La persecución religiosa en Corea tiene raíces antiguas. Desde finales del siglo XVI, cuando se produjeron los primeros bautismos cristianos, hasta la actualidad, han sido numerosos los mártires de la iglesia coreana, que ha mantenido su fe pese a largos periodos de ausencia forzada de sacerdotes. Hoy en Corea del Sur se respeta la libertad religiosa, lo que ha dado lugar a un cristianismo floreciente. En cambio, Corea del Norte se distingue por su persecución de los cristianos y de cualquier grupo religioso no controlado por la dictadura.
Amnistía Internacional (AI) recordó recientemente en su informe de 2012 que existen “constantes violaciones de los derechos humanos, ejecuciones extrajudiciales, trabajos forzados y torturas” a los prisioneros en los campos norcoreanos. AI ya había denunciado, mediante un vídeo informativo, que en Corea del Norte existen campos penitenciarios para presos políticos, donde los internos están encarcelados a perpetuidad sin posibilidad de indulto. La organización Free the North Korean Gulag asegura que en Corea del Norte existen actualmente campos de concentración en los que se hallan recluidas unas 200.000 personas.
Además de los testimonios de los refugiados, las imágenes de satélite suponen una “prueba de los campos de prisioneros”, comenta Joo Ji-eun, gestora de Free the North Korean Gulag. Joo describe los gulag norcoreanos como «un lugar de no retorno». Las autoridades norcoreanas han negado la existencia de estos campos, diciendo que son un invento de la propaganda occidental.
Los cristianos de Corea del Sur trabajan por establecer puentes de reconciliación
Testimonios de refugiados
Shin Dong-hyuk logró escapar de un campo norcoreano y su historia fue relatada en el libro Escape from Camp 14 (2012),publicado por el periodista Blaine Harden y llevado al cine ese año con el mismo título. Shin, nacido en 1982 en el campo de concentración 14, del que huyó con 23 años, cuenta que presenció la ejecución de sus familiares cercanos. Shin debía pasar toda su vida preso debido al sistema norcoreano de “culpabilidad por asociación”, que castiga a tres generaciones de una misma familia por el delito de un miembro. Después de hablar con Shin, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, solicitó una investigación internacional “sobre una de las peores situaciones” en el mundo, en referencia a estos campos de “reeducación” norcoreanos.
Existen más testimonios, como el impactante vídeo de la joven norcoreana Kyung Ju Song, que relata la persecución del régimen de su país a su familia, así como su conversión al cristianismo. En el libro El mundo es más grande ahora (Rialp, 2011), Euna Lee, periodista norteamericana, cuenta cómo fue detenida por la policía norcoreana y sometida a un largo cautiverio, por grabar algunas imágenes en la frontera de China con Corea del Norte, para documentar un programa sobre los desertores norcoreanos.
Cristianos en la clandestinidad
Según el último informe de Ayuda Iglesia Necesitada (AIN), la libertad religiosa nunca ha existido desde que se fundó el Estado de Corea del Norte en 1953. Desde entonces, los católicos norcoreanos empezaron a desaparecer, especialmente los obispos. El sistema de administración eclesiástica católica divide Corea del Norte en tres diócesis: Pyongyang, Ch’unch’on y Hamhung, además de la abadía territorial de Tokwon, bajo la jurisdicción directa de la Santa Sede. Después de la guerra de Corea (1950-53), el Vaticano confió la administración apostólica de las diócesis del norte a obispos de Corea del Sur.
A mediados del siglo XX, el 30% de la población de la capital, Pyongyang, era católica, frente al 1% del resto del país. Durante la guerra de Corea, las tropas comunistas invadieron el sur, detuvieron a los misioneros y religiosos extranjeros, así como a los cristianos coreanos, con el objetivo de borrar cualquier rastro de presencia cristiana. Sigue siendo un misterio qué ocurrió con los cristianos de Corea del Norte después de la guerra. Se desconoce, por ejemplo, el paradero de los 166 sacerdotes y religiosos que se encontraban en el norte al final de la contienda.
Amnistía Internacional denuncia que existen constantes violaciones de los derechos humanos a los prisioneros en los campos de concentración norcoreanos
Actualmente, la Iglesia no tiene clero en el norte. Según cifras oficiales del gobierno, hay unos 4.000 católicos y unos 11.000 protestantes. Sin embargo, otras fuentes indican que el número de “verdaderos” católicos no supera los 200, la mayor parte de ellos muy ancianos. En toda Corea del Norte solo están autorizados tres lugares de culto cristianos, dos protestantes y uno católico. La iglesia católica de Changchung está situada en Pyongyang, y muchos analistas sostienen que el régimen la conserva solo “para enseñarla”. Esto conlleva que la mayor parte de los cristianos solo pueda practicar su fe en secreto.
En esta nación, ser “descubierto” en una misa celebrada en un lugar no autorizado significa la cárcel, la tortura e incluso la muerte. El 16 de junio de 2009 una cristiana de 33 años, Ri Hyon-ok, fue condenada a muerte y ejecutada “por poner biblias en circulación”, según The Washington Times. Después de su ejecución, otros miembros de su familia fueron enviados a un campo de concentración. Según Open Doors, organización misionera protestante, Corea del Norte es el país donde la represión de los cristianos es más grave.
La libertad sopla desde el sur
Dentro de los contactos esporádicos entre las dos Coreas, también hay visitas de grupos religiosos. El 3 de septiembre de 2011, una delegación de monjes budistas surcoreanos visitó el Norte para conmemorar el milenio del Tripitaka, una de las reliquias budistas más importantes de la península.
En el ámbito cristiano, la Iglesia norcoreana no ha perdido la esperanza. Para preparar una eventual reunificación de la península, los católicos del sur están organizando seminarios y estableciendo grupos de acción que ayuden a sus compatriotas del norte. Como parte de este movimiento, los refugiados norcoreanos que viven en el sur representan un papel fundamental.
En septiembre de 2011, altos representantes de las siete religiones más importantes de Corea del Sur llegaron a la zona norte de la península en un viaje sin precedentes, cuya finalidad era impulsar la paz y la reconciliación entre las dos partes.
Actualmente, tras las últimas tensiones militares con Pyongyang, Seúl ha interrumpido temporalmente las relaciones entre ambos países.