Hay libros que se definen por un acontecimiento. Y lo que siempre marcará León XIV. Ciudadano del mundo, misionero del siglo XXI es que contiene la primera entrevista que concede el papa León XIV. La afortunada ha sido Elisse Ann Allen, vaticanista de Crux, que conoció a Robert Prevost hace años en Perú y, desde entonces, ha mantenido un cierto contacto con él.
Quizás una primera anotación necesaria es que no estamos ante un libro-entrevista. No es La sal de la tierra o Últimas conversaciones, los libros que Peter Seewald escribió después de decenas de horas de diálogo con Benedicto XVI. Como señala la propia Elise Ann Allen en el prólogo, los encuentros con el Papa fueron dos y se recogen, uno en forma de entrevista tradicional, al final del libro, y otro a lo largo de los diferentes capítulos como sustanciosas acotaciones a lo que se va contando. No es un libro-entrevista: es un largo reportaje biográfico que contiene una entrevista.
Allen ha tenido la oportunidad de recoger los testimonios de una gran cantidad de personas: desde los hermanos de Prevost hasta fieles de la diócesis de Chiclayo. Hablan sacerdotes a los que formó en el seminario de Trujillo, agustinos con los que convivió, monjas a las que ayudó en su discernimiento, periodistas que han seguido casos de abusos en Perú, obispos que han despachado con él en su paso como prefecto… o su barbero, en uno de los fragmentos más emotivos del libro. Entre unos y otros dibujan la personalidad del recién estrenado pontífice: un agustino con una profunda vocación misionera, un formador exigente y dedicado y, sobre todo, un gobernante que –como prior, obispo y cardenal– ha escuchado siempre mucho antes de actuar.
Junto con estas entrevistas, la periodista, víctima del Sodalicio, recoge una extensa investigación sobre el caso de abusos que aprovecharon –y siguen aprovechando– algunos medios para acusar a Prevost de falta de contundencia. Es uno de los capítulos más documentados y de mayor interés periodístico.
En cualquier caso, lo más valioso del libro es la entrevista en sí. León XIV aborda algunos de los retos de la Iglesia actual –desde la paz en Ucrania y Gaza hasta el auge de la inteligencia artificial–, responde por elevación (muy a lo Benedicto XVI) las consabidas preguntas sobre la ordenación de mujeres o la cuestión LGTBI y analiza con valentía y rigor el triste asunto de los abusos sexuales.
Al libro se le pueden poner dos peros. Uno es de forma: la urgencia por lanzar la entrevista hizo que Allen tuviera que escribir el libro en español, que no es su lengua materna, y, a pesar de la edición y corrección, se acaba notando.
Otro es de fondo. Hay una cierta insistencia de la autora por etiquetar a las personas que se entrevistan o se citan en progresistas, moderadas, conservadoras y ultraconservadoras, y en incluir a León XIV siempre entre las primeras. Sorprende y resulta extraña esta insistencia, porque si hay una idea que se repite continuamente en el libro, es el deseo del Papa de evitar la polarización en la Iglesia y de apostar por la unidad.
Sin embargo, y quizás sin pretenderlo la autora, esta primera biografía puede añadir división.