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Acuerdo definitivo para reducir la deuda de los países más pobres

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La asamblea anual del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial ha traído una buena noticia para los países más pobres y endeudados: por fin se ha alcanzado un acuerdo para financiar la reducción de la deuda exterior de estos países por un valor de 70.000 millones de dólares, dentro de un programa de lucha contra la pobreza.

A lo largo de 15 años, se condonarán deudas por un valor nominal de 70.000 millones de dólares. En realidad, los países acreedores renuncian a 27.500 millones, que es el valor a precio de mercado que tienen hoy esos créditos.

Se han rebajado las exigencias de reformas y resultados económicos que se pedían a los países candidatos en anteriores iniciativas de alivio de la deuda (cfr. servicio 91/99). De los 41 países considerados por el Banco Mundial como los más pobres, sólo cuatro habían podido reunir los requisitos; ahora se espera que una treintena de países puedan beneficiarse del nuevo programa.

A cambio, los países beneficiarios se comprometerán a dedicar lo que se ahorran por la reducción de la deuda a un plan de lucha contra la pobreza, diseñado de acuerdo con el FMI y el Banco Mundial. Estos planes se centrarán en alcanzar metas precisas en campos básicos como la mortalidad infantil y la alfabetización.

Los planes pondrán un acento particular en la lucha contra la corrupción en la gestión pública de estos países. La corrupción es una de los más graves obstáculos al desarrollo, por la incertidumbre que supone para los operadores económicos, y porque, cara al exterior, desacredita los esfuerzos de ayuda. Para tratar de reducirla, se exigirán criterios de transparencia y de mejora en la gestión del gasto público, alguno tan elemental como la publicación del presupuesto nacional. También se procurará contar más con los grupos surgidos de la sociedad civil, y no sólo con los gobiernos, para diseñar y realizar los planes de lucha contra la pobreza.

El impulso moral de la campaña para la condonación de la deuda partió de una iniciativa de Juan Pablo II, en la carta de preparación del Jubileo del año 2000, y contó con la movilización de otras Iglesias y ONG.

Hay quien teme que lo que los países industrializados dan con una mano por la condonación de la deuda, lo tomen con la otra reduciendo su ayuda al desarrollo. De hecho, las restricciones presupuestarias se están notando en la disminución de la ayuda.

A fin de multiplicar los esfuerzos en la lucha contra la pobreza, el FMI y el Banco Mundial han declarado que se establecerá una estrecha relación entre la reducción de la deuda y la concesión de nuevos créditos a los más pobres. La ayuda pública es indispensable para estos países que, también por su propia inestabilidad política y la corrupción, apenas atraen a los inversores privados. Por ejemplo, el continente africano no captó en 1998 más que el 1,3% de las inversiones mundiales.

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