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Con él saltó el escándalo

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¿Tiene futuro el periodismo de investigación en un mercado informativo obsesionado –o abrumado– por la inmediatez informativa? Hay quien piensa que sí, aunque para ello haga falta replantearse el modelo de negocio. ProPublica, una “sala de redacción” –como les gusta denominarse– radicada en Manhattan, está consiguiendo éxito tanto en premios (dos Pulitzer en sus apenas cinco años de vida), como en audiencia como en visibilidad y prestigio dentro del sector.

(Actualizado el 21-01-2016)

ProPublica, fundada por Paul Steiger, ex jefe de redacción de Wall Street Journal, está constituida como una institución sin ánimo de lucro, y se sostiene fundamentalmente gracias a la filantropía. Precisamente ha conseguido el apoyo de lectores y donantes por su dedicación a las historias “realmente importantes”, “con fuerza moral”. No estar presionados por los ingresos publicitarios les permite dedicarse en profundidad al análisis, un producto que se ha convertido en artículo de lujo en la prensa actual. Y se toman esta tarea con total seriedad: su compromiso con “los débiles que son explotados por los poderosos” y su rigurosos código ético dan muestra de ello. Pero esto no les hace olvidar la importancia del formato, que cuidan con esmero.

De todos estos temas relacionados con el periodismo de investigación (ética, viabilidad económica, formato, función pública) hablamos con Marta Sánchez, redactora de investigación de El Mundo, y José María Irujo, redactor jefe de investigación de El País. Ambos participaron en la 19ª Jornada de Comunicación, organizada por el Colegio Mayor Albayzín (Granada)

El periodismo de investigación suele ir unido al escándalo. Sin embargo, esta forma de concebirlo puede implicar que otros temas, quizá de tanto o más interés público pero menos “espectaculares”, dejan de ser analizados. ¿Es inevitable esta relación con el sensacionalismo?

– Marta Sánchez: De alguna manera, el periodismo de investigación lleva siempre asociado el escándalo. Pero este escándalo puede ser perfectamente ético, porque busca generar una concienciación social ante un tema de interés público, y que ciertas personas o instituciones querrían ocultar.

El sensacionalismo es otra cosa: supone abusar con fines únicamente comerciales del inevitable “ruido mediático” que generan estas noticias. Las empresas informativas frecuentemente encuentran en este tipo de periodismo un filón económico. Un tipo de sensacionalismo consiste en exagerar un determinado ángulo de la noticia, pero otro (menos evidente pero igual de nocivo) tiene que ver con “acelerar los tiempos”: tratar de sacar lo información lo antes posible, sin contrastar todos los puntos de vista, con lo que se puede dañar injustamente a algunas personas. No obstante, en el ecosistema de los medios de comunicación actuales, investigación, escándalo y morbo suelen ir juntos.

– José María Irujo: Es verdad que en España el periodismo de investigación se ha asociado a los temas más escandalosos, como el terrorismo de estado o la corrupción. En parte esto tiene que ver con otra de nuestras asignaturas pendientes: los equipos dedicados a este tipo de periodismo han sido muy poco numerosos (en comparación, por ejemplo, con lo que ocurre en los medios anglosajones); esas personas quizá se han centrado demasiado en una variedad muy estrecha de temas que generan mucho ruido, en perjuicio de otras historias más pequeñas o locales pero de gran interés. Sin embargo, creo que esto está cambiando.

“A veces se publica una información sobre las supuestas cuentas ocultas de una persona sin siquiera haber tratado de contactar con él” (José María Irujo)

Ante la complejidad de los temas frecuentemente tratados por el periodismo de investigación (cuestiones técnicas de derecho o finanzas) muchas veces se echa en falta una mejor explicación del contexto, de forma que por un lado se facilite al lector comprender la información, y por otro no se caiga en inexactitudes que puedan perjudicar la fama de los investigados. ¿Están preparados los periodistas para esta labor explicativa, o deberían los medios contar con la voz de expertos?

– Marta Sánchez. La labor del periodista es insustituible como experto en contar historias. Otra cosa es que en ocasiones necesiten el asesoramiento de expertos, por ejemplo, en derecho penal o mercantil, y creo que los propios medios cada vez son más sensibles a esa necesidad. La colaboración de alguien con conocimientos técnicos es muy deseable sobre todo en temas que puedan afectar a la fama de las personas. Con todo, también es cierto que con el paso de los años, si el periodista ha ido haciendo bien su trabajo y no se ha conformado con cubrir noticias como quien levanta actas notariales, va adquiriendo maestría en bastantes ámbitos. Esto, unido a la visión crítica y a la curiosidad que se le supone a todo profesional de la información, constituye un bagaje incomparable.

– José María Irujo. Creo que el periodismo es cada vez más pedagógico. El cambio de modelo que ha traído la información digital está provocando, además, que los medios en papel dediquen más espacio a explicaciones y menos a la pura información. Nosotros (El País) estamos ofreciendo muchos “apoyos” a la noticia, en forma de viñetas que resumen el contexto histórico o terminológico de la noticia, de forma que el lector con el titular y esos pocos datos pueda hacerse una idea del tema. En general, se está mejorando en este terreno, aunque no tenemos la experiencia de los medios anglosajones. Es cierto que existe una cierta limitación de espacio, pero eso está llevando a intentar ser más precisos: contar lo necesario en pocas palabras.

Investigación y análisis, valores en alza

Una gran parte del público ya se informa de la actualidad por otros cauces distintos a los medios tradicionales, como ciertos portales de noticias o las propias redes sociales. ¿Va a obligar este cambio de escenario en la prensa a que los grandes periódicos apuesten más por el periodismo de investigación y análisis, y hagan de este su factor diferencial? ¿Quién pagaría por este tipo de contenidos?

– Marta Sánchez: La crisis del modelo periodístico tradicional es un hecho, sobre todo en lo que se refiere a la prensa de papel, que por motivos evidentes se ha quedado fuera de la lucha por los contenidos de pura actualidad. De ahí que en estos medios la investigación y el análisis sean valores en alza. En realidad, desde hace mucho tiempo han existido cabeceras que se han hecho un nombre –y han ganado a un sector del público– con este tipo de periodismo. La razón es sencilla: la gente no quiere que le engañen, y para temas importantes o complejos confía en las marcas que le dan seguridad. Una muestra de que la investigación en la prensa no ha muerto es que el periódico que está montando el antiguo director de El Mundo va a dedicarse fundamentalmente a esta labor.

“El periodista tiene que saber que esas filtraciones no son nunca desinteresadas, y muchas veces buscan causar un daño a alguien” (Marta Sánchez)

En cuanto a la financiación, los medios tradicionales están todavía bastante perdidos. Se han ensayado cosas (crowdfunding, donaciones de instituciones no politizadas), pero lo cierto es que aún no hay nada claro.

– José María Irujo: Los medios tradicionales aún están adaptándose al nuevo escenario y decidiendo por dónde tirar. La apuesta por la versión online ya lleva varios años y todavía no es rentable. Lo que está claro es que su ventaja competitiva va a estar en el periodismo de calidad. Creo que los buenos periodistas van a ser más necesarios que nunca. Las redacciones tienen que redistribuir sus fuerzas: dedicar más personas a buscar temas propios con los que distinguirse de la competencia.

En cuanto a la financiación, creo que van a surgir nuevos modelos, como el de fundaciones que aportan un capital para apoyar determinados proyectos. En Estados Unidos estos mecenas ya están subvencionando a algunos periódicos, y por ahora esto no ha comprometido la imparcialidad de la información, porque dan total libertad al medio. En España creo que esto no va a ocurrir a corto plazo porque no existe una cultura del mecenazgo cultural.

La ética de reconocer los errores

El periodismo es una profesión con una carga ética evidente. La investigación se mueve frecuentemente muy cerca de las fronteras deontológicas, pues para su fin recto (destapar informaciones ocultas de interés social) no puede utilizar cualquier medio. ¿Cuáles deberían ser los principios éticos para este tipo de periodismo?

– Marta Sánchez: Para que un reportaje de investigación esté bien hecho, con ética profesional, lo primero es dedicarle el tiempo necesario. Pero las plantillas son cortas y la presión por publicar apremia. Ante esto, las filtraciones suponen un auténtico regalo. El periodista tiene que saber que esas filtraciones no son nunca desinteresadas, y muchas veces buscan causar un daño a alguien. Por tanto, antes de nada, el profesional de la investigación debe corroborar la información, y buscar otros ángulos que aporten luz sobre el caso. Una vez hecho esto, nuestro trabajo es contar lo que sabemos. Pero también deberíamos reconocer nuestros errores: si la persona a la que desprestigiaba nuestra información ha quedado absuelta, el periódico tiene que decirlo, y no en una nota de cinco líneas. Ahora bien, también es cierto que la verdad judicial no siempre tiene que corresponderse con la verdad de los hechos: una sentencia puede exonerar de culpa legal a alguien, pero eso no desautoriza automáticamente toda nuestra información. Nuestro trabajo no es el de jueces: no podemos meternos en su ámbito, pero tampoco ellos en el nuestro.

“El escándalo asociado al periodismo de investigación puede ser perfectamente ético, porque busca generar una concienciación social ante un tema de interés público” (Marta Sánchez)

–José María Irujo: Cada periódico se fija un nivel de exigencia ética. En El País existe la figura del “defensor del lector”, que se encarga de vigilar para que se cumpla con la ética periodística, y te puedo asegurar que todos los que trabajamos en esta empresa “tememos” sus llamadas y sus revisiones. Un caso sonado fue el de las fotos de Hugo Chávez mientras agonizaba. Aquello fue un gran traspiés por nuestra parte. La respuesta del periódico fue dedicar dos personas a investigar qué había fallado dentro del periódico, sin pararse ante nada, ni siquiera el propio director de la empresa. Al domingo siguiente se publicó un reportaje de dos hojas muy duro con nosotros mismos. Creo que, a largo plazo, esto nos da credibilidad antes nuestros lectores.

Por desgracia, esto no ocurre en todos los medios de España. Por ejemplo, se publica una información sobre las supuestas cuentas ocultas de una persona sin siquiera haber tratado de contactar con él, o si se le llama se graba la conversación sin su consentimiento. O el tema de las filtraciones a cambio de dinero. Nosotros no actuamos así.

El problema de fondo es que las asociaciones de la prensa en España son muy corporativistas: unos se protegen a otros y así no se cumple con el deber de guardián ético que se le supone. Dentro del periodismo existe una imagen idealizada del profesional como un héroe romántico que lucha contra poderes malvados. Hay muy poca autocrítica. En esto, una vez más, deberíamos aprender de los medios anglosajones.

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