Entra dinero y se van talentos

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Las remesas de emigrantes reducen la pobreza en sus países de origen, pero el éxodo de profesionales compromete su desarrollo

Las remesas de dinero que envían los inmigrantes a sus países de origen se han convertido en un factor importante para reducir la pobreza. Pero el éxodo de profesionales cualificados de países pobres de África, Centroamérica y el Caribe puede suponer un obstáculo más para su desarrollo, según pone de manifiesto un estudio que acaba de publicar el Banco Mundial, sobre «Migración internacional, remesas y fuga de cerebros».

Las remesas de los emigrantes alcanzarán este año los 225.000 millones de dólares. En muchos países pobres, es la principal fuente de divisas -superior a lo que reciben por ayuda oficial al desarrollo- y tiene consecuencias importantes en la reducción de la pobreza. El estudio incluye un análisis de resultados de encuestas por hogares realizadas en México, Guatemala y Filipinas. Los ingresos de las familias con miembros que han emigrado son superiores a los de familias de su nivel sin emigrantes.

En México, mientras mayor es la proporción de hogares con emigrantes en una región, mayor es el efecto de las remesas en la reducción de la pobreza rural. Además, contar con una comunidad de inmigrantes en el país de destino incentiva la emigración, ya que reduce el coste de emigrar y proporciona los contactos necesarios para encontrar empleo.

Las remesas tienen una influencia especialmente grande en el 10% de las familias más pobres, ya que ese dinero representa más de la mitad de sus ingresos. «Los estudios muestran que las remesas reducen la pobreza y aumentan el gasto en educación, salud e inversión», comentó Maurice Schiff, coautor del informe junto a Caglar Ozden, ambos economistas del Banco Mundial.

Éxodo de profesionales cualificados

Pero aunque las remesas reducen la pobreza, el éxodo masivo de los trabajadores más cualificados de los países pobres pequeños está suponiendo una descapitalización intelectual que compromete su desarrollo.

Según los datos expuestos en el informe, en muchos países de América Central y del África subsahariana (Ghana, Mozambique, Kenia, Uganda, El Salvador, Nicaragua…) la emigración de titulados superiores registra índices entre el 25% y el 50%, lo cual es preocupante.

En números absolutos, China y la India son los países en desarrollo que «exportan» más trabajadores cualificados, pero solo representan entre el 3% y el 5% del total de sus graduados superiores. También Rusia, Brasil e Indonesia tienen una contribución importante en este sector, pero con un bajo índice de «fuga de cerebros». Para estos países grandes, la marcha de un reducido porcentaje de los profesionales más cualificados no supone un obstáculo, e incluso aporta beneficios cuando vuelven o invierten en su país de origen.

Pero el éxodo de talentos está siendo estimulado por los propios países desarrollados. Estos compiten por atraerse a los especialistas que escasean en algunos sectores, sobre todo los relacionados con tecnologías de la información, la biotecnología, la medicina y la educación. Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia, Alemania, Japón y Corea han creado programas especiales para atraer y retener a estos profesionales (ver Aceprensa 38/05).

Algunos de los datos del Banco Mundial sobre la «fuga de cerebros» han sido criticados. Mark Rosenzweig, economista de Yale University, piensa que están inflados, porque incluye a extranjeros que se trasladaron a un país rico cuando eran niños y estudiaron allí, o que consiguieron allí sus títulos (cfr. «International Herald Tribune», 26-10-05). «No es solo la pérdida de profesionales, sino también la pérdida de una clase media», dice al mismo diario Devesh Kapur, autor del libro «Give Us Your Best and Brightest», recién publicado por el Center for Global Development.

Como nadie es partidario de impedir la emigración de estos profesionales, se plantean otras soluciones. Unas van en la línea de mejorar los ingresos de estos profesionales en sus países de origen. Otros dicen que los países desarrollados podrían dar un número limitado de visados que permitieran a estos profesionales trabajar allí durante unos años, y que después volvieran a su país natal con su experiencia y sus ahorros.

También ha surgido alguna iniciativa profesional orientada a facilitar el regreso a casa de diplomados expatriados. Es el caso de AfricSearch, gabinete de «head hunters» parisino fundado en 1996 y dedicado a reclutar en Europa diplomados africanos que quieran trabajar para las grandes empresas multinacionales que operan en el continente. Microsoft, Coca-Cola o France Telecom son hoy clientes de AfricSearch. Su presidente, Didier Acouetey, nacido en Lomé (Togo), asegura en declaraciones a «Le Monde» (16-09-05) que «el 80% de los diplomados africanos que viven en Europa están dispuestos a regresar a África si encuentran una buena oportunidad». En 2005, AfricSearch dice haber reclutado a unos 500.

Tres factores han favorecido esta tendencia: el alto coste de la expatriación de profesionales europeos, la política de africanización de las compañías occidentales que operan en el continente, y el creciente número de estudiantes africanos que al terminar sus estudios en Europa no pueden regularizar su situación. Acouetey, que se declara «afro optimista», piensa que «África puede dar el cambio en veinte o treinta años», como lo hicieron los dragones asiáticos.

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