Transición energética: una renovación sin freno en Colombia

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Transición energética Colombia

La presa del proyecto hidroeléctrico de Hidroituango

 

Barranquilla.— El 7 de octubre se cumplieron dos meses desde que Gustavo Petro asumió como Presidente de la República de Colombia. En un discurso que desde el inicio buscaba marcar la diferencia con su predecesor, a la vez que hacía hincapié en ideas como el cuidado de la selva amazónica y el desarrollo sostenible, lanzó propuestas centradas en la transición energética, señalando que busca “descarbonizar” la economía del país, para dar prioridad a las energías renovables.

¿En qué va la transición energética de Colombia? ¿Qué iniciativas se han promovido en el tiempo que lleva Petro en el poder?

Los avances en el gobierno de Iván Duque

Las gestiones sobre transición energética vienen de tiempo atrás, desde la Presidencia de Iván Duque (2018-2022). Bajo su mandato, se generaron diversas iniciativas en torno al tema, creándose comisiones encargadas de estudiar y proponer posibles soluciones con miras a la elaboración de futuras leyes y políticas públicas.

Uno de los principales documentos del gobierno Duque sobre política de transición energética destaca cuatro grandes avances realizados en el país con miras a un cambio en la generación de energía. Son los siguientes: 1) Las subastas de proyectos de energía renovable; 2) el desarrollo del marco fiscal y regulatorio para estimular nuevas iniciativas que generen energía ecosostenible; 3) el aumento de nuevas plantas y matrices de energía limpia, y 4) la formulación y ampliación de lineamientos para el sector minero energético del país.

Igualmente, un documento conjunto del Ministerio de Minas y Energía y el Banco Interamericano de Desarrollo, publicado en el año 2021, resume algunos de los principales logros de Colombia en la transición energética: el incremento de instalaciones solares a lo largo del país, la reducción en la tributación a personas y empresas que inviertan en proyectos de energías limpias, y la exención de IVA a productos empleados en la generación de energías renovables.

Gustavo Petro quiere que en Colombia se abandone el “fracking” y no se realicen nuevos proyectos de exploración de petróleo y gas

Petro y sus promesas de campaña

Durante la campaña presidencial, tanto en primera como en segunda vuelta, Petro enfocó su discurso en fomentar las energías renovables, a la vez que buscaba eliminar la dependencia al carbón y el petróleo. Tanto, que en sus propuestas destacaban no implementar la técnica de fracking, no realizar nuevos proyectos de exploración de petróleo y gas y darle un manejo especial al carbón, que sería comprado por el Estado y almacenado en sitios bajo supervisión de trabajadores del sector.

A los pocos días de su posesión, Gustavo Petro nombró ministra de Minas y Energía a la filósofa Irene Vélez-Torres. El nombramiento generó cuestionamientos por su formación académica, pues habitualmente esta cartera es ocupada por perfiles más orientados a la economía o el sector minero-energético. Desde el principio, las polémicas en torno a las declaraciones de la ministra han sido una constante.

La primera de gran repercusión en medios se produjo cuando Vélez-Torres habló sobre la posibilidad de comprar gas a Venezuela, ya que las reservas de Colombia solo cubrían los próximos 8 años. Frente a esta declaración, se difundieron diversos comentarios. Algunos defendían la decisión, e incluso decían que se debe empezar a comprar ahora; otros hablaban de defender la soberanía energética colombiana y de las posibles consecuencias de depender de recursos de otros países para garantizar el abastecimiento.

De igual manera, cumpliendo con sus promesas de campaña, la ministra de minas y la de Medio Ambiente, Susana Muhamad, llevaron al Congreso el proyecto de ley para prohibir el fracking, pues –según Muhamad– “no es lógico que si queremos iniciar una transición energética, vayamos a profundizar la dependencia de combustibles fósiles con técnicas de altísima incertidumbre e impacto social y ambiental”. Dicho proyecto prohíbe la exploración y la explotación de yacimientos no convencionales.

En Colombia, más de dos tercios de la energía eléctrica es de fuentes renovables, sobre todo hidráulicas

Recientemente, también se ha hablado de dos temas: el control a las altas tarifas de energía, que especialmente en la costa atlántica han aumentado de manera considerable, y la desaparición del subsidio a la gasolina, que mantenía estable el precio de combustible desde el comienzo de la pandemia. Ambas noticias han generado discusiones en todos los espectros políticos y refuerzan el mensaje de transición energética de Gustavo Petro y su gobierno.

Colombia ya produce energía limpia

Si se revisa el Atlas de energía IEA, se comprueba que en Colombia, las emisiones de CO2 fueron de 70,35 millones de toneladas en 2020, mientras que China y Estados Unidos registran casi 10.000 y 4.000 millones de toneladas, respectivamente. Esto quiere decir que Colombia no es uno de los países más contaminantes del mundo. Además, cuenta con una alta proporción de energía renovable: el 71% de la que produce.

De acuerdo a la matriz energética del país, elaborada por la Asociación Colombiana de generadores de energía eléctrica (ACOLGEN), en el país la electricidad producida de manera hidráulica es un 68,3%; la de centrales térmicas, un 30,7%, y la energía eólica y solar son un 0,1%. ¿Qué tipo de transición hay que aplicar en un país que genera energía en su mayor parte por medio de centrales hidroeléctricas? Con la aprobación del acuerdo de Escazú (un pacto regional sobre el derecho a la información ambiental y la participación pública en la toma de decisiones ambientales) como primer acto en la agenda legislativa del nuevo gobierno, demuestra un compromiso ecológico, al igual que una agenda centrada en la defensa de la naturaleza y en el cumplimiento de los acuerdos de París, como lo transmitió en campaña Gustavo Petro.

Por otro lado, en Colombia, un país de 50 millones de habitantes, los automóviles eléctricos son apenas 4.900 y los híbridos, algo más de 17.000, lo que evidencia que los esfuerzos por la transición energética se deben dar en sectores diferentes a los de la generación de electricidad.

Pros y contras de la transición energética

Dentro de las ventajas de la transición energética en Colombia se encuentran las buenas condiciones geográficas del país para la instalación de plantas eólicas y solares, que se ubican principalmente en la costa atlántica. Igualmente, la riqueza hídrica se convierte en una oportunidad para las hidroeléctricas, que son la mayoría de las centrales colombianas. Actualmente se espera la entrada en funcionamiento de Hidroituango (departamento de Antioquia), planta en el río Cauca que se convertiría en una de las mayores del país.

En contraparte, uno de los inconvenientes de la transición energética son las repercusiones de las hidroeléctricas en el entorno. Recientemente, la construcción de Hidroituango ha dado lugar a denuncias de los municipios vecinos, donde personas que vivían de la pesca y de la extracción de minerales del río se vieron afectadas por el desvío del cauce, e incluso llegaron a sufrir inundaciones por el desbordamiento de la represa en el año 2018.

Por otra parte, la transición energética ocasiona incertidumbre para las empresas dedicadas a la explotación de carbón y petróleo. Entre ellas destaca la Empresa Colombiana de Petróleos (ECOPETROL), la compañía estatal más grande del país, que genera cerca de 11.000 empleos directos y 30.000 indirectos. Si Colombia abandona los combustibles fósiles, en primera instancia se perderán muchos empleos y también cuantiosos ingresos por la venta al exterior de petróleo y carbón, que son los principales productos de exportación colombianos, con la consiguiente disminución de recursos para los programas sociales que busca implementar el gobierno de Gustavo Petro.

¿Qué podría pasar?

Como se dijo en párrafos anteriores, la ministra Vélez-Torres ha dado mucho de qué hablar en los medios de comunicación, ya sea por las reacciones a sus propuestas que invitan al decrecimiento de los demás países, sus lapsus en ruedas de prensa sobre las reservas de petróleo o las veces que ha hablado en el Congreso. Todo eso ha trasladado el debate de la transición energética a una discusión sobre la figura de la ministra y no sobre los temas de fondo.

Este impulso inicial del gobierno que apenas comienza, debe aprovechar los primeros meses de legislatura para poner en la agenda pública temas importantes como la transición energética. ¿Qué pasará con ECOPETROL, la empresa cuyo principal socio es el Estado colombiano en esta transición energética que contempla no tener nuevos contratos de exploración de petróleo y gas? ¿Las condiciones del país garantizan verdaderamente su autonomía energética, o se debe depender de la producción de otros países para cubrir toda la demanda? ¿Los nuevos proyectos de energía renovable tienen impactos ambientales en las comunidades donde se buscan ubicar? ¿Es verdaderamente necesario impulsar esta agenda de transición energética en un país que no es uno de los grandes contaminantes mundiales y que genera su energía principalmente en hidroeléctricas?

El mandato de Gustavo Petro apenas comienza y ha pasado de ser oposición a ser gobierno. Las gestiones de él y las personas de sus Ministerios serán puestas a prueba. Queda todavía mucho por hacer en la transición energética, especialmente en discusiones importantes como la explotación de petróleo y el futuro de los hidrocarburos del país. Las relaciones entre los diferentes actores estatales, al igual que la manera en que se planteen las conversaciones, serán muy importantes en los resultados que se obtengan y los avances que se puedan alcanzar en la transición energética.

Unas semanas después de su discurso en la asamblea de la ONU y de su posicionamiento como un presidente progresista que busca el liderazgo ambiental en América Latina, la apuesta política de Petro se fundamenta en la agenda ecologista y la transición energética. Será responsabilidad suya y de todo su gabinete que esta transición se dé en buenos términos para todas las personas, volviendo más atractivo un cambio que se refleje en la vida diaria y no en un discurso político que le sirva al gobierno para figurar en el exterior.

Un comentario

  1. Brillante broche final para un incisivo y positivo artículo. Podría haberse mencionado la agenda a la que sirve el gobierno para ese figuroneo exterior, pero sería menos positivo. Así está bien. Cada cual saque su cuenta.

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