La píldora del día siguiente, ¿anticoncepción o aborto?

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Roma. La comercialización en Italia de la llamada «píldora del día siguiente» ha confirmado que la batalla del aborto se juega también con las palabras. Mientras en una nota de la Academia Pontificia para la Vida se define al fármaco como abortivo, el ministro de Sanidad, Umberto Veronesi, ha declarado en diversas ocasiones que el producto es un anticonceptivo, añadiendo que tan solo impide la implantación del óvulo fecundado en la pared uterina.

La Academia Pontificia para la Vida ha explicado que precisamente el impedir la implantación es, de hecho, un aborto, en cuanto que el óvulo fecundado es un individuo humano. Y hace una observación sobre la manipulación que se puede provocar con determinado uso de las palabras: «Si por motivos de descripción científica puede ser útil distinguir con términos convencionales (óvulo fecundado, embrión, feto, etc.) diferentes momentos de un único proceso de crecimiento, no puede ser nunca lícito decidir arbitrariamente que el individuo humano tenga mayor o menor valor según el estadio de desarrollo en que se encuentra».

La Academia explica que la «píldora del día siguiente» es un preparado hormonal que, ingerido antes de las 72 horas siguientes a una relación sexual presumiblemente fecunda, desarrolla un mecanismo anti-implantatorio, es decir, «impide que el eventual óvulo fecundado (que es un embrión humano), llegado al estadio de blastocito en su desarrollo (quinto o sexto día desde la fecundación), se implante en la pared uterina». La diferencia esencial con la otra «píldora del día siguiente», la RU 486, es que ésta actúa después de la implantación.

La nota subraya que el embarazo empieza en el momento de la fecundación y no en el momento de la implantación. Una afirmación que es criticada por el ministro, quien retrasa el comienzo de la gestación al momento de la implantación, en apoyo de lo cual cita la definición de la Organización Mundial de la Salud.

Como consecuencia de esos principios, la Academia subraya que el uso de esta píldora es desde el punto de vista ético tan ilícito como el recurso a las prácticas abortivas. En el caso concreto italiano, el hecho de que se haya definido el producto como «anti-implantatorio» y no como «abortivo» hace que se estén saltando los controles previstos por la ley del aborto. La Academia hace, por tanto, un llamamiento a la objeción de conciencia de médicos y farmacéuticos, un derecho que algunos gobiernos regionales, como Lombardía y Lazio, han anunciado que protegerán.

Veronesi, que hace meses tildó de «fundamentalista» a una audiencia que se mostró contraria a los experimentos de clonación, añadió con cierta dosis polémica que quienes «se oponen al aborto por razones éticas y religiosas deberían alegrarse de que ahora exista en Italia un producto anticonceptivo que evita a las mujeres el riesgo de enfrentarse al drama de tener que decidir la suerte de un embrión». Precisamente ese ha sido uno de los puntos más criticados por parte de representantes del mismo gobierno de centro-izquierda: el efecto trivializador. «La píldora del día siguiente -ha declarado el ministro para las Relaciones con el Parlamento- es un instrumento que empuja a las personas a comportamientos irresponsables».

Diego Contreras

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