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La infancia perenne de «Friends»

publicado
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A punto de comenzar su noveno año de emisión, la popular serie Friends ha obtenido el premio que ambicionaba: el Emmy a la mejor telecomedia del año, otorgado el 22 de septiembre. Si la amistad se presenta como el leitmotiv de la serie, los personajes parecen confinados en una infancia perenne, afirma Sara Melodia, en un análisis publicado en Studi Cattolici (marzo 2002).

Friends escenifica las vicisitudes de seis amigos que se debaten entre los problemas cotidianos, del trabajo a la vida sentimental, con sus pequeñas neurosis y miedos, sobre todo el de afrontar la vida. Lo que une a todos estos personajes no es una profesión o un lazo de parentesco, sino para algunos el vivir juntos y para todos el sentimiento de la amistad que se convierte en el leitmotiv de la serie.

(…) Monica, Rachel, Phoebe, Joey, Chandler y Ross están en la treintena y pertenecen a la clase media-alta neoyorquina. Son tendencialmente solteros -aunque en algunos episodios se creen relaciones sentimentales entre algunos de ellos- y viven ya lejos de su familia, si bien no todos tienen trabajo fijo. Si se les observa más atentamente, se puede advertir que sus debilidades y sus acciones presentan características que les hacen más cercanos a los niños, como suspendidos en una edad y en un mundo intemporal. En efecto, Friends invierte la tendencia de otros telefilmes americanos que tienden a presentar a los niños como adultos, representando, en cambio, a los adultos como niños. Esto crea un fuerte efecto cómico, que la ironía de los diálogos y la vivacidad de las situaciones contribuye a reforzar.

Se trata, además, de un elemento que, lejos de banalizar a los protagonistas de la serie, revela hasta qué punto han sido atentamente estudiados, para que resulten personajes tallados con distintas dimensiones. Cada uno lleva a sus espaldas una determinada historia, una infancia-adolescencia que se va revelando al público en el curso de la serie, en la que a menudo hay un suceso de algún modo dramático, una herida, un problema que condiciona sus acciones incluso en el presente. No falta cierta dosis de surrealismo, que se manifiesta en la opción de llevar algunas caracterizaciones hasta lo paradójico, para crear así un efecto cómico.

(…) Se trata de una red de personajes en cuyas historias hay una amplia representación de matrimonios fracasados y divorcios, homosexualidad, incertidumbre en la identidad sexual, útero de alquiler, reencarnación… Friends cumple el mismo papel de muchos otros productos de la cultura mediática: proyectar en la sociedad y hacer «normal» lo que al principio era percibido por el público como una desviación.

Lo que en el fondo caracteriza a estos personajes, más allá de la relación de amistad, es el hecho de ser ejemplos de algún malestar existencial, vivido con una despreocupación que roza la total inconsciencia. Son unos personajes que, aunque están dotados de una fuerte auto ironía, no aprenden nunca de sus propios errores, no cambian, no afrontan la realidad de manera crítica, a partir de las experiencias pasadas, sino que actúan sin afrontarla nunca.

(…) El humorismo está profundamente ligado a la caracterización de los personajes y se expresa exteriormente en los diálogos llenos de ocurrencias, que desdramatizan toda situación en cuanto empieza a hacerse seria o conmovedora; y a un nivel más profundo en el hecho de que cada personaje tiene un problema, una dificultad que se resiste a afrontar. La desconfianza para hacer frente a la realidad se une así a la evasión infantil de los problemas, que son eludidos pero no resueltos, porque al final todo se desvanece en la risa compartida a través del mecanismo de la solidaridad de grupo.

Este grupo de amigos constituye una especie de red de «aterrizaje blando» de cualquier problema; parece que a fin de cuentas nada importa, porque tengo estos «amigos». Se trata de una amistad atractiva por su fuerza indestructible, pero totalmente irreal porque es un lazo que no afronta realmente ninguna situación. Continuamente se afirma un radical «no importa», lo que es una forma amable y educada de «nihilismo».

El espectador de Friends cree así poder solucionar sus propios problemas, a través de estos personajes con los cuales establece una fuerte empatía. En realidad, la nostalgia de la infancia que subyace en la despreocupación del telefilme, y el miedo a crecer que estos personajes expresan, hace que ninguno de ellos tome verdaderas y auténticas decisiones. De este modo, la serie parece sugerir, a través de este mecanismo de desdramatización-evasión de los problemas, que la felicidad no se deriva de las elecciones hechas, con las consecuencias a menudo dolorosas que comportan. Y que, en último término, la felicidad puede desvincularse de las acciones personales, en las cuales se pone entre paréntesis la responsabilidad individual.

La fuerte ironía y la clave cómica vacían así de significado los delicados temas afrontados -el trabajo, los sentimientos, la identidad de género- y debilitan la capacidad crítica del espectador. Queda una moral minimalista que afirma que para ser feliz basta tener un grupo de iguales, que, sin embargo, para mí sería difícil llamar «amigos».

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