuela primaria no tenga más de 500 alumnos, unos 20 por clase, para lograr una relación más estrecha entre profesores y alumnos.
El informe detecta que actualmente muchas escuelas desaprovechan el tiempo de clase, no enseñan a expresarse satisfactoriamente, ni promueven las virtudes cívicas.
Aunque la mayoría de las escuelas primarias no tienen problemas tan graves como las de enseñanza media, muchas están fracasando, o sólo mejoran en aspectos marginales. Algunas escuelas han desperdiciado años enteros luchando por emprender innovaciones demasiado complicadas o caras.