En su paso por festivales, el cineasta François Ozon contaba que El extranjero es la primera novela célebre que adapta a la pantalla grande. Y podría haber añadido que, además de conocida, es una novela sumamente ingrata para el cine. La obra de Albert Camus, construida sobre el bloqueo emocional de su protagonista, resiste mal la traducción a imágenes y el riesgo es quedarse en lo superficial. La película asume ese peligro y opta por una puesta en escena contenida y minimalista, casi ascética, que reproduce la sequedad del relato original.
El Meursault que encarna Benjamin Voisin es coherente con esa apuesta: un personaje impávido, definido por su desconexión de los códigos sociales y sin una psicología reconocible. Ozon evita subrayados, …
Contenido para suscriptores
Suscríbete a Aceprensa o inicia sesión para continuar leyendo el artículo.
Léelo accediendo durante 15 días gratis a Aceprensa.