La Santa Sede reclama la libertad de nombrar obispos en China

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Nunca habían estado tan cerca de establecer relaciones diplomáticas China y la Santa Sede como hasta hace unos días. Un elemento central en la estrategia consistía en que sólo se nombrarían obispos propuestos por Roma, aunque se pidiera el parecer del gobierno, con el fin de allanar el camino para la integración plena de la Asociación Patriótica, la «Iglesia oficial», en el catolicismo. La Asociación, controlada por férreos estalinistas, rompió el acuerdo con el nombramiento de dos obispos no autorizados. La presión internacional forzó a Pekín un gesto de distensión y unos días después nombró a otro obispo con el placet romano. Pero la Asociación Patriótica no se rinde y anuncia el nombramiento de otros 20 ilegítimos…

El problema de las relaciones entre China y la Santa Sede no es Taiwán. La Santa Sede es uno de los 25 Estados que todavía mantienen relaciones con la isla rebelde, pero allí hay libertad religiosa y el Vaticano está dispuesto a cerrar la Nunciatura y a estudiar otras formas de presencia, si con ello se logra la anhelada plaza de Pekín, vital para defender los pisoteados derechos de los católicos. «La Santa Sede recalca la necesidad del respeto de la libertad de la Iglesia y de la autonomía de sus instituciones de cualquier injerencia exterior», dijo el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, tras el nombramiento de dos obispos ilegítimos en China.

Pese a la polémica de los nombramientos, Roma quiso dejar una puerta abierta y se declaró dispuesta a entablar «un diálogo honesto y constructivo con las autoridades chinas competentes para hallar soluciones que satisfagan las legítimas exigencias de ambas partes», dijo el portavoz vaticano. Las relaciones con el régimen comunista habían mejorado sustancialmente en los últimos años y no era cuestión de dar por perdidos los avances. Por primera vez, desde Pekín se reconocía la posibilidad de establecer relaciones diplomáticas con la Santa Sede, aunque persistieran ocasionales detenciones a obispos, sacerdotes y religiosas, confinamientos forzosos para la «reeducación», palizas propinadas por misteriosos grupos de camorristas juveniles…

Reducto de estalinistas

Para Pekín ésta es también una cuestión de elemental realismo. La Asociación Patriótica se fundó en tiempos de Mao con el objetivo de suplantar a la Iglesia por una organización controlada por el régimen. A día de hoy, se ha convertido en un reducto «para los estalinistas más ideologizados que hay en China», explicaba Bernardo Cervellera, director de la agencia AsiaNews (ver Aceprensa 132/05). Pero al mismo tiempo, la distinción entre la Iglesia oficial y la clandestina está desapareciendo. «El 85% de los obispos de la llamada Iglesia ‘patriótica’ se han reconciliado con el Papa». Los fieles tienen muy en cuenta qué sacerdotes y obispos están en comunión con Roma y cuáles no. Si la «Iglesia oficial» cuenta con 4 ó 5 millones de fieles, la clandestina, en plena comunión con Roma, con unos 10 ó 12 millones.

El núcleo duro de la Asociación Patriótica, liderado por el vicepresidente y portavoz, Liu Bainian, se ha distinguido en los últimos años por sus intentos de dinamitar cualquier acercamiento entre las partes. En 2000, quiso nombrar a 12 obispos ilegítimos, de los cuales siete rehusaron al conocer que la Santa Sede no apoyaba su designación. En cuanto a los restantes, hay más que sospechas de que fueron presionados para aceptar, circunstancia que, según varias informaciones, se ha repetido con los últimos dos nombramientos ilegítimos. Según el Derecho Canónico, incurren en excomunión «el obispo que confiere a alguien la consagración episcopal sin mandato pontificio, así como el que recibe de él la consagración». Algunos funcionarios comunistas no verán, quizá, con demasiada preocupación ser excomulgados, pero son conscientes de que sus catedrales van a estar vacías.

La Asociación Patriótica no da su brazo a torcer y anuncia que habrá próximamente otras 20 consagraciones ilegítimas. Pero cuando la crisis parecía más profunda e irreversible, Pekín ha nombrado a un nuevo obispo que, esta vez sí, tiene el visto bueno de Roma.

La polémica ha resultado altamente perjudicial para el régimen chino, que se esfuerza en mostrar al mundo una imagen de apertura, sobre todo de cara al escaparate que le brindará la celebración de los próximos Juegos Olímpicos. «Los Estados Unidos toman nota del comunicado de la Santa Sede sobre la ordenación de dos obispos en China», declaró su embajador en el Vaticano, Francis Rooney, que resaltó el apoyo total de Washington en este asunto.

En Europa, durante la presentación de un informe sobre China, el eurodiputado italiano Antonio Tajani, en nombre del Grupo Popular, afirmó que «es inaceptable que un Estado designe a un obispo». Pasqualina Napoletano, por parte del Grupo Socialista, respaldó estas palabras, aunque quiso dejar constancia de que a su partido le preocupa más que el Gobierno chino «no acepte al Dalai Lama».

Ricardo Benjumea

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