Israel y Palestina: dos contendientes exhaustos

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El balance económico del conflicto entre Israel y palestinos muestra números rojos para ambas partes. En 2001, un año transcurrido entero bajo la violencia y los bloqueos impuestos por Israel, se ha doblado el número de pobres en Palestina, y la economía israelí, que venía registrando un fuerte crecimiento hasta 2000, ha visto drásticamente invertida la tendencia.

Los últimos datos sobre Palestina provienen de un informe publicado el 20 de diciembre por la oficina del coordinador especial de la ONU para el Oriente Próximo. Los malos resultados son consecuencia del bloqueo aplicado por Israel, que restringe el movimiento de personas y mercancías desde o hacia los territorios palestinos. Durante el primer año de intifada (septiembre de 2000 al mismo mes de 2001), Cisjordania ha permanecido cerrada durante dos tercios de ese tiempo; Gaza ha sufrido un corte de comunicaciones entre el norte y el sur del territorio durante el 94% del periodo, y con Israel durante el 70%.

El informe estima en 2.400-3.200 millones de dólares las pérdidas de ingresos ocasionadas a los palestinos por el bloqueo. Se ha doblado, hasta sobrepasar el 46% de la población, la tasa de pobreza, cálculo similar al que hizo antes el Banco Mundial (ver servicio 163/01). El paro ha subido al 35%. Mal puede la Autoridad Nacional Palestina compensar el empobrecimiento con subsidios sociales, ya que sus ingresos por impuestos han bajado un 57%.

Como la misma ONU publicó en otro informe anterior (ver servicio 163/01), la población sobrevive, en primer lugar, reduciendo fuertemente el consumo. En segundo lugar, con créditos, recurso que también emplean los ayuntamientos para prestar servicios de primera necesidad (agua, electricidad) a los hogares que no pueden pagarlos. Tercero, señala el informe, ha aumentado la dependencia de la ayuda exterior, en dinero o alimentaria. Por último, parte de las familias han empezado a vender su patrimonio.

El informe concluye que este «castigo colectivo» no beneficia «ni a palestinos ni a israelíes». Con respecto a estos últimos, así lo indican los datos económicos hechos públicos al terminar el año. La economía israelí, que había crecido nada menos que el 6,4% en 2000, se ha contraído un 0,5% en 2001: el peor resultado desde 1953. La tasa de paro, que se mantuvo en torno al 8,7% durante todo 2000, pasa ya del 9,5% y se prevé que supere el 10% este año. Los ingresos medios de los israelíes bajaron un 2,9% en 2001.

Buena parte de los problemas se deben a la caída del turismo, ahuyentado por el conflicto (ver servicio 118/01). Según los últimos datos definitivos, en el primer semestre de 2001 la entrada de turistas en Israel disminuyó un 48% en relación con el mismo periodo del año anterior. También los inmigrantes se han retraído. En virtud de la ley israelí, todo judío tiene derecho de residencia en el país. En 2001 solo 45.000 personas emigraron a Israel, un 25% menos que en el año anterior y el número más bajo desde principios de la década pasada, justo antes de que el hundimiento de la Unión Soviética permitiera la salida de numerosos judíos europeos.

La recesión ha obligado al gobierno a preparar un presupuesto para 2002 de 1.500 millones de dólares menos (-2,5%) que en 2001. El ahorro se consigue recortando los subsidios familiares, las becas y las ayudas a los minusválidos. Pero el proyecto no se ha podido aprobar, porque el partido religioso Shass (sefardí), socio del Likud en el gobierno y tercera fuerza política en el Parlamento, no quiere dar su voto a la disminución de las ayudas a las familias numerosas, que son la base de su electorado. Israel, pues, ha comenzado el año sin presupuesto; el gobierno dispone de tres meses para conseguir que la Knesset adopte uno nuevo. Mientras tanto, el Estado funcionará con una prórroga del presupuesto de 2001, lo que solo permite atender a los gastos ordinarios, sin que se pueda decidir ninguna inversión de importancia.

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