Ilkay Idiskut es una joven profesora de primaria que trabaja en una escuela de Viena ubicada en el distrito de Favoriten, donde la población de origen extranjero es mayoritaria. Su clase, a la que el documental sigue desde el segundo al cuarto curso, está especialmente guetificada: prácticamente todos los alumnos emplean en sus casas lenguas distintas del alemán (el porcentaje en toda Viena es del 60%). La propia Ilkay tiene origen turco, y quizás por ello le han asignado ese grupo.
Ella les enseña alemán… y muchas más cosas. Porque, según se va advirtiendo con el paso del metraje, a través de la lengua trata de transmitirles un legado cultural que les abra las puertas para arraigarse exitosamente en la sociedad austriaca. La tarea es difícil y altamente sensible. Muchos de los estudiantes pertenecen a familias de tradición islámica, y el choque de valores –por ejemplo, en la cuestión del papel de la mujer en la sociedad– es fuerte. Además de cariñosa y recta –dos cualidades imprescindibles para cualquier profesor–, Ilkay es lista, y sabe manejarse con aplomo en esas arenas movedizas.
El documental muestra esos conflictos, junto a otros más comunes a cualquier aula de primaria: la relación entre chicos y chicas, la integración del diferente –en un episodio que tanto recuerda al microrrelato Comunidad, de Kafka–, la primera educación sobre el propio cuerpo, la relación con los padres, etc. No hay –y se agradece– ni panfletismo ni exceso de azúcar. Eso quizás hace que la cinta, aunque no pierda interés en ningún momento, carezca del dramatismo de otros documentales educativos más “precocinados”. Con todo, deja abiertas algunas cuestiones para la reflexión. Unas, más directamente relacionadas con la casi siempre difícil atención a los alumnos de origen inmigrante en las grandes ciudades europeas –no solo Viena–. Otras, sobre la figura del buen profesor, tan necesaria y tan insustituible. Ninguna herramienta de inteligencia artificial –tampoco ningún simple “asalariado” que acuda a dar clase como si fuera un trabajo de oficina– podrá hacer nunca lo que hace Ilkay con tanta naturalidad, sensibilidad, sensatez y compasión.
