En los años 2000, Isabella Tree y Charles Burrell decidieron aparcar la agricultura intensiva en sus tierras y poner en marcha un proyecto pionero de reforestación utilizando animales en libertad para crear nuevos hábitats para la fauna. El documental Wilding. El regreso de la naturaleza recoge este experimento que convirtió mil cuatrocientas hectáreas de tierra en West Sussex en un refugio de biodiversidad en el que habitan gran cantidad de especies.
El hecho de que la naturaleza sea la protagonista de este documental, que además utiliza una técnica impecable para mostrar cómo se va transformando el terreno y para apoyar las explicaciones más científicas, da coherencia a todo un despliegue visual que es un auténtico espectáculo para el espectador y que merece una pantalla grande.
Aunque el resultado no deja de sorprender, se podía esperar considerando que el director es David Allen, veterano del género y ganador de varios premios Emmy, y que la fotografía está bajo la batuta de los también galardonados Tim Cragg y Simon de Glanville.
Igualmente resulta muy acertada la recreación de los inicios del experimento, para la que se contrataron actores, algo difícil de encajar en el género documental sin que quede artificial y que aquí está muy logrado.
El principal (y quizá único) defecto de Wilding es la ausencia de voces que contrasten la experiencia del matrimonio. Al fin y al cabo, la guionista es la propia Isabella Tree. Si bien se cuenta la oposición de los vecinos, no se profundiza en la razón de las críticas o cuestionamientos que podía haber al proyecto.
En definitiva, aunque algo autocomplaciente y con el característico ritmo lento de los documentales clásicos de naturaleza, Wilding es un producto muy sólido que logra despertar el asombro y es un verdadero deleite para la vista.