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La tasa Tobin y el movimiento antiglobalización

publicado
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Análisis

La «tasa Tobin», de la que ha hecho bandera el movimiento antiglobalización, iba a ser estudiada durante la reunión de los ministros de Finanzas de la Unión Europea (22 y 23 de septiembre). Pero, tras los atentados del 11 de septiembre, los ministros estaban más preocupados por la amenaza de recesión que por crear un nuevo impuesto. Así que, si ya antes tenía pocas posibilidades, ahora menos.

La polémica tasa toma su nombre del economista norteamericano James Tobin, premio Nobel de Economía en 1981. Tobin, keynesiano, lanzó en 1972 la idea de crear un impuesto sobre las transacciones financieras internacionales a corto plazo. Una buena parte de los movimientos de capitales no tienen que ver con los intercambios comerciales ni con inversiones físicas, sino que son meramente especulativos. Por eso, se trataba de establecer un impuesto mínimo (entre el 1 y el 5 por mil), con el fin de desalentar los movimientos especulativos que hacen el recorrido de ida y vuelta en escaso tiempo para sacar ventajas del tipo de cambio. Hoy día estos movimientos han alcanzado tal volumen que pueden desestabilizar economías de moneda débil.

El movimiento antiglobalización resucitó esta idea, con el objetivo de recaudar recursos que se destinarían a la ayuda al desarrollo. En principio, resulta atractiva una tasa que sirve a la vez para desalentar la especulación y luchar contra la pobreza. Pero su aplicación práctica suscita muchas dudas. Para responder a las inquietudes del movimiento antiglobalización, el primer ministro francés, Lionel Jospin, y el canciller alemán, Gerhard Schröder, pidieron un debate europeo sobre la tasa Tobin.

Sin embargo, el inventor de la idea, James Tobin, ha marcado las distancias con los que utilizan su nombre, declarando en una entrevista a Der Spiegel que no tiene «lo más mínimo en común con esos revoltosos de la antiglobalización». «Sus posiciones son bien intencionadas y mal pensadas», dice.

Discrepa con ellos en el diagnóstico de los problemas de la globalización, pues considera que el libre intercambio favorece a todos los países. No cree que la pobreza haya aumentado en el mundo, y advierte que «la pobreza puede tener muchas causas, la mayoría imputables a los países mismos».

Tampoco coincide con el movimiento antiglobalización en cuanto al objetivo de la tasa sobre las transacciones de capital. Para Tobin, se trata de «amortiguar las fluctuaciones de los tipos de cambio». Por el contrario, para los otros, lo importante es recaudar dinero para financiar los proyectos de ayuda al desarrollo. En cualquier caso, no cree que dicha tasa vaya a ser realidad pronto: «La gente que decide en el mundo financiero internacional está en contra».

¿Cuánto dinero podría generar la tasa Tobin? Las estimaciones son muy variables y arriesgadas. Pero una tasa a un nivel muy bajo permitiría generar sumas importantes para la ayuda al desarrollo.

Una de las principales objeciones es que si la tasa no se implanta a nivel mundial, los capitales irían hacia los paraísos fiscales que no aceptaran la tasa. El problema es relativo, contestan los partidarios: cerca del 83% del tráfico mundial de divisas se realiza en ocho plazas financieras, y los bancos centrales podrían rechazar las operaciones monetarias con los países que no respetasen el pago de la tasa.

El ministro de Finanzas francés, Laurent Fabius, que juzga «poco realista» la tasa Tobin, ha dejado caer la idea de una tasa sobre la exportación de armas. Tiene la ventaja de que como los vendedores son pocos -más del 85% del comercio oficial de armas proviene de los ocho países más industrializados-, sería más fácil el control. Pero también aquí tendrían que ponerse de acuerdo todos los vendedores, para que no saliera beneficiado el que no aplicara la tasa. En teoría, las exportaciones de armas son registradas en distintas instancias (ONU, Banco Mundial, SIPRI…), aunque solo el armamento pesado. Pero luego está el «mercado de ocasión», mucho más opaco.

Con el nuevo clima instaurado tras los atentados de Nueva York y Washington, el mercado de armamento está en alza. El afán de estrechar el cerco financiero contra organizaciones terroristas puede llevar a una mayor vigilancia sobre los paraísos fiscales. Pero también el movimiento antiglobalización está a la defensiva, para no ser señalado como un cómplice del sentimiento antiamericano. Así que lo más probable es que la tasa Tobin siga a la espera.

Ignacio Aréchaga

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