Preocupados por la desigualdad, divididos en cuanto a los remedios

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Preocupados por la desigualdad (ilustración: OCDE)

Hay un creciente consenso en que la desigualdad ha aumentado en los países de la OCDE y que esto es un problema. Sin embargo, también se aprecian notables divisiones sobre el modo en que la gente percibe la desigualdad y acerca del papel del Estado para corregirla.

En principio, el clima de la opinión pública parece ser propicio a subir los impuestos a los ricos y ofrecer más servicios a los más vulnerables. Sin embargo, el apoyo a políticas redistributivas depende también de las opiniones sobre hasta qué punto habría que reducir la desigualdad y de la confianza en la eficacia de las intervenciones estatales.

Un informe que acaba de publicar la OCDE bajo el título Does Inequality Matter?, centra la atención no ya en la medida de la desigualdad sino en el modo en que la gente la percibe.

Diferencias demasiado grandes

En la zona de la OCDE cuatro de cada cinco personas piensan que las diferencias de renta son demasiado grandes en su país. A la gente le preocupan tanto las desigualdades de renta como una movilidad social estancada.

¿Son reales estas percepciones? Aunque mucha gente no tiene una idea precisa de la distribución de la renta en su país, en general su percepción del aumento de la desigualdad refleja una tendencia confirmada por las estadísticas en las tres últimas décadas. En los países donde los indicadores revelan una mayor desigualdad de la renta también ha crecido la preocupación de los ciudadanos sobre este problema.

Hay notables divisiones sobre el modo en que la gente percibe la desigualdad y acerca del papel del Estado para corregirla

Sin embargo, la desigualdad real y la percibida pueden diferir bastante según los países. A juzgar por el informe, hay países donde la gente cree vivir en una sociedad más igualitaria de lo que de hecho es, bien en cuanto a la renta (Holanda, Israel, Lituania), bien en cuanto a movilidad intergeneracional (Canadá, Suiza, EE.UU.) o en los dos (Francia, Italia); y otros donde la gente piensa que vive en una sociedad más desigual de lo que en realidad es, ya sea en términos de renta (Austria, Bélgica, Canadá y Finlandia) o en movilidad social (España, Turquía) o en los dos (Grecia).

¿Qué desigualdad le parece tolerable a la gente? En todos los países, la desigualdad preferida es inferior a la que perciben. Pero el grado de desigualdad tolerable también ha crecido. Como media, la gente cree que el 10% más rico debería ganar hasta 4 veces más que los de menos ingresos, mientras que a finales de los años ochenta se admitía hasta 3 veces. La ratio preferida entre los ingresos de los de arriba y los de abajo varía entre 2 en Suecia y 9 en Chile. En general, la gente de los países donde la desigualdad es mayor tiende a tolerarla más –o resignarse ante ella– que la de los países más igualitarios.

El apoyo a políticas redistributivas

¿Esta mayor preocupación por la desigualdad implica un creciente apoyo a la intervención del Estado para corregirla? En general, cuanta más gente está preocupada por este problema, mayor es la demanda de políticas redistributivas. En el conjunto de la OCDE, el 80% de la gente que cree que la desigualdad es excesiva, piensa que es responsabilidad del gobierno reducirla. Pero en uno de cada cinco países ese porcentaje cae al 60%. Y es que la demanda de políticas redistributivas depende también de las opiniones sobre el origen de la desigualdad y del papel del Estado.

La creencia en que el esfuerzo personal es un factor decisivo para el ascenso social es más acentuada en el ámbito anglosajón

A lo largo de la OCDE, las demandas de una fiscalidad más progresiva son menores donde la gente cree que existen más oportunidades y que el trabajo duro lleva al éxito. La creencia en que el esfuerzo personal es un factor decisivo para abrirse paso en la vida es más acentuada en el ámbito anglosajón (EE.UU., Reino Unido, Nueva Zelanda), y también en países como Austria y Polonia. Por ejemplo, en 2018, el 25% de los polacos pensaban que la pobreza se debía a una falta de esfuerzo personal más que a la injusticia o mala suerte, y el 54% apoyaban una fiscalidad más progresiva, mientras que en Alemania esas cifras eran el 4% y el 77%, respectivamente.

Sin embargo, la tendencia sugiere que la gente tiene hoy más dudas acerca de que las diferencias de renta y de ascenso social dependan del esfuerzo personal.

Independientemente de su nivel de renta, la gente apoya más las políticas redistributivas si piensa que las disparidades existentes se deben a circunstancias que escapan a su control. Este apoyo depende también de cómo considere uno que está situado en la escala de rentas; y el informe observa que la proporción de gente que se considera de clase media es mayor de la que pertenece a ella en realidad.

Creciente polarización

A pesar de que la mayoría de la gente está preocupada por la desigualdad, se observan grandes diferencias en cuanto a su extensión y qué hacer ante ella. Esta división de la opinión pública ha crecido en las tres últimas décadas, de modo que hay una creciente polarización entre los que piensan que la desigualdad es alta y los que creen que es baja.

La preocupación por la desigualdad aumenta la demanda de redistribución, pero no genera un apoyo a todo tipo de políticas de este corte

Según el informe, las diferencias se deben más a discrepancias sobre la brecha de la desigualdad que a diferencias sobre la desigualdad admisible. También es significativo que los desacuerdos sobre la extensión de la desigualdad son mayores entre personas de similares características socioeconómicas.

La preocupación por la desigualdad aumenta la demanda de redistribución, pero no genera un apoyo a todo tipo de políticas de este corte. Una mayor percepción de la desigualdad está más asociada con la demanda de una fiscalidad más progresiva, como cabría esperar; pero también puede motivar la petición de un gasto público mayor en el sistema educativo y sanitario.

Dónde poner el foco

Como a la gente le preocupa tanto la desigualdad de renta como la de oportunidades, las reformas que atiendan a ambos aspectos es más probable que obtengan apoyo. Pero los políticos deberán tener en cuenta dónde la gente prefiere que se ponga el foco.

En algunos países de la OCDE el énfasis se pone en la reducción de las desigualdades de resultados, mediante un aumento de impuestos para las rentas más altas; en otros se trata de favorecer la igualdad de oportunidades, mejorando el acceso a una educación de calidad. Además, las percepciones de la gente pueden deberse a otras consideraciones como pensar que las rentas de los ricos son demasiado altas o las de los pobres demasiado bajas, o a la opinión sobre qué obstaculiza la movilidad intergeneracional.

Asimismo, para ganar el apoyo público a políticas concretas es necesaria una evaluación transparente sobre la efectividad de esas medidas.

 

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