Centros selectivos buscan la diversidad social

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Mientras en los Estados Unidos, el país que inventó en los años 60 la discriminación positiva, sigue habiendo polémicas sobre la oportunidad de este sistema de selección en las universidades, Francia tantea este modelo. Quince de los diecisiete alumnos de los suburbios que en 2001 ingresaron, sin examen, en la prestigiosa École Libre de Sciences Politiques finalizan este año con éxito sus estudios. Varias universidades de élite han puesto en marcha distintos mecanismos para facilitar la entrada a los alumnos de ambientes sociales desfavorecidos.

La encargada de romper el tabú fue nada menos que la École Libre des Sciences Politiques, conocida como la Sciences-Po, en la que se ha formado buena parte de la élite política, empresarial e intelectual francesa. En 2001 la escuela firmó acuerdos con varios liceos de «zonas de educación prioritaria» (ZEP), es decir, de barrios difíciles de la periferia. Los liceos seleccionarían a los alumnos que estuvieran en mejores condiciones de estudiar en Sciences-Po, los cuales no tendrían que superar el competitivo examen de ingreso, sino únicamente presentar un trabajo y pasar una entrevista (ver Aceprensa 56/01).

Un experimento controlado

El mito revolucionario de la nación francesa, conformada por ciudadanos iguales, pierde fuerza ante la evidencia de los enormes contrastes sociales y de la falta de integración de algunas minorías.

Richard Descoings, director de Sciences-Po, apoyó su decisión en varios estudios que demuestran que el alumnado de las «grandes écoles» pertenece a un abanico social muy restringido. Ocho de cada diez alumnos que ingresaron en la Sciences-Po en 1998 eran hijos de empresarios, profesionales liberales, directivos o intelectuales.

La decisión generó mucha polémica y fue criticada desde muy diversos ámbitos ideológicos. Los principales argumentos en contra consistieron en denunciar la quiebra en el principio de igualdad, el peligro de una disminución en la calidad educativa y la afirmación de que el problema de la igualdad de oportunidades debe resolverse con la mejora de la enseñanza secundaria y no en la admisión a la universidad.

El plan se aprobó con carácter experimental para un plazo de 10 años. El fin del presente año académico marcará el paso del ecuador, y Descoings puede mostrar un balance francamente positivo. Quince de los diecisiete primeros alumnos de los suburbios que ingresaron en la Escuela sin examen de ingreso van a terminar con éxito sus estudios. «Se han ganado el derecho a ser uno más», dice Descoings en una entrevista con el diario «La Croix» (1-06-2006), que ha dedicado un «dossier» a este tema. «Han demostrado que estaban en igualdad de condiciones intelectuales con el resto de sus compañeros».

El número de estos alumnos ha aumentado hoy a 189, sobre un total de unos 6.500. Todos coinciden en destacar un punto: jamás se les hubiera pasado por la cabeza la idea de estudiar en un prestigioso centro que algunos de ellos sólo conocían de nombre. El esfuerzo académico ha sido considerable, pero también dicen haber aprendido las herramientas necesarias para triunfar en la sociedad: cómo vestir, hablar, comer, estructurar el pensamiento… Saben que les espera un buen sueldo después de los estudios, y han comenzado a familiarizarse con los códigos no escritos de la nueva clase social que les espera.

Abrirse a otros ambientes sociales

Se trata de una fase experimental, en la que la excelencia de la formación queda salvaguardada, y por ahora los responsables de las «grandes écoles» no quieren saber nada de un modelo nacional uniforme.

Pero desde que la Sciences-Po abrió camino, se han puesto en marcha varias iniciativas con el objetivo de «popularizar» el alumnado de estas instituciones particularmentes selectivas. El Essec implementó un programa de tutorías semanales en las ZEP para preparar a los mejores alumnos. La Conferencia de «Grandes Écoles» celebrada en enero de 2005 asumió esta idea en la «Carta para la igualdad de oportunidades». El propósito es abrir nuevos horizontes para esos jóvenes. Y si no logran acceder a estas escuelas, al menos sí estarán mejor preparados para la universidad.

También desde el poder político hay propuestas en este sentido. Hace unos meses, como reacción a los disturbios en los suburbios parisinos, el presidente Chirac anunció un plan nacional para aumentar el número de becarios en las clases preparatorias para el acceso a las grandes escuelas. El objetivo marcado es pasar en los próximos tres años del 18% del alumnado a un tercio.

Mayor ambición en secundaria

Estas medidas desatan una nueva polémica: ¿Deben dedicarse los esfuerzos a ampliar las perspectivas de los mejores alumnos, o conviene no detraer recursos para los que tienen más dificultades? El aspecto más positivo es que se ha desatado en los liceos una fiebre por preparar mejor a los alumnos. Descoings se atribuye en parte el mérito del aumento de la ambición en la escuela secundaria que se ha vivido en Francia en los últimos años y que se traduce en un incremento de «menciones» en el examen de bachillerato, el «Bac».

De lo que no quiere ni oír hablar es de la segregación de los mejores alumnos de las zonas deprimidas en el último curso del bachillerato. Algunos centros han propuesto incluso establecer un año suplementario para ellos, lo que Descoings considera un «trato doblemente diferencial» que resta valor a los resultados obtenidos en el «Bac». «Es exactamente lo contrario de lo que se ha querido hacer en la Scienes-Po, que consiste en mezclar a todos los estudiantes en el mismo curso».

Tampoco cree adecuado establecer un sistema de cuotas en su escuela, sino que se decanta por un aumento de las becas. Eso no impide que cada universidad pueda implantar los programas que considere oportunos. «La apertura social de la enseñanza superior -dice- pasará por la multiplicación de las medidas experimentales, y no por la definición de un modelo uniforme para todos. Seamos pragmáticos y esperemos unos años antes de sacar conclusiones de esto que hoy funciona».

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Ver también La experiencia de Estados Unidos: Lo que ayuda a las minorías y Brasil quiere una universidad interracial.

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