Eva, funcionaria de prisiones, reconoce desde una ventana al hombre que destrozó su vida: Mikkel Iversen, el recluso responsable de una pérdida irreparable. Lejos de huir de esa presencia perturbadora, solicita un traslado a la zona de máxima seguridad en la que él cumple condena.
Gustav Möller, director danés que sorprendió con la intensidad de The Guilty, vuelve a demostrar su maestría en el manejo del minimalismo narrativo. Si antes bastaba una llamada telefónica para desencadenar un thriller psicológico, aquí le basta una celda, unos pasillos y dos rostros repletos de dolor. La estética es rigurosa: planos cerrados, una paleta fría, iluminación áspera y ausencia de música subrayada, en favor de una puesta en escena austera pero elocuent…
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