El sociólogo polaco Zygmunt Bauman (1925-2017) se caracteriza por haber entendido la sociología al modo de una conversación inacabada, dado el carácter cambiante de las sociedades humanas. Los interlocutores de esa conversación son el sociólogo, en calidad de especialista, y el ciudadano, que busca un mejor entendimiento del mundo en el que vive, y que valida la interpretación especializada cuando se reconoce en ella. Este enfoque determinó, en la amplia producción de los últimos años de la vida de Bauman, la proliferación de obras dialogadas y destinadas al gran público.
En Vivir en tiempos turbulentos, que recoge cuatro largas conversaciones mantenidas entre 2014 y 2016, el interlocutor del pensador polaco es el periodista y ensayista suizo Peter Haffner. El resultado del encuentro es interesante por varias razones. La primera es biográfica, ya que Bauman, muy reservado, cuenta cosas sobre sí mismo de las que apenas había hablado, como la influencia de la cultura judía en su pensamiento y la discriminación racial que sufrió, un detalle que explica el interés, presente a lo largo de toda su obra, por superar la desigualdad.
Otro aspecto que destacar es la relación que mantuvo Bauman con el filósofo Leszek Kołakowski. Ambos trabajaron mano a mano, ilusionándose y desilusionándose sucesivamente con el comunismo. Los dos fueron perseguidos y, finalmente, tuvieron que exiliarse en 1968. Siguieron entonces caminos separados: Kołakowski se acercó al catolicismo, y Bauman, agnóstico, nunca se separó totalmente de su marxismo de impronta gramsciana.
El libro explica también la evolución del pensamiento de Bauman hacia el cuestionamiento moral de las sociedades capitalistas. Al tratar sobre cuestiones como el amor, el poder, la felicidad o la responsabilidad, su preocupación es reflexionar sobre la erosión de las relaciones y los efectos que los cambios en ellas provocan tanto para el individuo como para la sociedad: inseguridad endémica, falta de compromiso, indiferencia hacia el sufrimiento provocado por la desigualdad, etc.
Bauman y Haffner conversan detenidamente, por último, sobre el papel de la religión en la sociedad. En este punto, se percibe un cambio en la actitud del sociólogo. Sin abandonar su agnosticismo, defiende la aportación del pensamiento religioso al desarrollo de la cultura, y la de los santos, en quienes ve un paradigma de la vida éticamente responsable.
Estamos, pues, ante una obra dinámica y de lectura amena, que sirve como introducción al pensamiento de uno de los analistas más agudos y profundos del tiempo que nos ha tocado vivir. Más allá de la metáfora de la “modernidad líquida”, que tanto ha contribuido a describir la situación de la sociedad actual, Bauman nos incita a interrogarnos sobre los desafíos que esta última plantea.