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La independencia del patriarcado de Kiev aleja a Moscú de Constantinopla

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Ecumenical Patriarch Bartholomew I, left, presents the "Tomos," a scroll containing the decree, in a symbolic ceremony sanctifying the Ukrainian church's independence from the Russian Orthodox Church to Metropolitan Epiphanius, the head of the independent Ukrainian Orthodox Church, right, at the Patriarchal Church of St. George in Istanbul, Sunday, Jan. 6, 2019. An independent Ukrainian Orthodox church has been created at a signing ceremony in Turkey, formalizing a split with the Russian church it had been tied to since 1686. (Mykola Lazarenko, Ukrainian Presidential Press Service/Pool Photo via AP)

Las secuelas de la tensión nacionalista entre Ucrania y Rusia se están proyectando en la esfera religiosa. La jerarquía ortodoxa de Kiev apoyó con ayudas efectivas los combates dirigidos a la independencia política de Ucrania: ahí radica una de las causas de la aceleración de la autocefalia del patriarcado de Kiev, reconocido por Constantinopla contra el criterio de Moscú. La magnitud del cisma se refleja en la dura carta enviada por el patriarca de Moscú, Kiril, el pasado 30 de diciembre.

Ya en octubre, el sínodo de la Iglesia ortodoxa rusa, reunido en Minsk (Bielorrusia), había considerado roto “el vínculo eucarístico” con el patriarcado de Constantinopla, a raíz del reconocimiento de la autocefalia de la Iglesia ortodoxa en Ucrania, integrada en el patriarcado de Moscú desde tres siglos antes. En cierto modo, sería quizá la crisis más grave del cristianismo en Oriente desde el cisma de 1054, al menos desde la perspectiva católica, que tiende a valorar la ortodoxia como una sola Iglesia.

Si Bartolomé I no da marcha atrás, Kiril dejará de considerarlo patriarca ecuménico de la ortodoxia universal

Al desaparecer la Unión Soviética en 1991, los obispos ucranianos se definieron autónomos, pero el metropolitano de Kiev no fue reconocido por ninguna de las catorce Iglesias ortodoxas del mundo. De hecho, siguieron existiendo parroquias en Ucrania dependientes de Moscú. Según cifras de fuentes ucranianas, el patriarcado de Moscú tiene más parroquias (12.000) en Ucrania que el de Kiev (5.000), pero menos seguidores (16%, contra un 40%).

Todo cambió sustancialmente en 2014, con la intervención rusa en Ucrania oriental y la anexión unilateral de Crimea. Y el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, reconoció en 2018 la autocefalia de Kiev.

Ultimátum de Kiril a Bartolomé I

Aunque Roma no aceptó en 451 el canon 28 del Concilio de Calcedonia, que establecía cierta equiparación con la sede apostólica de Constantinopla, su patriarca ecuménico se consideraba honoríficamente como el papa de Oriente. De hecho, Bartolomé I –en la estela de Atenágoras– ha venido protagonizando una gran actividad para la unión de los cristianos, muy cercano a la Iglesia católica y al obispo de Roma. Pero las divergencias con otras Iglesias orientales resultaban patentes. Así, en la jornada de oración por la paz en Oriente, convocada en Bari el pasado julio, el metropolitano Hilarión, que lleva las relaciones exteriores del patriarca de Moscú, no participó en la oración común, para subrayar las diferencias. Dos años antes, los rusos se negaron ya a participar en el concilio panortodoxo convocado en 2016 en Creta, bajo el impulso de Constantinopla.

Al desaparecer la Unión Soviética, los obispos ucranianos se definieron autónomos, pero el metropolitano de Kiev no fue reconocido por ninguna de las catorce Iglesias autocéfalas

Según informa AsiaNews, Kiril desafía abiertamente a Bartolomé I y le plantea rectificar su apresurada decisión sobre Ucrania, ilegítima a su juicio, fruto más bien de la presión de un “proceso politizado de unificación forzada, lejos de las normas y el espíritu de los sagrados cánones”, que podrían haber inspirado una solución satisfactorias para los ortodoxos ucranianos y los demás ortodoxos del mundo. En concreto, rechaza de plano con “dolor, estupor e indignación” la acción que llevó, el pasado 15 de diciembre, en la catedral de Santa Sofía de Kiev, a un “concilio de unificación”, con la consiguiente elección del nuevo metropolita Epifanio como primado de la Iglesia autocéfala de Ucrania.

Si Bartolomé I no da marcha atrás, Kiril dejará de considerarlo patriarca ecuménico de la ortodoxia universal. Además de las circunscripciones existentes ya en Ucrania, Moscú está dispuesto a establecer sus propias diócesis y parroquias dentro de los territorios correspondientes al patriarcado “cismático” de Constantinopla. El conflicto se extendería así prácticamente por todo el mundo, con graves consecuencias para la ortodoxia y el movimiento ecuménico.

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